Avatar: Fuego y ceniza
📄 SINOPSIS:
Mientras siguen tratando de aceptar la trágica pérdida de su hijo, Jake Sully y Neytiri se enfrentan una nueva amenaza que pone en riesgo el frágil equilibrio de Pandora. El conflicto se intensifica, los viejos enemigos regresan y la familia vuelve a ser el eje de una lucha por la supervivencia. (Cineycine).
James Cameron regresa al universo de Avatar con la tercera entrega de la saga que redefinió el concepto de cine inmersivo. En esta nueva película, Pandora se expande con nuevos territorios, culturas y conflictos. Vamos a sumergirnos en ‘Avatar: Fuego y ceniza’ para ver qué nos ofrece.
“Tu diosa no tiene poder aquí” (Varang)
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Crítica de Avatar: Fuego y ceniza
James Cameron, tras haber regresado al universo de Pandora en 2022 con ‘Avatar: el sentido del agua’, nos trae ahora una nueva secuela que realmente no lo es. Hemos de recordar que, en la mente de Cameron, estas dos últimas películas se habían concebido como una sola. Y fue solo por las presiones de la productora, y porque el metraje hubiera sido inasumible, que decidió partir la película en dos entregas. Dos películas que iban a estrenarse por separado. La buena noticia es que, gracias a eso, no hemos tenido que esperar demasiado para poder ver lo que claramente es el desenlace de la segunda película. La mala es que esta secuela no se siente como tal. En realidad no nos ofrece una expansión a todos los niveles sino más de lo mismo. Estamos ante una suerte de continuación que no aporta prácticamente nada novedoso ni fresco.
He preferido dejar lo anterior claro desde el principio. Y lo he hecho así porque, en realidad, la mayor pega de esta propuesta, más allá de algunos elementos que comentaré más adelante, es la sensación de que nos hemos ido a casa tras ver la segunda película, y después de una pausa de tres años, hemos regresado a la sala para continuar la historia donde la dejamos. A esto hay que sumar que hay una clara sobredosis de espiritualidad y ecologismo. Basta recordar que a Cameron le gusta recrearse en estos elementos. Y, si bien forman parte del ADN de este universo, pueden provocar cierta fatiga en los espectadores o en aquellos que simplemente ya están hasta el gorro de los Na’vi.
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La trama comienza mostrándonos el día a día de Jake (Sam Worthington) y Neytiri (Zoe Saldaña), mientras tratan de sobrellevar, cada uno a su manera, la trágica pérdida de su primogénito. Por su parte, Lo’ak, a quien da vida Britain Dalton, vive atormentado por la culpa y no logra reconectar con su padre. Este último también le considera responsable de la muerte de su hermano. Y es en ese ambiente de drama familiar donde encontramos a Kiri, una fantástica Sigourney Weaver, construyendo su viaje de autodescubrimiento mientras busca respuestas a sus preguntas. No podemos decir lo mismo de Spider (Jack Champion), un personaje mal escrito y con comportamientos extraños. Desgraciadamente, Spider termina siendo una losa para la película porque buena parte de la trama gira alrededor suyo.
La vida de los Sully aún empeora más cuando Quaritch (Stephen Lang) regresa para reanudar la captura de Jake. El trabajo de Lang, ya convertido totalmente en Na’vi, es tan solvente como en las anteriores entregas. Aunque el nuevo antagonista llegará con la presentación de los Mangkwan, una siniestra tribu Na’vi nacida del fuego y la desesperanza. Una tribu alimentada por las oscuras ansias de poder de su líder Varang, interpretada por Oona Chaplin. Sin duda, su Varang es el mejor personaje de todos y el que ofrece mayores matices interpretativos. Era muy necesario aportar el lado oscuro de los Na’vi que, hasta ahora, estaban tan idealizados. Pero, al mismo tiempo, se comete un error importante…
Y el error no es otro que relegar a un personaje con tanto potencial como Varang a un papel secundario. Así las cosas, queda supeditada a Quaritch y se le arrebata ese poder dominante que, al principio, había mostrado. Podría haber sido una villana mucho mejor con un punch tremendamente mayor. Desgraciadamente escogieron mantener el duelo entre Jake y Quaritch en detrimento suyo. Llegado este momento hay que comentar los puntos fuertes y flojos que tiene el guión. Un libreto que, nuevamente, corre a cargo de James Cameron, Rick Jaffa y Amanda Silver.
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Hay que tener en cuenta que, precisamente, por ser una continuación más que una típica secuela, el guión también mantiene la línea. Aquí todo forma parte de la misma historia. Y he de decir que apenas hay relleno. En este film cada escena y cada secuencia nos cuentan algo. Si bien, no es menos cierto que se recrea tanto en los escenarios que el espectador puede acabar saturado. Tal como sucediera en la anterior entrega, se trabaja muy bien la tensión familiar que rodea a los Sully. Y se logra que empaticemos con los personajes y sus circunstancias. Pero hay elementos que lastran esta labor y son el personaje de Spider y ese desaprovechamiento de la que debería haber sido la villana principal. Y, claro, fruto de todo lo comentado tenemos un clímax sospechosamente clavado al del film anterior con la única diferencia del título.
Respecto a la imagen, ‘Fuego y ceniza’ sigue apostando por sumergir al espectador en escenarios hiperrealistas. El apartado visual es apabullante… pero no marca una gran diferencia con su antecesora, aunque sí nos ofrece ciertas mejoras. Una de ellas es el mayor uso del aumento de FPS para mejorar la fluidez del 3D, pasando de 24 frames a 48 a lo largo de prácticamente un 40% del metraje. Básicamente en todas aquellas escenas que no son de diálogos. Esto nos deja unas secuencias de combate impresionantes y también la extraña sensación de estar viendo las cinemáticas de videojuego más perfectas y virtuosas hasta la fecha. Es una inmersión casi total. Quién sabe si en las dos continuaciones que aún le quedan a Cameron en la chistera se atreverá a usar la realidad virtual para poner la guinda al pastel.
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Conclusión.
Termino esta crítica de Avatar: Fuego y ceniza, en base a todo lo que he comentado, no creo que esta sea la mejor película de las tres que llevamos. Podría haberlo sido, pero desgraciadamente no lo es. No obstante, las más de tres horas que dura se me pasaron relativamente volando, abstraído y maravillado de todo lo que Cameron me ponía en pantalla. Puede que sean cantos de sirena, que te cautivan y te arrastran irremediablemente, pero lo cierto es que ver una película de Avatar sigue pareciéndome una de las mejores experiencias visuales y cinematográficas. Porque sí, esto sigue siendo cine, que nadie lo dude. Aunque es un tipo de cine que no es para todos. Desde luego a quien no disfrutara con las dos anteriores entregas no le recomiendo que vea esta tercera parte.
Tráiler de Avatar: Fuego y ceniza
Un apartado visual al que se le acaban los adjetivos ¡Tremendo!
El personaje de Spider y lo poco aprovechada que está Varang.




