Yo soy Sam
Sam Dawson es un treintañero que está a punto de ser padre por primera vez. Trabaja limpiando las mesas en un "Starbucks". Sam es amable, atento y siempre de buen humor desempeña su trabajo (basura) con la mayor de las alegrías. Lo que Sam desconoce es que el próximo nacimiento de Lucy Diamond cambiará su vida para siempre. Abandonados por su madre al poco de nacer, Sam y Lucy, deberán unir fuerzas para salir adelante. Ambos tienen un hándicap: él una discapacidad mental y ella es una recién nacida que no puede valerse por sí misma. Pero con la ayuda de su vecina, y de su grupo de amigos (todos ellos discapacitados), intentará sacar adelante a su bebé, cueste lo que cueste. (Cineycine).
Por suerte para todos, el cine es tan amplio y está plagado de tantos géneros que siempre existe una película para cada momento. Si queremos sentirnos como héroes siempre podremos recurrir al buen cine de acción. Si queremos pasar miedo al género del terror. Y así con cada emoción que queramos experimentar en cada momento. Pero pocas películas logran trasmitir más allá de la inmediatez de su visionado. Sólo unas pocas quedan por siempre en nuestra memoria cinéfila, sea por la razón que sea. Del mismo modo que pocos largometrajes logran hacernos llorar al mismo tiempo que sacarnos una sonrisa. Por ello, cuando encuentras un film que lo consigue dejarlo escapar es todo un pecado. Y por eso mismo una película como la que hoy toca reseñar es tan valiosa. Os presentamos a ‘Yo soy Sam’.
“No querría otro padre que no fueras tú” (Lucy Diamonds)
Crítica de Yo soy Sam
‘Yo soy Sam’ es, sobre todo, una película mágica que versa sobre el amor. Y también un film para ver cómo el ser humano, a veces, antepone sus prejuicios y la supuesta sensatez a lo que verdaderamente importa: los sentimientos. Y sentimiento es lo que brota por los cuatro costados de este film. Una cinta que retrata de manera maravillosa, y pocas veces visto antes en la gran pantalla, el amor incondicional de un padre hacia su hija, y el inmenso cariño y amor recíproco que una hija siente hacia su padre. Por ello, ver un largometraje de estas características siempre es una experiencia enriquecedora. El guión es simple pero emana cariño y respeto por el tema a tratar. Se trata de un libreto escrito a cuatro manos por Jessie Nelson y Kristine Johnson con constantes referencias a ‘Kramer contra Kramer’ (Robert Benton, 1979).
Estamos ante un film que emociona y llena plenamente con la inmediatez de una obra teatral. Esta es una cinta que trata con tan buenas formas temas como: el amor, el abandono, el miedo a los que no son iguales a nosotros (en este caso los disminuidos mentales), la marginación de la sociedad al diferente o la hipocresía del sistema legal y judicial en el que vivimos. Un sistema en el que los abogados defienden a culpables y atacan a inocentes por dinero. Y encima consiguen dormir tranquilos, a pesar de ser conscientes de que el trabajo que desempeñan es aberrante y carente de la más mínima moralidad.
En el reparto sobresale Sean Penn, uno de los mejores actores/directores que ha dado Hollywood en los últimos 40 años. Su problema reside en que por sus declaraciones públicas se le haya acabado metiendo en el saco de los “mal vistos”. Me refiero a «actores políticos» como Tim Robbins o Susan Sarandon. En este film, Penn logra una interpretación prodigiosa. Y ojo porque su papel fácilmente pudo haber caído en el mayor de los ridículos. ¡Pero no es así! Su performance está llena de matices y el público acaba creyendo que realmente sufre la discapacidad de su personaje, Sam Dawson.
No hay palabras suficientes para definir una actuación como la que Penn nos ofrece. Sensible, tierno, emotivo, vulnerable, conmovedor, inocente, indefenso,… Como dato curioso, decir que Penn consiguió este papel mientras se encontraba de vacaciones en Milán. Allí también había viajado a pasar unos días con su familia el director Jessie Nelson. Ambos quedaron para hablar del proyecto. Mientras Penn le contaba a Nelson una idea que tenía para una escena se puso de pie y, según Nelson: “caminó exactamente como lo haría Sam. Pensé, Dios mío, es demasiado bueno para ser verdad. En ese momento, y en esa forma de andar, vi claramente toda la película”. También decir que Penn fue nominado al Oscar como mejor actor, pero final e injustamente no lo consiguió.
De otro lado del reparto encontramos a dos actrices de diferentes generaciones, pero con talento para dar y regalar. Una con un futuro que parecía prometedor en Hollywood: Dakota Fanning. La otra podemos calificarla como la mejor actriz de su generación: Michelle Pfeiffer. Ambas logran dar la réplica a Penn con un trabajo magnífico en dos papeles nada fáciles. Pfeiffer como Rita, una abogada estresada y de vida frenética. Una letrada con graves problemas sentimentales y afectivos. Rita se toma el caso de Sam como una obra de beneficencia. La otra, Fanning, como la hija de Sam llamada Lucy Diamonds en uno de los innumerables guiños Beatlesnianos del film. Fanning no sólo logra sacar adelante un papel dificilísimo, sino que lo borda en una interpretación asombrosa si tenemos en cuenta su edad cuando se rodó la cinta: 6 años.
Para completar esta review hacer una parada en la dirección. Jessie Nelson se apunta al estilo más indie con multitud de primeros planos de los actores, especialmente cuando Sean Penn aparece en pantalla. Aunque cuando cree necesario aparca el zoom y nos ofrece una dirección eficiente y con una fotografía amable (como no podía ser de otra forma). Finalmente, la cinta se apoya en una partitura musical llena de canciones de Los Beatles interpretadas por varios artistas expresamente para la ocasión. Toda esta banda sonora dirigida por el siempre acertado John Powell.
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Yo soy Sam, una joya a descubrir con un Penn en estado de gracia. Una cinta que emociona y hace reír al mismo tiempo. Un film repleto de emociones para todos los públicos, aunque llegará al fondo del corazón de todo aquel que haya sido padre o madre. Una oda al amor. Amable y cruda, bella, conmovedora y con momentos de gran cine. En definitiva, una película para tener en tu colección particular y visionar siempre que el mundo te presione y quieras ver que todos debemos de ser como Sam: un niño de 7 años para siempre.
Tráiler de Yo soy Sam
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