Leaving Las Vegas

GÉNERO: Drama, Romance
DIRECTOR: Mike Figgis
TÍTULO ORIGINAL: Leaving Las Vegas
PAÍS: EE.UU.
AÑO: 1995
DURACIÓN: 111 minutos
GUIÓN: Mike Figgis sobre la novela de John O'Brien
FOTOGRAFÍA: Declan Quinn (Imágenes United Artists)
MÚSICA: Mike Figgis

📄 SINOPSIS:

Un guionista caído en barrena es despedido con una cuantiosa indemnización. Totalmente hundido, y sin más metas en el horizonte, decide quemar todo su pasado y coger su coche e ir hasta Las Vegas. Allí, en la llamada ciudad del pecado, está decidido a matarse bebiendo. En su camino hacia la autodestrucción conocerá a una prostituta tan o más solitaria y destrozada que él. Ambos iniciarán un romance con clara fecha de caducidad. (Cineycine).

“He vendido mi coche esta mañana. A partir de ahora cogeré taxi. Te he estado buscando… no sé si tienes un novio o una novia. Pero sí tienes un rato libre tal vez podríamos ir a cenar. Te pagaré, si quieres. Solo quiero verte. Podríamos tomar unas costillas las tienen por 2,99. Me encanta ese vestido…”. Nicolas Cage bebe hasta morir en ‘Leaving Las Vegas’.

“No sé si empecé a beber porque mi mujer me dejó… o sí mi mujer me dejó porque empecé a beber” (Ben)

Crítica de Leaving Las Vegas

Estamos ante un tremebundo drama con ecos claros a ‘Días de vino y rosas’ (Blake Edwards, 1962). Y también a otros clásicos del cine de adicciones. Y es que ‘Leaving Las Vegas’ es conocida, sobre todo, por su contundente trama y por llevar a Nicolas Cage a conquistar su único Oscar como mejor actor. En cualquier caso, estamos ante todo un film válido por sí mismo más allá de la fama que obtuvo por dicha estatuilla.

El guión fue obra del mismo director, Mike Figgis, quien lo escribió desde la novela de John O’Brien. La trama narra un demoledor descenso al infierno en vida del protagonista. Como resultado del libreto, la película es trágica, lírica, desgarradora y psicológicamente abrumadora. En la misma asistimos a un imparable viaje a la destrucción de un hombre. Destrucción por dentro y por fuera. Ni tan siquiera el amor de una incomprendida como él logra retirarle de esa senda. El film camina por territorios dolorosísimos, mientras que introduce ligeras concesiones al efectismo más noventero. Pero en ningún momento se aleja del más desesperanzador halo de tragedia.

Esta película supone el ejemplo perfecto que todo fan/seguidor de Cage sacaba, y saca, a la luz con total justicia para dejar claro que el actor sí que sabía actuar más allá de haberse convertido en un “género en sí mismo”. Y también más allá del chamanismo, las excentricidades y el meme. Por supuesto, siempre corrió el rumor, totalmente falso, de que rodó borracho parte de sus escenas claves. Rumor infundado… aunque, al parecer, sí que se puso a tono en solo una de ellas: la que el propio Cage catalogó como clave. Y que no desveláremos para que vean el film. Y ya que estamos en Las Vegas, ¡hagan sus apuestas!

Un film como este, rodado casi fuera del sistema de estudios y que llegó en un momento clave de la década de los noventa, casi se puede decir que, junto a Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), (re)inventó el denominado cine independiente de aquellos años. Películas fuera del sistema que llegaban desde la nada y volaban todos los estamentos conocidos. Películas que arrasaban como un huracán el bien medido y perfilado sistema de estudios de Hollywood.

Sin embargo, y a pesar de su tremendo valor dramático, y de todas las puertas que parecía haber abierto, su éxito sólo fue disfrutado por Nicolas Cage. A partir de aquí firmó para una serie de gozosos films de acción que lo elevaron a estrella en ciernes o superestrella de Hollywood en el siguiente lustro. Para Elisabeth Sue no quedó nada. Tan solo los ecos de una interpretación soberbia. Y para Mike Figgis, que venía de firmar la cada vez más reivindicadaAsuntos sucios (1990), tras ‘Leaving Las Vegas’ llegó el olvido y una serie de prescindibles y rutinarios trabajos alimenticios.

La fotografía del evento tiene dos partes claramente diferenciadas y fue obra de Declan Quinn. Hablamos de un más que interesante director de fotografía que, sobre todo, destacaba por su trabajo de cámara en mano. Aquí filma con una atmósfera de postal vieja y desvencijada la parte en donde Ben aún trabaja en California. Y luego se apoya totalmente en las negras noches alumbradas por el neón y los resacosos días en Las Vegas. Excelsa labor que eleva aún más la ambientación del evento. La música fue supervisada por el propio Figgis. Y presenta añadidos de canciones no originales que encajan con cada momento. Especial mención a la evocadora “Angel Eyes” de Sting.

El protagonista principal es un portentoso Nicolas Cage en un descomunal recital como Ben Sanderson. Aquí tenemos a unos de esos personajes plenamente vividos por el actor que lo da todo y más. La suya es una interpretación a tumba abierta desde el minuto uno. Ojo a los escasos momentos de sobriedad, los durísimos ataques del síndrome de abstinencia y los leves ecos que deja entrever de su personaje. En estos últimos, se vislumbra al hombre que se odia a sí mismo y por eso se refugia en la bebida. Al mismo tiempo saca a la luz al adicto. El hombre al que le va afectando el alcohol aniquilando su cuerpo y mente. Sin duda, una interpretación de Oscar.

A su lado está Elisabeth Shue en otra actuación valiente y sobresaliente. Shue es Sera, una prostituta que se gana la vida en la calle. Ella también necesita alguien que comprenda su trabajo y rasque en la superficie para descubrir a la persona debajo del objeto sexual. Algo que Sera parece haber interpuesto con una coraza que el propio Ben irá derribando… Tremebunda también labor la suya, que merecía tanto el Oscar como Cage. Cada vez que Elisabeth aparece en pantalla toma totalmente el mando. Su personaje se convierte en el corazón y la conciencia del film.

Más allá de los citados Cage y Shue, el tercero en discordia es Julian Sands como Yuri, una especie de vampiro proxeneta, un alcahuete avaricioso, un miserable al que todo el dinero que ganan las prostitutas que viven bajo su control le parece poco. También quedan como dignos de mención la aparición de R. Lee Ermey como un tipo de paso por las Vegas apostillado en una barra y con malas maneras, Danny Huston es un barman y Xander Berkley es un taxista cliché que desprecia a las prostitutas. Por último, citar a Valeria Golino (Terri) y Carey Lowell (empleada de banco). Ambas tendrán sus momentos con Ben. Destaca Lowell que tendrá dos inenarrables encuentros con Ben cuando acuda a cobrar un cheque: uno sobrio y otro totalmente ebrio. Son momentos de esos que no se olvidan y que retratan a la perfección al personaje.

“He venido a las Vegas a matarme bebiendo” (Ben)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Leaving Las Vegas, mucho más que el Oscar de Nicolas Cage. Uno de esos films que te afecta irremediablemente tras su visionado clavándosete como un puñal. Durísimo drama con un sólido guión, una dirección destacada y unos actores soberbios.

Tráiler de Leaving Las Vegas

+ Lo mejor:

Nicolas Cage y Elisabeth Sue (ambos elevan la interpretación uno del otro y llevan a la película a una dimensión mayor). La efectiva dirección y música de Figgis (ambas componen una historia clásica con elementos noventeros que funcionan casi siempre).

- Lo peor:

No es para nada un film amable que apetezca revisionar en multitud de ocasiones. Algunos que la han descubierto tarde la tildan de promover todos los defectos del cine de su época.

Puntuación de Cineycine

DIRECCIÓN
8
GUIÓN
7.5
REPARTO
9
8.1

J. Glez

Crítico de cine especializado en análisis cinematográfico y reseñas detalladas de películas.
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