La fórmula

GÉNERO: Thriller
DIRECTOR: John G. Avildsen
TÍTULO ORIGINAL: The Formula
PAÍS: EE.UU.
AÑO: 1980
DURACIÓN: 117 minutos
GUIÓN: Steve Shagan
FOTOGRAFÍA: James Crabe
MÚSICA: Bill Conti

📄 SINOPSIS:

Alemania, 1945. Como maniobra desesperada, en visos de una derrota inminente, miembros de la SS, por órdenes de Himmler, entregan a un general una serie de documentos con secretos para negociar con los aliados una rendición que incluya varias garantías a su favor. 35 años después, en California, uno de los grandes secretos de aquellos documentos amenaza con salir a la luz, pudiendo repercutir en pérdidas billonarias mundiales. Alguien está ajusticiando a los que lo conocían y la palabra clave que lo envuelve todo es “Génesis”. (Cineycine).

“Lo último que hizo Tom Neely en esta vida fue intentar escribir la palabra clave ‘Génesis’ con su propia sangre. Resulta que es algo que los nazis consideraban del máximo secreto. Y lo cierto es que aún sigue en Alemania. Escúchame, si estoy en un error no le pasaré los gastos, pero sí es verdad… entonces, el departamento quedará limpio”. George C. Scott viaja hasta el Berlín Occidental de 1980 en busca de respuestas y, sobre todo, de… ‘La fórmula’.

“Está usted crucificando el sueño americano. Las compañías petrolíferas somos las tetas de América. Sin nosotros, no hay América” (Adam Steiffel)

Crítica de La fórmula

Cuesta creer que una película con hasta cuatro ganadores del Oscar como protagonistas, y con un director de enorme calado cultural como John G. Avildsen tras las cámaras, sea una gran desconocida… incluso para muchos cinéfilos veteranos. Y la cinta que hoy nos ocupa lo es. ‘La fórmula’ fue una producción de 1980 con 15 millones de presupuesto, producida y escrita por el mismo autor de la novela best-seller en que la se basa y da título al film. Me refiero a Steve Shagan. El mencionado autor había producido con anterioridad dos films precedentes de Avildsen. Y ambos habían trabajado bien en conjunto. Aunque ninguno fue un éxito de taquilla. Pero con este film su relación laboral se rompió definitivamente.

Ni Shagan ni Avildsen quedaron bien durante la post-producción. Avildsen, como director y editor del film, vio como Shagan realizó un nuevo montaje de la película a sus espaldas. Tras esto publicó varias cartas en medios importantes de Estados Unidos. En las mismas pedía que su nombre fuera retirado de los créditos por esta intromisión. Por su parte, Shagan contestó buscando desacreditar al director declarando que, por contrato, Avildsen no tenía derecho al corte final. Además alegó que tan sólo había alterado partes del film para que predominase el mensaje que lanzaba sobre el macguffin, antes que el género de thriller de investigación criminal que Advilsen creía que era la mejor manera de hacer la película. El remontaje de Shagan resulta evidente en algunas cuestionables decisiones de guión. Así como en las salidas de algunos personajes que nunca son explicadas…

Toda lo anterior viene a cuento para entender parte del ostracismo del largometraje. Lógicamente fue un irremediable fracaso de público en EEUU y luego en el resto del mundo. En gran parte por el mal mensaje que lanzaron peleándose públicamente productor y director. En cuanto al tono, a pesar de las injerencias de Shagan, se nota que la mano de Avildsen ganó finalmente la partida.

La trama se inicia en una época pasada, donde los intereses van por delante de lo que está bien y mal. Posteriormente avanza California en los años ochenta, el auténtico pulmón de Estados Unidos, la cuna del culto al cuerpo, las falsas apariencias y la ostentosidad moderna. Entre medias se sitúa el negocio del petróleo y la necesidad de alimentar el sueño americano mediante “el oro negro”. Todo ello envuelto dentro de un misterio de investigación y asesinato. Además de contar con un macguffin ya anticipado en el título del film. Así las cosas, tenemos un film ambientado en tres partes bien diferenciadas. La convulsa Alemania de finales de la segunda guerra mundial en su prólogo. Los Ángeles en la década de los ochenta en su primer acto. Y, por último, en su segundo acto, las dos Alemanias separadas por el muro de la misma década.

En esos tres microcosmos citados se eleva la fotografía perfectamente medida obra de James Crabe, un colaborador clave del cine de Avildsen. Tremebundo, sobre todo, resulta el enorme choque cultural entre California y el Berlín Occidental. En esta última ciudad transcurre, posiblemente, la mejor parte de la propuesta con secuencias sensacionalmente inmersivas como la entrevista encima del foso de los cocodrilos, o las excursiones en busca de los supervivientes del 45. La música del evento fue a parar a otro insustituible del cineasta, Bill Conti. Si bien no destaca como en otras obras suyas, sí que logra que el relato adquiera tintes detectivescos y peligrosos cuanto más va descubriendo el protagonista acerca de lo que esconde tras su nombre en clave “Génesis”.

Dejando al margen los puntos comentados hasta aquí, el mayor aliciente de ‘La fórmula’ fue poder presenciar el duelo en pantalla, en dos secuencias claves compartidas, entre George C. Scott y Marlon Brando. El primero como protagonista absoluto apareciendo en prácticamente todas las escenas. Y el segundo en un rol secundario que solo hace acto de aparición en tres secuencias. Eso sí, todas realmente geniales donde el astro se luce recreando a un magnate del petróleo. Un personaje basado en la figura real de Armand Hammer.

George C. Scott es Barney Caine, un veterano inspector descreído que solo espera que llegue el domingo para pasar tiempo de calidad con su hijo, que es el único bastión que le hace mantener la cordura luego de haber visto la maldad del hombre. Cuanto más se va metiendo en la investigación, y descubriendo que tras los asesinatos y las pistas falsas hay algo muy grande, más crece su obcecación por zanjar el caso con la verdad por delante. Muy buena labor la de Scott con un personaje que no es ningún misterio para él. Además se crece cuando tiene a su lado a Marthe Keller y, especialmente, a Marlon Brando.

Por su parte, Marlon Brando encarna a Adam Steiffel, un magnate petrolífero dentudo que intenta en vano tapar su calvicie con una imposible cortinilla y luce un conveniente audífono en su oído derecho. El propio Brando diseñó este maquillaje que también incluía una nariz falsa y el vestuario de su personaje. El cual debía de aparentar 75 años por los apenas 56 con los que contaba el astro. Su juguetona actuación eleva la película. Brando solo sale en tres secuencias, pero cada una vale su peso en oro. Para la historia quedan muchas de las sentencias del cara a cara final con una inolvidable llamada telefónica que resume por completo toda la película.

Los otros dos ganadores del Oscar que pueblan el reparto son Barbara Straight y John Gielgud. La actriz encarna a Kate, la viuda de Tom Neely y una mujer que, como parte de los poderosos del film, vive en su torre de marfil. Por su parte, el actor es el Doctor Esau, un hombre obsesionado con que su nombre se gané la inmortalidad. Y, en papeles de cierta importancia, veremos a Martha Keller (Lisa) en un rol recurrente en su filmografía contando aquí con una secuencia de lucimiento junto a Barney. También está un pérfido Richard Lynch (General Kladen) y el siempre solvente veterano G.D. Spradlin (Clemens), la mano derecha en los negocios de Steiffel. Finalmente, cameo expendable de 17 segundos para Craig T. Nelson (Geólogo) que los aprovecha hablar claramente de la rentabilidad de un pozo petrolífero.

“Previne a Tom y le prevengo a usted. Deje a ‘Génesis’ en el pasado” (Obermann)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de La fórmula, un film ampliamente recuperable que trabaja en dos partes: como denuncia y como entretenimiento comercial. Una árida visión del sueño americano y de hasta dónde pueden llegar algunos para preservarlo. Al mismo tiempo supone un excelso duelo de caracteres entre dos irrepetibles intérpretes, dos mitos ineludibles del séptimo arte: Marlon Brando y George C. Scott.

Tráiler de La fórmula

+ Lo mejor:

Cómo va abrazando los resortes del género y sabiamente distrae al espectador del alegato final, que cuando llega resulta aún más revelador. El duelo Brando vs Scott. La parte en el vetusto y devastado Berlín y las revelaciones que allí se van dando.

- Lo peor:

Incluso al final del film nunca se aclara el sentido que tiene matar a todos los contactos con los que va viéndose Barney y no a él. La ambivalencia de Lisa choca de lleno con la resolución final… irremediable a la vista de hacia donde la lleva el film, pero cuestionable desde el sentido común.

Puntuación de Cineycine

DIRECCIÓN
7.5
GUIÓN
6.5
REPARTO
8
7

J. Glez

Crítico de cine especializado en análisis cinematográfico y reseñas detalladas de películas.

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