Revolución

📄 SINOPSIS:
Año 1776. Tom Dobbs es un trampero que llega hasta el puerto de Nueva York junto a su hijo, Ned, el único vástago que le queda vivo. Allí su barco le será confiscado, en nombre del gobierno, por 20 dólares a pagar por intereses cuando termine la guerra entre América e Inglaterra que está a punto de estallar. Cuando cree que ha perdido su sustento, todo se vuelve peor al descubrir que Ned se ha alistado para luchar por 5 chelines. Sin poder deshacerlo, Dobbs también acaba enrolado en una guerra que no entiende, de la que no quiere formar parte y bajo un lema: “Libertad o muerte”. (Cineycine).
“Un lugar en donde no hay que inclinarse ante nadie. En donde no hay damas ni señores que dicen valer más que tú. Donde uno puede decir lo que quiere y puede llegar a lo más alto. Donde no se trata a nadie como si fuera un perro. Entre todos crearemos un lugar nuevo. Un lugar donde nuestros hijos puedan dormir tranquilos”. Así empieza una ‘Revolución’.
“Todos son hijos de alguien y todos están dispuestos a luchar contra la tiranía. Los hijos van a la guerra porque los padres no van. ¿Quiere volver a ver a su hijo? ¡Alístese!” (Sargento Jones)

Crítica de Revolución
“No sé qué salió mal con esta película. A veces son sólo los motivos de siempre… Warner Bros la quería lista para diciembre, para competir en los Oscar. La vendieron basándose en mi fama. Montaron carteles gigantes con mi cabeza. Allí estaba yo con la mirada vacía y confundida. Lo vi y pensé… esto no es la película. Por desgracia, acabó siendo un desastre”. Así es como recuerda Al Pacino, en su autobiografía ‘Sonny Boy’, la película que hoy nos ocupa. Un servidor no sería tan duro. Pero sí que calificaría este film como una ocasión fallida. No es una mala propuesta, pero tampoco la gran película que todos esperaban. Simplemente queda en terreno de nadie. En esta oportunidad… ¡la bala no atravesó el cañón!
Se adivina en ‘Revolución’ a un gran director con grandes intenciones. Y también una gran historia que quería ser contada. Y es indudable que presentaba grandes actores en papeles que, en otras condiciones, deberían haberlos hecho lucirse. No obstante, nada de eso pasó. O si lo hizo, fue fugaz y claramente insuficiente para levantar un film de más de dos horas que buscaba una carrera de premios. Y eso que Hugh Hudson parecía un valor seguro. Hablamos de un realizador nominado al Oscar por ‘Carros de fuego’ (1981) y un hacedor de un éxito de taquilla como ‘Greystoke’ (1984). Estos logros hacían sentir que podía hacer funcionar cualquier propuesta. Sin embargo, y tras el fracaso de ‘Revolución’, Hudson dio por acabada su carrera dirigiendo grandes producciones en Hollywood. No olvidemos que el film costó 25 millones y acabó recaudando la pírrica cifra de 358.574 $ en salas USA.

Pero ¿Y la película qué? ¿De verdad era tan mala? No. Y eso a pesar del caos que abarcan los cuatro tramos en los que está ambientada, lo abrupto de varios de sus cambios de época, o los fundidos a negro sobre los cuales se intuyen secuencias imposibles de enlazar unas tras otras por Stuart Baird (el editor). Pues bien, pese a todos estos defectos, hay una película con grandes paisajes y con una historia importante que, en ocasiones, logra llegar a rozar el corazón del espectador. Pero, en su conjunto, todo no funciona como debiera… El problema de ‘Revolución’ es que, por medios y ambiciones, debía ser grande y épica. Debía de tener aventura, acción, historia y drama. Siendo esto último lo que prevalece y, en ocasiones, da tantas vueltas sobre sí mismo que pierde fuerza.
La fotografía de Bernard Lutic saca partido de los espacios abiertos agradeciendo el rodaje en entornos naturales. Y lucen fidedignamente visualizados la tumultuosa Nueva York, los apostamientos militares, los barrizales, la suciedad de la misma guerra, los hombres matándose entre ellos,… Se ven los improvisados hospitales de guerra, la vida en las fábricas, la podredumbre de los americanos de a pie en clara contraposición con los fieles al Rey Jorge que viven en la total opulencia. Todo eso está muy bien filmado. El mayor problema reside en cómo está todo condensando en dos horas de metraje. Así pues, hay tramos que bien podrían haberse eliminado por hacer incluso risible algunas decisiones y abruptas otras. Y ojo, a pesar de ser una producción británica, no deja en buen lugar en ningún momento a los suyos.
Por su parte, la tristeza de la música de John Corigliano captura la esencia del sin sentido de la guerra que el padre se niega a librar, de la losa emocional, del que lo ha perdido casi todo y solo tiene a su hijo en la vida. Un hombre analfabeto que carga con una mochila de piedras emocionales por devoción para con su hijo. La banda sonora encaja dentro de la tristeza y demolición que la guerra deja a su paso, pero no consigue elevar las imágenes.

En el casting, Al Pacino (Tom Dobbs) no termina de verse cómodo. Esto podía encajar en ‘A la caza’ (William Friedkin, 1981), pero no aquí. En las secuencias donde Pacino sí se cree a su personaje, y sus motivaciones, se nota. Pero la pena es que son pocas. En las que no, deambula por la escena claramente desubicado. Como si supiera que ni él, ni el espectador se creen lo que está haciendo. Aún y con todo, su personaje y actuación va ganando en los últimos cuarenta y cinco minutos, sobre todo por cómo va avanzando moralmente su Tom Dobbs. Resaltar que este film provocó la retirada, sin avisar, de Pacino de la gran pantalla durante casi un lustro.
Su hijo en la ficción, y eje del film, es Dexter Fletcher como Ned, otro personaje que funciona por momentos. De igual modo sucede lo mismo con la dinámica padre-hijo. Sobre Ned, pesa que no entiende los motivos de su padre para renegar de la guerra y huir del conflicto. Hasta que completamente no hace las paces con él, no logra hacer avanzar su papel.
Por su parte, Nastassja Kinski es Daisy, una señoritinga de Nueva York de buena familia que detesta la falsedad de la clase alta. Así pues, acaba de voluntaria en el conflicto ayudando a los americanos. Kinski no entrega una labor pésima, pero no encaja ni en su personaje ni en lo que debe encarnar. Verla queriendo hacerse pasar por una señorita medio inglesa, y medio americana, con un marcado acento que no era de ningún de esos dos sitios… hace que su personaje se caiga irremediablemente a las primeras de cambio. Tampoco ayuda que su química con Al Pacino sea más bien escasa.

Por otra banda tenemos a Donald Sutherland encarnando al Sargento Mayor Peasy, un hierático superior británico con un llamativo lunar en la mejilla. Peasy es la deleznable cara del imperio británico en esta guerra. Repudia a los americanos por su condición y tiene una inquietante obsesión por los tamborileros.
En roles más pequeños veremos a Steven Berkoff como el Sargento Jones, un militar implacable a la hora de seguir las imposiciones de su gobierno, ya sea para reclutar como para recaudar los tributos de la guerra. Una de las mejores secuencias del film le tiene a él como protagonista y versa sobre una deuda de guerra. También hace acto de aparición un fugaz Graham Greene como un indio nativo que acaba por luchar del lado de los americanos. Su función será actuar como explorador en la contienda. Por último está Dave King que aparece en el primer tramo encarnando al padre de Daisy, un hombre de negocios que solo rinde cuentas a los ganadores. Especialmente busca especular y ampliar sus finanzas con la guerra.
“El que mata a mi enemigo es mi amigo” (Jefe indio)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Revolución, una película que terminó abandonada por la Warner Bros a la vista de que no funcionó como esperaban. Pasó por un auténtico calvario sirviendo de diana para los críticos. Y eso, a pesar de que, en ocasiones, vislumbra destellos de la gran película que quería ser… pero nunca termina de funcionar. Es un claro ejemplo de que, aunque tengas mimbres, el trabajo no se hace solo.
Tráiler de Revolución
Su última media hora es donde mejor se aprecia el largometraje que ambicionaba ser. La secuencia del muñeco en la farsa de la partida de caza. A pesar de sus defectos, logra que vislumbres la relación padre-hijo y los motivos del primero para sacrificarse en todo lo que hace para que su hijo vea un mundo mejor.
Es imposible creerte a Nastassja Kinski en su personaje. Tener a Sutherland y Pacino y que estos no se vean en dos horas de metraje es un claro error. Ir saltando en tantas épocas lastra un film que nunca logra ser épico, cuando esa debería ser una de sus virtudes. El pelo de Al Pacino cuando debe lucir seco es terrible… y parece ir por su propia cuenta en la película.



