Las aventuras de Ford Fairlane

GÉNERO: Acción, Comedia
DIRECTOR: Renny Harlin
TÍTULO ORIGINAL: The Adventures of Ford Fairlane
PAÍS: EE.UU.
AÑO: 1990
DURACIÓN: 104 minutos
GUIÓN: James Cappe, David Arnott y Daniel Waters sobre el personaje creado por Rex Weiner
FOTOGRAFÍA: Oliver Wood (Imágenes 20th Century Fox)
MÚSICA: Yello

📄 SINOPSIS:

El detective rocanrolero Ford Fairlane está cansado de que todos sus clientes de la industria musical le paguen con regalos y no con dinero… Hasta que acepta 2000 dólares de un antiguo colega para encontrar a una joven llamada Zuzú Pétalos, una groupie de un cantante recientemente fallecido que anda en paradero desconocido. Cuanto más investiga Fairlane, más se da cuenta de que toda la industria está mucho más podrida por dentro de lo que él pensaba. (Cineycine).

“Tengo derecho a entrar en los mejores clubs, en los mejores camerinos y en las mejores chicas. Reconozco que puede parecer una chulada… ¿Por qué me gustaría que la industria de la música y el resto del globo me tocaran la minga dominga? Os diré por qué. Todo empezó hace cinco noches. Yo aún no lo sabía, pero iba a hacerme cargo de la peste negra. No es la enfermedad que mató a millones de personas en el siglo XII es algo mucho peor…”. Esto es ‘Las aventuras de Ford Fairlane’.

“Tanto gilipollas y tan pocas balas” (Ford Fairlane)

Crítica de Las aventuras de Ford Fairlane

Si no han visto el film que hoy nos ocupa, poco o nada les dirá el nombre de Andrew Dice Clay. Pero lo cierto es que en 1990 lanzó su entrada y salida de la primera línea de Hollywood. Y lo hizo con ‘Las aventuras de Ford Fairlane’, uno de esos films que desde el primer minuto amas u odias. La gran clave del mismo radica en el enclave cultural que adopta: Los Ángeles y la pujante industria de la música. El guión es sólo una excusa para mostrar ese microcosmos. Y da igual que lo firmen hasta tres guionistas adaptando un personaje original de Rex Weiner. La clave de todo es el desenfadado y exagerado estilo de vida que unió los finales de los ochenta con el comienzo de la década de los noventa. Entre medio de ambos momentos claves nació este film.

Silver Pictures puso encima de la mesa 20 millones de dólares para rodar este film a la mayor gloria del citado Andrew Dice Clay, un cómico blanco con pintas de imitador de Elvis Presley barato. Un stand-up-comedy que ansiaba ser una especie de Richard Pryor en versión blanca. Por su parte, Renny Harlin aceptó el envite cuando la cinta le posibilitó inscribirse en el DGA (Sindicato de directores de Estados Unidos). Y gracias a esto consiguió ser elegido para filmar La Jungla 2: Alerta roja (1990). Harlin filmó ‘Las aventuras…’ entre junio y septiembre de 1989 en diferentes localizaciones de Los Angeles, incluida la oficina de Capitol Records. El film tuvo un estreno a nivel nacional el 13 de julio de 1990 hundiéndose lamentable en taquilla casi al instante. Posteriormente sería rescatada y calificada como película de culto, o placer culpable, gracias al mercado del video.

La música es un enclave ineludible en el film con guiños a tutiplén y multitud de cameos de gente de la industria. De ellos se extrae su alocado tren de vida para construir una historia clásica a lo Chinatown (1974). La cinta de Polanski termina siendo una referencia inesperada y descacharrante. Además, ‘Ford Fairlane’ se adelantó a la oda del macarrismo noventero con detective acabado que firmaría un año más tarde Tony Scott enEl último boy scout’. Puede que el film fuera un fracaso en cines, y Dice Clay un sujeto engreído que no merecía la fama, pero es que la cinta creó escuela y abrió una puerta que no solo Tony Scott explotaría, sino que incluso el propio Jim Carrey terminaría copiando su esquema y cambiando solo el ambiente del rock por el de los animales y el deporte en ‘Ace Ventura’ (Tom Shadyac, 1994).

Ford Fairlane es un tipo que hoy día no podría existir ni en la vida real ni en el cine. Y de hacerlo sería crucificado toda vez pusiera un pie en la calle y/o en la gran pantalla. Pero en la película, y en su época, su personalidad exagerada y sus maneras de chulo piscina, encajan de lujo en todo lo que la propuesta nos quiere vender. En ese sentido la comedia nace de la constantemente retadora pose del detective. Fairlane toma su nombre de su propio coche. Y admite que su mejor y única amiga es su guitarra: una Fender Statocaster hecha a medida para Jimi Hendrix. Su bebida favorita es el batido de Sambuca, y siempre tiene una frase molona antes de finiquitar a un maloso, tal y como debe ser.

El film adopta el camino de la comedia vulgar sin ningún filtro. El metraje presenta toques de acción, misterio de asesinato y musical. Y todo queda ejecutado a un ritmo vertiginoso en donde los chistes, la música, el desfile de sobradas y mujeres no da respiro. Así pasamos por alto que la trama es un total sin sentido y que los personajes no tienen ninguna profundidad. El apartado musical lo firma Yello. El dúo aporta el tema “Unbelievable” y, por supuesto, una buena selección de temas rocanroleros que dan un ambiente festivo y perfecto al asunto. En la fotografía, Harlin se une a Oliver Wood, recreando a la perfección ese mundo de culto al cuerpo y hedonismo que era Los Ángeles en aquellos años.

El gran protagonista del asunto es el ya citado Andrew Dice Clay como Ford Fairlane. Y la realidad es que Clay no deja de hacer de sí mismo. Ahora bien, es cierto que entrega una interpretación que se sale totalmente de la pantalla… incluso rompiendo la cuarta pared en varias ocasiones. La ración de chascarrillos y frases sentenciadores son legendarias. Clay, al igual que el film, son un claro ejemplo de “o lo tomas o lo dejas”. Y, como diría el propio Fairlane, si no te gusta: “¡Toma una magdalena, ridículo!”. Como curiosidad, en España, y aprovechando una huelga de actores de doblaje, Pablo Carbonell heredó el personaje para ponerle voz en español. Parte del encanto de Fairlane, en versión doblada, radica en el toque entre amateur y coña permanente que Carbonell le da al detective rocanrolero.

El resto del casting va a toda mecha. Aun así podemos citar a David Patrick Kelly como Sam ‘El mezquino’, un salidísimo enano al que ponen firme al comienzo de la función. También veremos al cómico Gilbert Gottfried entregando un breve e insoportable rol de gritón y faltón DJ musical llamado Johnny Crunch. Con bigote imposible y el pelo bañado en betún negro aparece el cantante y ocasional actor Wayne Newton. En la película inmortaliza al mandamás de Grendel Records, Julian Grendel, un hombre de negocios típicamente angelino. Pero, sin duda, el más inenarrable de los papales va para Robert Englund como el asesino Smiley o El risas. ¡Ojo al chiste recurrente de sus no muertes! Para un cameo expendable queda Ed O´Neill como el teniente Amos, el típico policía que odia al detective protagonista.

Por último, y en la parte femenina del elenco, nos quedamos con Lauren Holly interpretando a Jazz, la secretaria de Fairlane que está claramente enamorada de él. Además de lucir palmito, Jazz tendrá una buena pelea con un maloso para cubrirse de gloria. Presten también atención a la aparición de Priscilla Presley como Colleen Sutton, una estirada ricachona de patina honorable. Y, finalmente, está Maddie Corman como Zuzu Petalos, la groupie y mcguffin del asunto, es decir, la chica que todos buscan y Fairlane no se sabe por qué.

“Hay que reconocer que eres una isla de realidad en un océano de diarrea” (Grender)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Las aventuras de Ford Fairlane, una película exagerada o gloriosa. Genial o pantomima. Una comedia de culto o truño del que huir cuanto más lejos mejor. En definitiva, estamos ante ese tipo de films de evasión pura y dura que tan bien se hacían en su época. Sin duda, su colección de escenas para el recuerdo y frases para imprimir en camisetas es legendaria. Es tres palabras: “Increíble-ble-ble”.

Tráiler de Las aventuras de Ford Fairlane

+ Lo mejor:

El festival de risas que comienza desde el play hasta los créditos. Andrew Dice Clay encantado de conocerse y de que lo conozcamos. Lo bien que Harlin aprovecha la excusa argumental para cimentar sus trademarks posteriores.

- Lo peor:

La marioneta del koala. Lo fácil que llegan del punto A hasta el B algunos personajes, como si la película (que nos recuerda en varias ocasiones que es justo eso) quisiera dejarnos claro que todo es una broma. David Patrick Kelly sobra totalmente por mucho cariño que se le tengan a sus estrafalarios personajes.

Puntuación de Cineycine

DIRECCIÓN
7.5
GUIÓN
6
REPARTO
7.5
7

J. Glez

Crítico de cine especializado en análisis cinematográfico y reseñas detalladas de películas.

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