Crónicas de San Sebastián 2016, día 5
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Crónicas de San Sebastián 2016, día 5.

La quinta jornada del Festival de San Sebastián se postulaba como una de las peores tras los visionados de ‘Colossal’ y ‘As you are’, pero Juan Antonio Bayona y François Ozon salvaron la noche con ‘Un monstruo viene a verme’ y ‘Frantz’, dos de las obras que más se comentarán, en diferentes círculos, este año. Superamos así el ecuador de esta 64 edición, que parece no haber estado muy acertado en la selección de sus títulos a Sección Oficial.

‘Colossal’.
No sabemos cómo pero la vuelta de Nacho Vigalondo al cine norteamericano ha conseguido hacerse un hueco en la Sección Oficial de esta edición. La extravagante propuesta del español cumple a la perfección como comedia absurda, pero no entendemos cómo ha podido llegar tan lejos. Esta comedia sci-fi, que constituye un claro homenaje a películas como ‘King Kong contra Godzilla’, nos adentra en al vida de Gloria, una mujer corriente que tras una mala racha decide marcharse a su ciudad natal para intentar recomponer su vida. Allí descubre que un lagarto gigante aparece todo los días en Seúl causando el caos, y poco a poco se da cuenta que está relacionada con tan extraño acontecimiento.

‘Colossal’ funciona muy bien cuando se vuelve rematadamente absurda. Este ingenioso ejercicio evidencia las ganas del cineasta español por crear una obra de monstruos al estilo Toho, enfrentando a lagartos y robots en un contexto tan anómalo como divertido. El nuevo trabajo de Vigalondo cumple a la perfección como producto de desasosiego, pero solo en las partes en las que los monstruos hacen acto de presencia. El problema es que el entusiasmo del director no se advierte en los otros aspectos del filme. Los personajes están muy mal dibujados, así como sus conflictos e intereses, y su intento por convertirse en un alegato contra el maltrato es tan ridículo como desafortunado. No aplaudimos ‘Colossal’ por su intento de vender que todos tenemos traumas infantiles, y tampoco por el curioso enfoque con el que pretende abordar ciertos temas, pero sí por su impecable factura técnica y por lo divertida que resulta cuando se vuelve más loca. Ojalá Vigalondo hubiera estado más acertado desarrollando todo lo que hay alrededor de su absurdo…

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‘As you are’.
La primera obra de Miles Joris-Peyrafitte llegaba a San Sebastián después de entusiasmar en el Festival de Sundance, donde se hizo con el Premio Especial del Jurado en drama, y aunque sus primeros minutos parecían responder a esa recepción crítica, el refrito que nos encontramos al final la aleja de cualquier sensación satisfactoria. Y es que la película de Joris-Peyrafitte concentra un número descarado de tópicos sobre cine de adolescentes, y ni siquiera consigue acercarse a la obra de su claro inspirador, Gus Van Sant. ¿La consecuencia? Los primeros abucheos en la sala para una película a competición.

Para dar forma a su ópera prima, el joven cineasta se ha inspirado en el amor adolescente y Nirvana. En ‘As you are’ Joris-Peyrafitte cuenta la historia de Jack, un estudiante de instituto que vive con su madre soltera. Considerado un marginado social, Jack encuentra en Mark, el hijo del nuevo novio de su madre, al amigo y compañero que necesitaba para su salvación. Su relación se pone a prueba cuando la separación de sus padres se vuelve inminente, y ambos tienen que demostrar hasta dónde están dispuestos a llegar para seguir juntos.

El mayor problema de ‘As you are’ es creerse más interesante de lo que es. Nada en la premisa y posterior desarrollo de esta propuesta indie merece reconocimiento por parte del espectador, que se verá abrumado por una sensación continua de déjà vu. El director pretende crear con esta obra un drama reflexivo sobre el amor, la amistad y el deseo, pero termina por enredarse en su propio exceso. La cantidad de momentos ridículos, la obviedad de su desarrollo y el constante subrayado, convierten su visionado en un ejercicio de fuerza para el espectador, que además debe mostrarse compasivo ante el intento de Joris-Peyrafitte de demostrar su valía como director en cada plano. Una pena que el (sub)género esté degenerando en productos tan irritantes como este.

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‘Un monstruo viene a verme’.
Después del recital lacrimógeno al que dio lugar con Lo imposible’, era de esperar que el nuevo proyecto de Juan Antonio Bayona deparara muchas dudas. Su característica forma de abordar las emociones le han valido multitud de críticas en los últimos años, que no han dudado en tacharle de manipulador emocional. ‘Un monstruo viene a verme’ es la respuesta del director a todas esas acusaciones, una película mucho más contenida y que apuesta por la imaginación antes que por el drama superficial, convirtiéndose en el cierre perfecto a su trilogía sobre las relaciones maternofiliales y la muerte. Para su nueva película, Bayona ha echado mano de la novela homónima de Patrick Ness centrada en Connor, un niño de trece años que cada noche recibe la visita de un monstruo que le cuenta tres historias. Estos encuentros le obligarán a enfrentarse a su mayor pesadilla, una que se repite cada noche desde que su madre cayó enferma de cáncer.

La forma en la que Bayona decide contar esta historia sobre el miedo y la pérdida resulta realmente atractiva cuando se centra en Connor y el monstruo. Es entonces cuando emerge el Bayona más inspirado, haciendo uso de técnicas como la animación y apelando a la épica con una firmeza asombrosa. La agilidad y eficacia de estas partes, que culminan con una de las escenas más potentes que veremos este año, posicionan a la obra del director varios peldaños por encima del pornodrama al que nos tiene tan (mal) acostumbrados. Aunque la película no está exenta de crítica en ese sentido. El director vuelve a caer en el error de retratar la muerte y sus momentos previos con demasiado dramatismo, enfatizando con la música cada situación susceptible de lágrima. No es tan exagerado como en ocasiones anteriores, y prueba de ello es que el silencio envuelve una de las escenas más emotivas de la película, pero parece que Bayona se resiste a desnudar esas escenas, a dejarlas funcionar por sí solas.

Aún así, el director español ha firmado uno de los cuentos más emotivos sobre la madurez prematura. Si todo marcha como debería, volveremos a estar frente a la salvadora de la taquilla anual española.

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‘Frantz’.
François Ozon vuelve al Festival de San Sebastián dos años después para deleitar con su remake de ‘Remordimiento’, la película de Ernst Lubitsch de 1932. Fuera de los márgenes del cine militante en el que se enmarca la obra original, Ozon presenta en ‘Frantz’ una visión moderna e intimista del conflicto amoroso escrito por Maurice Rostand. En su obra más contenida de los últimos años, el francés se ubica en una pequeña ciudad alemana después de la Primera Guerra Mundial para contarnos la historia de Anna, una joven que visitando a su difunto prometido en el cementerio conoce a Adrien, un combatiente francés que lleva flores al mismo hombre.

En ‘Frantz’, Ozon plantea una reflexión atemporal sobre las consecuencias sociales de un conflicto bélico, y lo hace a través de la figura de Adrien, un francés en tierras alemanas que se enfrenta al rechazo por su condición de galo. La película, que calca escenas de la obra de Lubitsch, no se aventura en la edificación de un juicio sobre buenos y malos sino que apuesta por una postura pacifista. Tiene sentido que la cinta de Ozon presente un discurso más maduro a este respecto, ya que hoy en día no se antoja necesario la inclusión planos de desfiles o heridos en combate. Además, Ozon se aleja del material original para construir un melodrama de manual, apostando por la ambigüedad primero y sucumbiendo a las reglas del género después. Con movimientos muy sutiles, el director se acerca y aleja de los personajes con la misma delicadeza con la que fluyen sus sentimientos, construyendo uno de los dramas amorosos más embaucadores de los últimos años. Una película tremendamente bella e imaginativa, en la que el francés demuestra su crecimiento como cineasta al hacer tan accesible una obra de esta temática.

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Cerramos así una jornada en la que pudimos disfrutar de dos obras notables, y a la espera de que ‘Sieranevada’ y ‘I, Daniel Blake’ hagan lo propio en la sexta jornada de esta 64 edición del Festival de San Sebastián.

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