Vivir y morir en Los Ángeles

📄 SINOPSIS:
Un temerario agente del servicio secreto se obsesiona por completo en su empeño de dar caza a un falsificador llamado Masters, un as en el arte de replicar moneda falsa. En su camino imparable hacia el criminal arrastra a su novel compañero y a una confidente. Todos ellos quedan atrapados en un abrasante purgatorio en vida representado por la ciudad de California. (Cineycine).
“Era mi amigo y fue mi compañero durante siete años. Lo ha matado Rick Masters. Jimmy pretendía descubrirlo. Le seguíamos a él y a su distribuidor. Pero no teníamos pruebas suficientes. Jimmy fue a investigar a ese almacén… lo que no sé es por qué demonios quiso ir allí solo. Déjame decirte algo, amigo… voy a acabar con Masters y no me importa cómo tenga que hacerlo”. William Friedkin vuelve a la calle para ‘Vivir y morir en Los Ángeles’.
“Amigo, has venido a un mal sitio y en un mal momento” (Masters)

Crítica de Vivir y morir en Los Ángeles
Una década después de su último éxito de taquilla, y habiendo encadenado severos fiascos de crítica y público, William Friedkin apenas pudo rascar 6 millones de dólares de presupuesto para poner en marcha su vuelta a cines con el film que hoy nos ocupa: ‘Vivir y morir en Los Ángeles’. La película nació del germen de la novela de un exagente del servicio secreto que firma como guionista. Friedkin también quedó acreditado en este apartado dándole una vuelta de tuerca subversiva al thriller de acción. Un género idealizado y vistoso que queda representado con un film tremendamente áspero, real y vivido. Una propuesta donde reinan los ambientes sucios, derruidos e industriales. Aquí el individuo se ha vuelto uno más en la decoración de un paisaje afeado.
‘To Live and Die in L.A.’ (título original) supuso, junto a ‘Carga maldita’ (1977), la obra que mejor supo trasmitir la personalidad de Friedkin. Uno de los mejores y más valientes realizadores del Hollywood moderno. El cineasta puso aquí su oficio, óptica, talento y explosiva personalidad al servicio de su arte. Ojo a la retranca que incluye el propio Friedkin recordando su desprecio por el cine de ciencia ficción en un diálogo entre presos antes de un ajuste de cuentas: “Me revientan las películas del espacio. Es ciencia ficción”.

El film contó con un reparto de pujantes intérpretes y un guión perfectamente medido. El libreto, y no por casualidad, fue cambiado por el propio Friedkin para retorcerlo aún más con un final totalmente chocante. Esto último como parte alienable de su marcada persona. El resultado es una película ganadora y atemporal. Todo un portentoso ejercicio de estilo. Es innegable que el libreto, y la semilla del film, devienen claramente deudores de trabajos al borde de la minuciosa perturbación obsesiva. Caso del vigilante de ‘La conversación’ (Francis Ford Coppola, 1974), o del criminal que cuida al máximo lo que hace como en ‘Ladrón’ (Michael Mann, 1981). De ambas bebe en el dibujo de los dos personajes principales. Ambos se mueven en un mundo donde son un microcosmos aparte… y afectan claramente a todo lo que tocan, como si pensaran que nada les puede devolver el golpe.
Fridkin, además, supo rodearse de un equipo técnico y artístico que también fueron elegidos a contracorriente. Gente que supiera trabajar al límite, que hicieran del riesgo y el vértigo su forma de vida. Así fue como se fichó a Robby Muller, que entrega un atrapante trabajo de fotografía. Unas imágenes que se elevan con un valor pictórico sin igual. Una impresionante postal con tonos naranjas, ambientes desérticos, almacenes, hangares, bungalós elevados y con un peso clave de la industrialización más voraz en mitad de una urbe que parece en plena reconstrucción. La fealdad del exterior de sus localizaciones choca de lleno con el abstracto interior del mundo que crean algunos personajes. Véase, por ejemplo, la vida anclada al arte de Masters, o la idealizada figura del macho-man que ejemplifica Chance.

Por el camino de tan obsesivo viaje de vida y muerte encontramos un vehículo de acción imparable. Cada plano tiene algo que decir y cuenta con escenas que por sí solas valen por películas enteras. La acción golpea de una forma descomunal. Se recrea una perpetua sensación de peligro en el ambiente. La vida, cuando se ha de quitar, se hace volando por el camino la identidad si se puede. Véase la forma de actuar del sicario de Masters disparando a la cara de sus víctimas con una escopeta. Además, el film, ya trascurrida su primera hora, y con todas las cartas sobre la mesa, entra en un espiral de espídica acción que, literalmente, traspasa la pantalla. El peligro se proyecta sobre el público. Ojo a la ejemplar e inenarrable persecución in crescendo tras el asalto al perista o al intercambio en los vestuarios.
La música, obra del grupo Wang Chung, redondea toda la ecuación. Y la redondea entregando una serie de canciones originales para cada protagonista principal. El mismísimo Friedkin retuerce y amplifica a su gusto. Se erige por encima de todas, la homónima canción que abre los totalmente climáticos créditos iniciales.

En el casting hayamos, de largo, el mejor trabajo como actor de William Petersen como Chance. Salvo por la barba, apenas cambió de registro para su siguiente película, ‘Hunter’ (Michael Mann, 1986). El hecho de que tanto la cinta que tenemos entre manos como la obra de Mann no fueran éxitos de taquilla enterró por siempre su potencial de actor protagonista. De su personaje destaca su personalidad encantada de conocerse, la adicción al riesgo y la adrenalina. Tampoco duda en vulnerar la ley que defiende para atrapar al criminal que persigue. Y presiona a todo aquel que se acerca a él, ya esté por debajo o encima en la cadena de mando. En definitiva, Chance es un tipo que no duda ante el peligro, sino que va hacia él. No se pierdan sus andares de John Wayne con botas de cowboy incluidas.
Por su parte, John Pankow como Vukovich es el compañero débil. El tipo que admite ser policía por legado familiar. Uno de esos agentes que se atañen a la ley y que se ve superado por Chance en una psicótica cacería para la que ha sacado billete en el asiento de atrás visualizado con pánico ciego como todo se le viene encima. Ejemplarizante es, en ese aspecto, su actuación en la persecución automovilística. Robert Downey Sr es Bateman, un jefe del servicio secreto que se ciñe al código y la burocracia como única manera de hacer las cosas.
Willem Dafoe es Masters y saca todo el partido a su pérfido rostro. Su personaje es un andrógino falsificador que, en realidad, es un pintor frustrado. Se respira en el ambiente que Masters financia su pasión (la pintura) con su oficio (la falsificación). Y todo ello para mantener su tren de vida. A destacar su extraña atracción por el fuego y su disfrutado hedonismo… Algunos papeles de importancia también van para Steve James, John Turturro y Dean Stockwell. Y los dos intereses románticos del evento: Debra Feuer como Bianca, una confidente atrapada en la telaraña de favores de Chance, y Darlanne Fluegel como Ruth, una artista performance que vive con Masters.
“Tú no eres mi compañero. Ni siquiera eres mi amigo. Así que te voy a dar un consejo: procura que te asignen servicios burocráticos porque en la calle no vales nada. ¿lo has entendido? ¡Te faltan cojones!” (Chance)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Vivir y morir en Los Ángeles, una propuesta apabullante, obsesiva, descarnada y soberbia. Un thriller de acción descomunal que condensa los años ochenta de la urbe californiana menos vistosa sacándole todo el partido a su hipnótica fealdad industrial. Un western urbano mayúsculo. Una película mayor de William Friedkin y, sin duda, uno de los films que mejor representaba la personalidad de su director.
Tráiler de Vivir y morir en Los Ángeles
La portentosa dirección de Friedkin. Su descomunal montaje frenético y anaranjada fotografía en escenarios reales. Sus últimos cuarenta minutos son de lo mejor del cine policiaco moderno.
El ciertamente forzado prólogo para crear la dinámica de amistad y lealtad entre Chance y Jimmy. Verla esperando que solo sea una continuación de 'French Connection' es un grave error.






