Una batalla tras otra

TÍTULO ORIGINAL: One Battle After Another
PAÍS: EE.UU.
AÑO: 2024
DURACIÓN: 161 minutos
GUIÓN: Paul Thomas Anderson sobre la novela de Thomas Pynchon
FOTOGRAFÍA: Michael Bauman (Imágenes vía Warner Bros. Spain)
MÚSICA: Jonny Greenwood

📄 SINOPSIS:

Perfidia, una revolucionaria y cara visible del 75 francés, acabó por ser una oveja negra en su propia organización cuando, tras ser detenida, aceptó un trato con el gobierno a cambio de testificar contra sus compañeros de armas. Su pareja, y padre de su hija Willa, consiguió escapar gracias a un chivatazo. Y ha logrado permanecer fuera del radar durante dieciséis años. Pero ahora el mismo hombre que capturó a Perfidia vuelve a seguirle de cerca. ¡Esta vez la guerra será personal! (Cineycine).

“Esa no la recuerdo… no nos pongamos tiquismiquis con las contraseñas. Soy Bob Ferguson. Estaba en el 75 francés. Steve Lockjaw ha asaltado mi casa y ha secuestrado a mi hija y no recuerdo, lo juro por mi única hija, la respuesta a esa pregunta. ¡Tengo que encontrar a mi hija!”. Paul Thomas Anderson nos presenta ‘Una batalla tras otra’.

“Tu madre y yo la liábamos muy gorda” (Bob)

Crítica de Una batalla tras otra

Paul Thomas Anderson vuelve a basarse en una novela de Thomas Pynchon para dirigir una película bastante cercana al espíritu anárquico de su obra anterior, Puro vicio (2014). Aquella era una alucinada, sarcástica y fumadísima historia de detectives y desapariciones. Y ahora, en el caso de ‘Una batalla tras otra’, estamos ante una enloquecida, surrealista y exagerada crítica a todos los estamentos de EEUU. La versión disparatada de la mucho más cruda ‘Civil War’ (Alex Garland, 2024). No hay santos aquí. Y sí un buen sinfín de pecadores. Personajes totalmente sacados de quicio, al borde del delirio y pasados de vueltas. Un caso claro de película de esas que amas u odias. De las que no dejan espacio para juicios nulos. Donde te puedes reír de los hechos más inesperados y alucinar con momentos totalmente inenarrables.

Claramente la comedia negra y absurda domina la trama y el tono. Estamos ante una trama digna heredera del cine más fronterizo de los hermanos Coen. Los Coen de ‘Arizona Baby’ (1987) o ‘El gran Leboswky’ (1998). Pero también tendremos momentos para el drama, el suspense, la acción e incluso incomodísimos y espeluznantes instantes que dejarán el corazón y el alma humana en mal lugar para determinados personajes. Hablando de personajes… de protagonistas de roles de mastuerzos, o con el cerebro frito, y principalmente masculinos, vive el film. El ejemplo más claro es el de un muy cómodo Leonardo DiCaprio. El oscarizado actor podemos decir que repite, por cuarta vez consecutiva, el mismo papel. Me refiero al rol de un tipo que acaba metido en algo que le queda grande sin saber muy bien cómo y no siendo el lápiz más afilado del estuche.

Anderson se maneja cómodo apuntando y disparando a los estamentos sociales y políticos del sistema americano. La sátira que representa el film seguramente es la que ha logrado alzar su propuesta como “obra maestra” por parte de varios sectores de la crítica mundial. Y, aunque ‘Una batalla tras otra’ no se sitúa ambientada en la época Trump, se nota que lo que nos quiere contar nace de dicha administración… De un lado, tenemos al típico grupo que lucha contra los poderes facticos. Una supuesta “familia” que se cierra en banda en torno a los suyos, haciéndose fuertes para derrotar la opresión del sistema. Y de otro tenemos al estamento militar, carentes de humanidad y que actúan siguiendo órdenes. Por último están los poderes gubernamentales. Poderes con sus facciones secretas y una serie de hombres poderosos que buscan mantener la pureza americana. De largo son los más señalados.

Parece claro contra quien carga su antipatía Anderson. Aunque a todos los dibuje como a seres contradictorios, imperfectos e incluso absurdos… son los revolucionarios los que no dudan en delatar y vender a los suyos a las primeras de cambio. Los militares hacen la guerra por su cuenta. Y los poderosos tienen tanto o más que esconder que todos ellos juntos. Si bien la película es puro exceso, lo hace con un ritmo incansable claramente azuzado por la constante banda sonora flotante de Jonny Greenwood. La fotografía de Michael Bauman, y su filmación en Vistavision, realzan una ambientación casi por entera en localizaciones reales. En las mismas asistimos a varias atrapantes postales. Sin duda, este es un punto a favor del largometraje que, seguramente, le otorgará un buen envejecimiento visual en las décadas venideras.

En pantalla siempre está pasando algo. Y el humor, negrísimo y absurdo, aparece en cualquier momento. Y eso que la cinta abraza un buen número de géneros. Eso sí, lo disparatado de las situaciones por las que transita hace que el drama no termine de funcionar como debiera. La que sí que cuaja es la acción. Una acción tipo road-movie que se hace presente en el segundo y tercer acto con algunas ráfagas en el primero. De un total de 161 minutos, la acción ocupará unos 30. Atención especialmente a cierta persecución que logra atrapar en el clímax con varios coches furiosos implicados en ella. O también a la tensión que transmite Bob, un inútil licenciado, luchando desesperada y surrealistamente por recuperar a su hija adolescente. Demostrando esta última rápidamente que no es ninguna damisela en apuros.

El casting es bastante diverso. Y en su mayoría son recreaciones al límite. Auténticas caricaturas o, si se quiere, creaciones dignas de dibujos animados. Leonardo DiCaprio es Bob, un tipo experto en explosivos que se unió tiempo atrás al 75 francés. Seguramente lo hizo por la barra libre de drogas y por aquello de tener una causa: alguien contra quien volcar su ira. DiCaprio es el que mayor tiempo en pantalla tiene. Su labor, casi desde el minuto uno, va en el mismo tono. En cualquier caso, gana bastante cuando se le empareja con un inalterable sensei al que da vida Benicio Del Toro (Sergio). Ojo a Del Toro porque de largo, y sin inmutarse, es quien mejor sabe en qué película está. En su caso, menos es más para destacar dentro de todo el caos que es esta propuesta.

Pero no es el personaje de DiCaprio el precursor de todo. Ni siquiera se puede hablar claramente de que sea el eje narrativo de la película. Si bien es cierto que, por lo menos, aun siendo un botarate, se mueve por motivos que pueden desprender en el espectador sentimientos desde el corazón con los que identificarse. Mucho más complicado, y debemos dar gracias de que desaparezca del metraje antes de la hora de película, resulta Teyana Taylor como Perfidia. Su actuación es totalmente anti-carismática. Su personaje es una aspirante a revolucionaria malencarada, malhablada y egoísta. En determinado momento sale del film coincidiendo con un salto de dieciséis años del mismo.

Uno que brilla de forma grotesca es Sean Penn como Lockjaw, un militar de alto rango al que Perfidia humilla de forma totalmente intencionada al comienzo. Surge así una relación inenarrable cuyas reminiscencias salpicarán toda la película. Cada paso y acción del personaje de Penn va subiendo un peldaño más, elevándolo como un ser altamente peligroso y enajenado. No se pierdan su peinado, su forma de andar y de hablar, y cómo se rebela como pura fachada ante alguien que se digne a rascar por encima de la superficie…

Por su parte, Regina Hall (Deandra) hace lo que puede con lo que le dejan. Es una hermana de la revolución que acude en un momento clave en busca de Willa (interpretada por Chase Infiniti en su debut cinematográfico). Ella es, si acaso, la única protagonista con el que uno puede establecer una conexión. Y esto es así porque su Deandra logra permanecer imparcial ante todo el sinsentido del mundo que Anderson dibuja. Quedan para el final Tony Goldwyn (Virgil) y su poderoso Dodge como una especie de solucionador de problemas. Y también un decrepito, y realmente repulsivo, Kevin Tighe (Roy Moore) como un jefazo anciano apoltronado en su sillón soltando sentencias raciales durísimas.

“¿Sabes que es la libertad? No tener miedo… como Tom Cruise” (Sensei Sergio)

En resumidas cuentas.
Concluyo esta crítica de Una batalla tras otra, una película que no es, ni de lejos, la “obra maestra” o la influyente nueva y épica masterpiece de Paul Thomas Anderson que nos quieren colar. Dentro del caos y la convulsión hay un buen film, pero no la obra magna que muchos quieren pintar. Esto último debe quedar claro.

Tráiler de Una batalla tras otra

+ Lo mejor:

La indescriptible pareja de energúmenos que forman DiCaprio y Del Toro. Sean Penn en un retrato monumental de tarado de época. Sus minutos finales apostando por entero por un solo género son, de largo, lo mejor del evento.

- Lo peor:

Teyana Taylor, incluyendo su impostado momento carta lacrimógena final. La comedia demencial logra estar tan presente que luego es imposible comprar como es debido el drama del film.

Puntuación de Cineycine

DIRECCIÓN
7.5
GUIÓN
6.5
REPARTO
7.5
7.1

J. Glez

Crítico de cine especializado en análisis cinematográfico y reseñas detalladas de películas.
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