Déjame entrar (Let Me In)
Está siendo un frío y nevado mes de marzo de 1983 en Los Álamos (Nuevo Méjico, EEUU). Allí, en un humilde barrio, vive un solitario y triste chaval llamado Owen que pasa su tiempo entre el colegio y su casa. En el colegio recibe las palizas de los matones de la clase. En casa, su madre está a punto de divorciarse y no le puede prestar mucha atención. Pronto llega al barrio una extraña y misteriosa pareja formada por un adulto y una niña llamada Abby que pasan a alojarse en el piso de al lado. La soledad de Owen y Abby hará que, poco a poco, vayan conociéndose y trabando amistad. Sin embargo, Abby esconde muchos secretos. (Cineycine).
Podemos decir que 2010 fue el año del descubrimiento, a nivel del gran público, de una jovencísima actriz dotada de un grandísimo talento para la interpretación. Me refiero a Chloë Grace Moretz. Hasta el 2010 no había tenido grandes papeles, pero ese fue su gran año estrenando ‘Kick-Ass’ y… ‘Déjame entrar (Let Me In)’.
“Owen, déjame entrar” (Abby)
Crítica de Déjame entrar (Let Me In)
Matt Reeves nos presenta un remake del film original sueco, ‘Déjame entrar’, película dirigida en 2008 por Tomas Alfredson sobre la novela de John Ajvide Lindqvist. Y como no podía ser de otra manera, la trama de este remake es idéntica a la del film de Alfredson. De hecho, casi podríamos decir que es un “copiar y pegar” con diálogos, situaciones y escenas calcadas a las originales.
No obstante lo anterior, la película de Reeves sale sobresalientemente airosa por la increíble y contagiosa ternura que consigue transmitir al espectador. Una ternura que se logra gracias a que es un remake dotado de alma y, sobre todo, por las fabulosas actuaciones de Kodi Smit-McPhee y Chloë Grace Moretz. Los dos jovencitos están sobresalientes y logran empatizar totalmente con el espectador desde el momento en que sus personajes salen a escena. Desde ese momento hacen suya la película. Ambos llevan de la manita a un público que cae rendido ante la increíble historia de amor imposible entre dos marginados sociales cuyo encuentro ligará su destino para siempre. ¡Fabulosos!
Otros aciertos de Matt Reeves son: la lograda ambientación que consigue imprimir al film que nos retrotrae a los años 80 con los discursos del fallecido presidente Ronald Reagan, las ropas, las recreativas, los coches, los peinados, los juguetes,… También destaca positivamente el ritmo pausado (que no lento) de la película. En esta ocasión este tipo de ritmo no entorpece la narración sino que sirve para que todos los sucesos se vayan produciendo de manera muy natural y sin brusquedades. Esto ayuda (y mucho) a la ternura y alma que, como expuse antes, logra transmitir a la película. Finalmente, Reeves también consigue (cuando la ocasión lo requiere) generar un auténtico ambiente de terror perturbador. Ejemplos de esto último son los ataques del “padre de Abby”, una escena que transcurre en túnel de un parque u otra que tiene lugar en el piso de Abby.
A resaltar que el primer contacto de Matt Reeves con la obra de John Ajvide Lindqvist fue gracias al citado film de Tomas Alfredson: ‘Déjame entrar’. En un principio, y pese a adquirir los derechos, pensó en no hacer el film porque la cinta sueca le parecía maravillosa. Sin embargo, al leer la novela quedó encantado, le recordó a su infancia y decidió rodar el remake. El propio John Ajvide Lindqvist contactó con Reeves para mostrarle su alegría al saber que iba a dirigir el film-USA basado en su novela. A Lindqvist le había gustado ‘Monstruoso’ (2008) porque había sido un toque novedoso en una historia antigua. El escritor pensaba que ese mismo toque podría estar presente en ‘Let Me In’. Vista la película, tanto Reeves como Lindqvist acertaron de lleno.
Como curiosidad destacar que Reeves eliminó una escena clave del metraje final de ‘Let Me In’. En esa secuencia Abby mostraba mentalmente a Owen la parte de su pasado que la convirtió en lo que era actualmente. La misma puede ser visionada en los extras del film y es una escena sensacional. Tan es así que, posteriormente, el propio director lamentó el no haberla incluido finalmente en la película.
En el terreno actoral los protagonistas son Kodi Smit-McPhee y Chloë Grace Moretz que interpretan a Owen y Abby. Owen es un solitario y débil chaval que no tiene amigos, que recibe palizas y humillaciones en el colegio, y al que su madre no puede atender lo suficiente porque está liada trayendo dinero a casa y preparándose para el divorcio. Por su parte, Abby es una extraña niña que llega al vecindario acompañada de un hombre adulto. Abby casi siempre va descalza y viste ropas muy pobres. Rápidamente conectará con Owen.
Sinceramente, pienso que el éxito de este remake, o el hecho de que el mismo funcione de maravilla, se debe a la extraordinaria labor de estos jovencísimos intérpretes (contaban con 14 y 13 años respectivamente) que empatizan por completo con el público. Esta parejita transmite una increíble ternura con su actuación y, realmente a pesar del lado oscuro de Abby (tremendamente logrado por la jovencísima intérprete), el público se pone totalmente de su parte. Así las cosas, el espectador es capaz de tolerar en ella determinados actos que en un adulto no consentiría en modo alguno. Ella misma se define de esta manera: “Owen, no soy una chica. No soy nada”. Esta es la magia del cine y esta es la magia con la que atrapa Chloë Grace Moretz al público.
Respecto a la sección de casting decir que Kodi Smit-McPhee fue elegido para el papel de Owen nada más terminar su audición porque lo hizo fenomenal. Por su parte, Chloë Grace Moretz venía de rodar ‘Kick-Ass’ (Matthew Vaughn, 2010) y al equipo les encantó lo dura y salvaje pero también lo vulnerable que podía llegar a ser al interpretar a Abby.
Siguiendo con el apartado interpretativo cabe hacer mención a los roles desempañados por Richard Jenkins y Elias Koteas. Ambos actores cumplen muy notablemente. Jenkins da vida al «padre» de Abby. Koteas es el policía que investiga unos extraños y sangrientos crímenes que tienen lugar en el barrio desde que llegaron “padre e hija”. Finalmente, y terminando ya con el apartado interpretativo, dedicada una pequeña mención a Cara Buono como la madre de Owen, a Ritchie Coster en el papel del profesor de gimnasia y a Dylan Minnette como el jefecillo de los acosadores escolares.
En el apartado musical hay que hacer referencia a la buena banda sonora obra de Michael Giacchino que firma unas partituras muy tenebrosas. No obstante, también regala alguna que otra composición bastante dulce. Un gran trabajo el suyo en esta cinta.
“Quiero que lo sepas… No puedo ser tu amiga” (Abby)
En conclusión.
Finalizo esta crítica de Déjame entrar (Let Me In), un destacado remake que si merece la pena. Un remake que, pese a no dejar de ser “un copia y pega”, logra elevarse gracias a la gran labor de Matt Reeves. El director nos entrega un film de una fabulosa y hermosa facturación destacando, sobre todo, las sobresalientes interpretaciones de Kodi Smit-McPhee y Chloë Grace Moretz en lo que fue una excelente labor de casting. No dejen de verla.
Tráiler de Déjame entrar (Let Me In)
Escucha nuestro podcast