Los tres días del cóndor

📄 SINOPSIS:
Joe Turner es un lector de investigación que trabaja para la CIA en una tapadera bajo la Sociedad Histórica Literaria Americana. Cuando la sede donde lleva a cabo su trabajo sea atacada, y todos sus compañeros asesinados, Turner emprenderá una huida frenética donde deberá mantener muy calmados sus nervios y saber bien qué pasos dar y en quién confiar… si no quiere dejar de ser un cabo suelto y reunirse con sus antiguos compañeros fallecidos. (Cineycine).
“Me llamo Turner. Nombre en clave: Cóndor. Trabajo para ustedes. Departamento 9, sección 17. Han atacado la sección. Han muerto todos. Oiga, hijo de perra, estaba lloviendo, volví con los bocadillos y los habían asesinado a todos. Vengan a recogerme, por favor. Yo no soy un agente de acción. Yo solo leo libros”. Sydney Pollack presenta a Robert Redford en ‘Los tres días del cóndor’.
“¿Ha actuado por su propia cuenta? ¿Está bajo influencias? ¿Puede haberse convertido en un mercenario? ¿Fue el quién preparó el golpe? ¿Huye por eso? También pudiera ser inocente… pero, en tal caso, por qué no viene” (Mr Wabash)
Crítica de Los tres días del cóndor
La mitad de los setenta fue clave dentro de la industria del cine americano. En aquellos años se juntó una buena oleada de cineastas que aspiraban con fuerza a dejar su impronta en un nuevo Hollywood. Y Sydney Pollack fue uno de ellos. Pollack llevaba tiempo trabajando dentro de Hollywood como un director surgido dentro la generación de la televisión. Lo mejor es que supo juntarse con los talentos concienciados del moderno Hollywood, mientras se llevaba bien con los veteranos. De esa forma, y de manera simultánea, firmó ‘Yakuza’ (1974) y, al año siguiente, ‘Los tres días del cóndor’.
Este film supone la adaptación cinematográfica de la novela de suspense e intriga ‘Six Days of the Condor’, obra de James Grady, y publicada originariamente en 1974. Para su paso del papel a la gran pantalla, el film sufrió algunos ligeros cambios que, sobre todo, la hicieron más americana. Dino De Laurentiis, mítico productor, buscaba para la producción una estrella con clara afiliación política. El primero en el que se interesó fue Warren Beatty. Pero esta pasó de largo alegando que la propuesta se parecía mucho a ‘El último testigo’ (Alan J. Pakula, 1974). Finalmente fue Robert Redford el elegido. El actor pidió que Pollack se hiciera cargo de la dirección, lo que conllevó el despido de Peter Yates. Y sugirió el nombre de Faye Dunaway para el papel coprotagonista.
La cinta se rodó por entero en Nueva York durante tres meses. Concretamente desde noviembre de 1974 a febrero del propio 1975, que debían de simular la época de Navidad. El coste de la producción se elevó hasta unos desorbitados 20 millones de dólares de la época. ¡Una autentica millonada! En gran parte por su rodaje en la gran manzana… y por la fama de buen pagador de De Laurentiis.
‘Los tres días del cóndor’ se engloba dentro de esa potente corriente de films con marcado tono político de conspiraciones. En la misma, EEUU, como país, se muestra implacable dentro de sus marcos legales para preservar su esencia por encima del individuo cueste lo que cueste. Y, aunque abraza el thriller, la cinta es ante todo un tremendo drama. En la misma encontramos a un personaje, que podría representar al patriota estadounidense medio, y que se da cuenta de que todo es pura fachada. Una fachada puesta al servicio de intereses mayores. Claramente, la película, como muchas de los 70 en dicho género, se muestra duramente influenciada por la convulsa situación gubernamental que sobrevino a los Estados Unidos después del asesinato de Kennedy y el escándalo del Watergate.
Pollack se revela como un director perfecto para capitanear el proyecto. Eso sí, apoyado en un excelso guión ejemplo maestro de precisión. Sobre todo, en lo concerniente a la intriga y el devenir de tensión máxima que se dispara nada más comenzar el metraje. Y eso tras una justa y breve presentación de personajes digna de una precisión de cirujano… Cierto que la cinta carga con el peso de tener a una actriz que debe lucirse. Y a la que deben de dar cabida dentro de una espiral de juego de engaños e intereses. Pero ni siquiera la aparición de Faye Dunaway consigue que el frenético avance de los acontecimientos se detenga.
Aún y con todo, y poniendo claramente en lo peor al personaje de Dunaway, que no el desempeño de la actriz, el film camina siempre bordeando el sobresaliente. Elevándose como una de las mejores muestras dentro de los largometrajes de su estilo. La fotografía del evento va a parar a Owen Ruizman, habitual de Pollack. Quien le saca todo el partido a una ciudad de Nueva York que se rebela como un autentico personaje más del reparto.
El casting es primoroso en cuanto a la calidad y lo bien medido de los personajes. Robert Redford (Joe Turner) clava a la perfección el papel de un héroe reacio, un tipo normal que solo lee libros y que resulta la antítesis del espía. Cuando su mundo, la fachada que la CIA le ha construido como vida se viene abajo, debe de medir bien sus pasos para descubrir qué ha pasado y por qué. Aunque bien es cierto que se echa sus buenas carreras y carga, a su pesar, con un arma durante gran parte del metraje… es el uso de la inteligencia lo que Turner/Redford mejor domina.
La ya citada Faye Dunaway (Kathy) encarna un rol de solitaria fotógrafa que vive un idilio con un hombre que no termina de llenarla. Cuando Turner la usa para huir, esta no sabe qué esperar. Pero, mientras se conocen, la atracción de lo desconocido, por un lado, y la vulnerabilidad de un alma incomprendida por el otro hace que ambos choquen… No entrega Dunaway una mala labor, pero se nota en el film que su fama, y la composición de personajes fuertes que la actriz traía consigo, afectaron al resultado. La película, en general, no la necesitaba más allá del reclamo comercial.
Por otro lado, Cliff Robertson (Higgins) clava por completo un papel que se ajusta claramente a sus aptitudes interpretativas. Un tipo elegante en maneras y forma. Higgins se mueve muy bien entre despachos y trabajando en las sombras. Robertson tiene para su lucimiento dos sensacionales secuencias reveladoras: una cuando se ve cara a cara con Turner por primera vez y la otra la que cierra el film. Otro que brilla a un altísimo nivel, diciendo mucho con poco es Max Von Sidow (Jeubert), un “solucionador de problemas” que no cuestiona lo que le encomiendan. Su gran ventaja es su nula moral. Para la historia queda la secuencia del ascensor, con Von Sidow luciendo una economía de gestos y movimientos que de por sí crean todo el suspense. Queda por último un papel de veterano que mueve los hilos para John Houseman (Wabash).
“Estoy haciendo una encuesta. ¿Cree que el cóndor es un ave en peligro de extinguirse?” (Joe Turner)
En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Los tres días del cóndor, un ejemplarizante thriller conspiranóico con un más que interesante cuarteto de actores. Y todo bajo una dirección magistral obra de todo un clásico de los años setenta como Sydney Pollack. Uno de esos films con aura de clásico desde la cuna.
Tráiler de Los tres días del cóndor
El duelo de intelectos a tres bandas entre Redford/Von Sidow/Robertson. La sensación de aislamiento que se crea entorno al personaje protagonista. Como minimizando el uso de armas y potenciando la inteligencia Turner va acorralando a la agencia.
La anticlimática escena de cama entre Redford y Dunaway. En general el personaje de la actriz queda como mero elemento romántico dentro de una trama de ingente cantidad de personajes descreídos.