Drácula (2025)

GÉNERO: Drama, Terror
DIRECTOR: Luc Besson
TÍTULO ORIGINAL: Dracula: A Love Tale
PAÍS: Francia
AÑO: 2025
DURACIÓN: 129 minutos
GUIÓN: Luc Besson sobre la novela de Bram Stoker
FOTOGRAFÍA: Colin Wandersman (Imágenes vía Vértice Cine)
MÚSICA: Danny Elfman

📄 SINOPSIS:

El príncipe Vlad luchó en nombre de Dios y la iglesia en una salvaje guerra. Pero ahora ve como la promesa que le juró hacer al sacerdote antes de partir a la batalla no fue escuchada por Dios. Totalmente enajenado por el dolor, renuncia a sus creencias y es marcado como un no-muerto. Convertido en el Conde Drácula, comienza a vagar durante más de cuatrocientos años por diferentes lugares claves del nuevo mundo. Finalmente, y en Francia, por fin, consigue entrar en contacto con una joven llamada Mina. Al parecer ella es la reencarnación de su amor perdido. (Cineycine).

“La mayoría de versiones de Drácula que he visto son demasiado oscuras. Yo buscaba una nueva visión de aventura. Con luces y colores. La libertad y el lado más romántico fueron mi principal visión. Quería mostrar el paso del tiempo…”. Luc Besson presenta a Caleb Landry Jones convertido en ‘Drácula’.

“Ella es mi salvación…” (Drácula)

Crítica de Drácula (2025)

Mientras rodaban ‘Dogman’ (2023), Luc Besson y Caleb Landry Jones meditaban acerca de rodar nuevas películas sobre personajes claves de la historia, literatura y cultura popular que ya habían sido adaptados al cine. Ambos coincidieron en que una buena piedra de toque sería, sin duda, el “hijo del demonio”. Hablamos de ‘Drácula’. El cineasta francés buscaba un acercamiento al lado más romántico y trágico del mito. Para ello quería basarse, sobre todo, en la historia de amor entre Vlad y Elisabeta. Huía así, en cierta manera, del horror, la aventura y lo operístico. Pero sin renunciar a su mitología y a todo lo que le rodeaba.

El propio Besson afirmó que su fuente primigenia era la novela de Bram Stoker. Aunque, viendo el film, las reminiscencias son muy claras e innegables al Drácula de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992). Eso sí, Besson introduce sus propias novedades. De esta manera llena de color la pantalla, cambia personajes, omite otros e introduce subtramas de su propia cosecha. Estas últimas funcionan en algunos momentos y patinan claramente en otros. De hecho, el propio realizador se ha encargado de adaptar el guión. Y lo ha hecho con la ayuda del historiador Martin Mares, quien ya se involucró como consultor histórico en la olvidada, pero rescatable, El último viaje del Demeter (André Ovedal), 2023.

‘Drácula: A Love Tale’ es un film con altibajos. Avanza en un primer tramo notable, pero presenta momentos que a Besson se le van de las manos. Por ejemplo, la acelerada y cargante secuencia con Vlad y Elisabeta antes de la batalla. La misma es una especie de orgásmica sesión de sexo y comida que amenaza con caer en la parodia involuntaria. Levanta el vuelo gracias a que, rápidamente, el film abraza el terror y ciertos lugares comunes. Entre estos está la irrupción de Vlad en batalla ganándose merecidamente su apodo de “El empalador”… o la ciertamente preciosista secuencia en la nieve que marca la muerte de su amada.

Posteriormente a lo comentado, la cinta, en un alarde de buen tino en su montaje, salta durante 400 años para que encontremos al podrido Conde Drácula que todos desean ver. Un hombre casi ya sin anhelos, cansado y al borde del abandono. Hasta que recibe la visita de Jonathan Harker. Entonces una revelación da pie a momentos ciertamente mejorables e incluso prescindibles. Por ejemplo, todo el episodio de ‘El perfume’ no es más que una excusa para que Besson se vuelque en su lado más barroco. Entre medias, el director francés maneja la ominosa oscuridad y el color con la amenaza en el aire. Y todo mientras vemos como un cura, una suerte de Van Helsing sin licencia ni ballesta, va tras la pista de lo inconcebible. Y de como París está a punto de ser testigo de una cruenta batalla.

Que quede claro, Drácula de Besson tiene terror, tragedia, drama, acción, romance y fantasía. Incluso humor… buscado e involutario. La inclusión de las gárgolas es terrible y su resolución aún peor. Sentimos y vislumbramos la personalidad del emblema que representa. El drama y la historia por todos conocidas están, pero al servicio de su director y con sus trademarks a cuestas. Por consiguiente, esta versión de Besson peca de ser esclava de la personalidad de su director. De querer huir de las versiones “caricaturescas” de la Hammer e intentar acercarse a las obras más comedidas y oscuras. Obras seguramente mejores como la citada masterpiece de Coppola o la curiosa y destacada ‘Drácula’ (1979) de John Badham. Entre estas, y por debajo de la ejemplar serie de Netlix de 2020, queda la película que hoy nos ocupa.

Por otro lado, la comentada y publicitada música de Danny Elfman abraza por completo el tono. Incluso le da un plus mayor al terror y a lo macabro. La personalidad de Besson nuevamente toma el mando en la batuta. Besson sabe que la partitura inequívocamente llevará el espectador a lo oscuro y usa ese vínculo a su favor. Por su parte, la ambientación y fotografía, aunque en momentos sean esclavas de cuestionables salidas de guión, son magistrales. Tanto en lo preciosista como en los destacados estallidos de violencia. Al final logran transportarnos en el tiempo, separar enclaves y que sintamos ese largo e impetuoso viaje en busca de un amor perdido con una maldición a cuestas.

En el casting sobresale su protagonista, Caleb Landry Jones. Su andrógino rostro, en la versión de Vlad y el joven Conde, encajan totalmente con la personalidad del mismo. Y su voz muta y surge desde las catacumbas cuando asistimos a su magnífica recreación del anciano decrépito. Su rival, Christoph Waltz (reverendo), aporta cierto toque de distinción e ironía. Waltz es un sacerdote que, en ocasiones, debe de abrazar el alivio cómico. Un hombre de la iglesia que suponemos ha visto demasiado y que no teme a lo oscuro.

Y llegamos a la debutante Zoe Blue que sale bastante bien parada de un complicadísimo envite en un doble papel. La novata actriz lo solventa, sabiendo de su poca experiencia, con buena nota. Una que sí que saborea su labor es Matilde de Angelis (María), una enviada de Drácula a la que capturan tras perder la compostura el día de su boda. Por otra banda, minutos de importancia van para Guillaume de Tonquédec (Dumont), el médico encargado de un centro psiquiátrico. David Shields (Henry Spencer), el prometido de María, un acaudalado británico en Francia. Y el indispensable Jonathan Harker de esta versión a cargo de Ewen Abid en un rol algo más corajudo de lo habitual.

“… Pero tú eres su condena” (Reverendo)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Drácula (2025), un lírico acercamiento desde la óptica de un cineasta de altibajos como es Besson, pero con una marcada personalidad y gusto por la grandilocuencia. Aunque imperfecta, su propuesta logra llenar algunos de los huecos del emblemático, y ciertamente insuperable, film de Coppola. Al mismo tiempo vuelca claramente su tono en la búsqueda de la compresión del amor imposible del protagonista.

Tráiler de Drácula (2025)

+ Lo mejor:

Un primoroso primer tramo que acaba con el viaje que inicia ya el rejuvenecido Drácula a por Mina. Un hipnotizador Caleb Landry Jones. Fotografía, música y ambientación excelsas.

- Lo peor:

Las gárgolas. El momento homenaje/plagio a ‘El perfume’. No tanto la razón del final, sino su apresurada concepción deja muy en duda las convicciones de Drácula para asimilarlo.

Puntuación de Cineycine

DIRECCIÓN
8
GUIÓN
6
REPARTO
8
7

J. Glez

Crítico de cine especializado en análisis cinematográfico y reseñas detalladas de películas.

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