El Álamo

📄 SINOPSIS:
Año 1836. Texas bajo bandera mexicana. Una pequeña guarnición fronteriza es asignada por el General Houston al coronel Travis. Esta debe de ser la barrera durante el mayor tiempo posible para que el generalísimo Santa Ana no logre cruzar hasta Texas, sin que Houston tenga tiempo para reunir a sus hombres. En su misión, Travis contará con Jim Bowie y, en última instancia, con el trampero David Crockett. Un total de 156 hombres para luchar contra un ejército mexicano de más de 7000. (Cineycine).
“Aquí está Santa Ana con siete mil hombres. Aquí el río Saline. En algún lugar de por aquí, Sam Houston intenta formar un ejército. Y exactamente en medio estamos nosotros. Santa Ana no puede avanzar dejando un bastión enemigo a retaguardia. Cada minuto que logremos para Houston, es otro minuto para la vida de Texas. Nadie podrá decir nunca que W.B. Travis no logró todos los minutos posibles”. John Wayne es David Crockett, uno de los defensores más populares de ‘El Álamo’.
“El tiempo para vivirlo y el lugar para morir… eso es lo que tiene el hombre. Ni más ni menos” (Pastor)

Crítica de El Álamo
A punto de terminar la década de los años cincuenta, John Wayne, mito americano por excelencia, se embarcó en la epopeya de narrar uno de los hechos históricos más populares de la historia de Estados Unidos. Me refiero al asedio y resistencia en ‘El Álamo’, durante trece días, por parte de un centenar de texanos ante el tremebundo y ampliamente numeroso ejército mexicano liderado de Santa Ana. Wayne logró, bajo el amparo de su productora Batjac, tras unirse a United Artist y MGM, un presupuesto de 12 millones de dólares. Hablamos de casi el mismo coste de la mastodóntica ‘Ben-Hur’ (William Wyler, 1959). La mayor parte de lo recaudado fue conseguido por el propio Wayne. “El Duque” hipotecó todas sus propiedades para la producción. No fue hasta 1971 que logró levantarse económicamente cuando la cinta fue vendida para su pase en televisión a la NBC.
El rodaje tuvo lugar en Texas, concretamente en una enorme propiedad donde se alzó una replica exacta de el Álamo. Como curiosidad, allí se quedaría para la posteridad y más tarde fue escenario de unas cien películas hasta su demolición en el año 2010. El estreno del film tuvo lugar el 24 de octubre de 1960 en San Antonio (Texas). ‘El Álamo’ es mucho más que una lección de historia. Es un largometraje necesario. Necesario para no olvidar, para honrar y para servir como un legado indeleble del propio Wayne para con su país. Estamos ante un western ejemplar y más lirico que espectacular, eso es cierto. Pero movido por un trasfondo narrativo del cual se extrae una verdadera emoción.

En lo relativo a la acción y la violencia comentar que estallan en su clímax. Antes de eso tendremos varias set-pieces en donde el minoritario ejército texano usa tácticas para mermar el tremebundo poder de aniquilación mexicano en todos sus medios. Sobre el asalto final destacar que no estamos ante una visión única y claramente viciada del evento. De hecho, los soldados que pueblan el fuerte asisten con amplia consideración al valor que los mexicanos emplean en batalla. Además, Santa Ana no es visualizado como un tirano, sino como un hombre de guerra que creía tener la razón. Atención a como envía a sus mensajeros para darles a los texanos la oportunidad de evacuar a sus mujeres e hijos… o a la honorable secuencia presentado armas que sirve para cerrar el film. Secuencia luego millones de veces copiada.
En su trabajo detrás de las cámaras, el propio Wayne concibió el film como una alegoría sobre la incipiente guerra fría condenada a estallar entre Estados Unidos y la URSS en aquellos tiempos. En cuanto a su trabajo como director, cierto es que, con altibajos y una acción épica concentrada en su clímax, Wayne logra salir muy bien parado del envite apoyado en una clara influencia de su amigo John Ford. El legendario cineasta llegó a visitar el rodaje para dar apoyo a la estrella. Se nota que Wayne quería ante todo dibujar un estudio exacto de los personajes, de su deber, de su misión… Algo que logra sobradamente apoyándose en una sensacional fotografía en espacios naturales obra de William H. Clothier, habitual del citado Ford. Ojo a la evocadora secuencia ante el majestuoso árbol que sirve como alegato vital de Crockett ante su ansiado amor.
No es que estemos presenciando un trozo de la historia, es que estamos viendo como se hacía la historia. Más allá de las ideas políticas, o de la afiliación del ‘Duque’, la película se puede defender por sí misma. Aquí se narra con pasión, exactitud y honorabilidad la resistencia de unos hombres contra el totalitarismo. La fuerza y la fe. El valor ante un final irremediable. Y todo confiando en que la historia no olvidará lo que hicieron, tal y como bien apunta en determinado momento Sam Houston… Atención a las bellísimas notas de Dimitri Tiomkin que te venden por completo el film. Estas vienen a ser una adaptación de la sonata mexicana “El degüello”. Igualmente excelsa es la canción original “Green Leaves of the Summer” obra del propio Tiomkin.

El casting del film lo encabeza el propio John Wayne. En primera instancia quería solo asignarse el breve rol del General Houston. Pero, por motivos comerciales, tuvo que acabar por calzarse las botas y el gorro de mapache de David Crockett. Su personaje encarna a la perfección el espíritu de Tennessee y Wayne clava con pleno de carisma al héroe fronterizo. Un tipo que acababa de entrar en el congreso y que siempre tenía una historia para contar y poseía un espíritu de rectitud inalterable.
Richard Widmark logra como Jim Bowie momentos de un trabajo bien llevado y otros en donde luce demasiado forzado. El propio Widmark se quejaría de que su personaje no era el acertado y de que Wayne no lograba dirigirle para lograr el objetivo. Cierto es que, de todos ellos, y a pesar de su indudable valía actoral, Widmark es el que menos brilla. Y eso que tiene momentos de lucimiento como sus continuos careos con Travis (cuando despierta de una borrachera monumental inducida por Crockett) o al leer una carta de un mensajero externo.
Quién si se asienta por completo en sus botas es un decidido Laurence Harvey como el coronel Travis, un hombre con una misión por encima de cualquier cosa. Y para ello deja de lado casi cualquier atisbo de humanidad por el camino. Una humanidad solo reservada para sus confesiones con su mano derecha Ken Curtis (Dick) y para con Crockett, al que admira y trata con respeto en todo momento. Muy buena labor la de Harvey que quedó, en gran parte, encasillado tras este papel. Roles dignos de mención quedarían para Richard Boone (Houston) en un cameo expendable de dos escenas. Chill Wills (Beekeeper) el simpar borracho y guardián de la cerveza de la tropa de Crockett. Frankie Avalon (Smitty) como un chaval que busca aprender al lado del mito. Y, por último, Linda Cristal como el amor imposible del relato.
“Independencia. Me gusta el sonido de esa palabra. Equivale a decir que la gente podrá vivir y hablar con libertad… Hay palabras que le ponen a uno como un nudo en la garganta. Independencia es una de ellas” (David Crockett)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de El Álamo, un histórico western en su máxima definición. El legado de John Wayne para con su nación. Un alegato a favor del hombre, del honor y del bien. Con todo merecimiento un clásico atemporal y lo más cercano a ver la historia contada ante nuestros ojos.
Tráiler de El Álamo
El dibujo de los tres personajes principales. Como logra que creamos en que todos actuaban siguiendo su fe y código, teniendo la verdad y la razón de su parte. La mezcla de nerviosa calma antes del asedio bien llevada por varias secuencias de camaradería típicamente del cine de Wayne. El clímax.
Puede que se haga algo larga en relación al tiempo entre la espera y la batalla en sí. Richard Widmark, en ocasiones, se tambalea sin creer realmente en su personaje (véase la secuencia de la lectura de la carta altamente forzada, a pesar de la ajustada y exacta iluminación del momento).






