Crónicas de San Sebastián 2016, día 4
Crónicas de San Sebastián 2016, día 4.
La cuarta jornada del festival de San Sebastián no consiguió estar a la altura de la anterior, aunque en ella disfrutamos de la mejor película de la Sección Oficial hasta la fecha, ‘El porvenir’ de Mia Hansen-Love. También vimos ‘Lady Macbeth’, una cinta british que olvidaremos bastante pronto y ‘La tortuga roja’, la última apuesta animada avalada por el Studio Ghibli.
‘El porvenir’.
Un año después de sorprender al público con ‘Eden’, un drama musical centrando en la vida nocturna parisina, la directora Mia Hansen-Love regresa a la constante de sus películas anteriores apostando por una historia más intimista, la de Nathalie, una profesora de instituto que imparte Filosofía y divide su tiempo entre su marido, sus dos hijos y sus alumnos. La vida de Nathalie da un vuelco cuando su marido la abandona y se ve obligada a replantearse su vida.
La cineasta francesa vuelve a demostrar en su nuevo trabajo por qué es uno de los nombres claves de la cinematografía gala actual. En ‘El porvenir’ su cámara no sólo se encarga de mostrar con sutileza la decadencia de una persona, sino que la acompaña durante todo el proceso con movimientos ágiles y continuos, quizá en un intento por emular ese fluir de la vida. Este retrato femenino sobre la crisis de la edad madura nos regala una de las actuaciones más poderosas de Isabelle Huppert, cuyo personaje responde a los fracasos de forma inspiradora. Hansen-Love compone en su nueva película una reflexión profunda y elegante, muy cercana a la realidad, sobre los avatares del destino y la necesidad de replantearse las propias convicciones, y lo hace con suma inteligencia, dando forma a sus ideas no sólo a través de la actuación de su protagonista sino también con la dirección, adaptando los espacios y la luz a la situación emocional de su profesora de Filosofía, una profesión tan en declive como el porvenir de sus docentes.
‘Lady Macbeth’.
El drama de época hizo acto de presencia en la Sección Oficial del festival de la mano de William Oldroyd y ‘Lady Macbeth’, una peculiar adaptación de la obra de William Shakespeare centrada en Katherine, una joven aburguesada que vive un apasionado idilio con un trabajador de la finca de su marido mientras éste y su suegro se ausentan de casa. El debut en el largometraje de este cineasta británico se propone indagar en uno de los personajes más icónicos de la obra del dramaturgo inglés, y aunque pictóricamente es bastante estimulante, la insignificancia del conjunto complica cualquier intento de ensalzar la obra.
Las producciones de época suelen basar gran parte de su potencial en lo visual, de ahí que el valor estético de ‘Lady Macbeth’ sea incontestable. Ari Wegner, también primerizo en la dirección de fotografía en largometrajes, realiza un trabajo muy sólido con los planos frontales y la composición de escenas interiores, donde prima el estatismo y la luz juega un papel significativo, y eso convierte a ‘Lady Macbeth’ en un producto muy estimulante a nivel visual. El problema se produce en el plano argumental, donde Oldroyd no consigue llamar la atención del espectador, que ni empatiza ni se comprometo con la historia que le están contando. El único punto en el que ‘Lady Macbeth’ sorprende es en el humor, en la sorpresa que supone ver a un personaje en un contexto de finura y elegancia actuando con tanto descaro, y más si tenemos presente lo que la cultura audiovisual nos ha impuesto sobre las actitudes de la época. Esa contemporaneidad atrapa y divierte a partes iguales, pero cuando la indiferencia se impone en un filme de estas características es que algo no se ha planteado todo lo bien que debería.
‘La tortuga roja’.
Los Studios Ghibli vuelven a San Sebastián con ‘La tortuga roja’, una producción francesa que ha contado con el aval del estudio de animación japonés. En esta nueva aventura animada, Michael Dudok de Wit sigue fiel al mutismo que caracteriza su obra, ofreciendo una fábula sobre la vida que pretende abarcar las fases fundamentales de la misma. La novedad está en el contexto elegido para ello, ya que el alemán ambienta la acción en una isla desierta, después de que un hombre naufrague y descubra una vida submarina que esconde más de un secreto.
Esta pequeña joya minimalista tiene un propósito muy claro: hacer un recorrido por las principales experiencias vitales del ser humano. Totalmente libre de diálogos, ‘La tortuga roja’ consigue concentrar en sus 80 minutos todas las sensaciones que, bien en las situaciones que plantea la película o no, el ser humano está abocado a sentir, como el amor, la perdida, la libertad, el miedo… En una comunión casi perfecta entre técnica y contenido, Michael Dudok de Wit da forma a algo puro, simple y elegante, a un retrato melancólico de la existencia. Aunque la película encuentra una limitación muy evidente en uno de sus rasgos más destacables, y es que el mutismo resta naturalidad a muchas escenas que piden a gritos algo de lenguaje verbal. Aun así, la obra del alemán es tan delicada y poderosa que, ante el conjunto, obviamos cualquier tipo de fallo de este tipo. El trabajado simbolismo, que toma forma a través de la tortuga en un intento por hablar de la constitución femenina y su adaptación al hombre, no hace más que enriquecer a una obra que hipnotiza desde el primer minuto.
Un día tranquilo por San Sebastián que seguramente no se repita con ‘Colossal’, de Nacho Vigalondo o ‘Un monstruo viene a verme’ de Juan Antonio Bayona, las dos apuestas fuertes de nuestra próxima jornada en el festival español de cine por excelencia.
Relacionados:
Crónicas de San Sebastián 2016, día 1.
Crónicas de San Sebastián 2016, día 2.
Crónicas de San Sebastián 2016, día 3.
Escucha nuestro podcast