Venganza bajo cero
Nels Coxman es un honrado trabajador encargado del quitanieves de Kehoe, una pequeña y fría localidad. Justo cuando su trabajo es premiado con el reconocimiento público de sus vecinos recibe la peor noticia: su hijo ha fallecido víctima de una sobredosis. Sin embargo, y de manera inesperada, Nels se entera que la muerte fue en realidad un asesinato. Ahora su vida tiene un nuevo propósito: encontrar y matar a los responsables del crimen. (Cineycine).
Kehoe es una zona nevada en la que se va a desatar una gran tormenta. Liam Neeson acaba de perder a su hijo y no está dispuesto a que todo pase sin más. Llega la hora de ejecutar una nueva venganza y cazar ‘Uno tras otro’ a los asesinos de su vástago. Esta vez la venganza se sirve congelada. Esta vez hablamos de una ‘Venganza bajo cero’.
“Algunos causan felicidad cuando llegan. Otros cuando se van…” (Oscar Wilde)
Crítica de Venganza bajo cero
Antes que nada conviene aclarar que ‘Venganza bajo cero’ no es una producción original. Esta nueva película protagonizada por Liam Neeson en realidad es un remake. Un remake de un thriller noruego estrenado en 2014 bajo el título de ‘Uno tras otro’ (In Order of Disappearance). Lo curioso del caso es que el director de ambas, original y “copia”, es el mismo. Me refiero a Hans Petter Moland, un realizador nacido en Oslo cuyo film más conocido probablemente sea ‘Redención: Los casos del Departamento Q’ (2016).
Al respecto de ‘Uno tras otro’ tengo que manifestar que, a día de hoy, no he tenido la suerte de verla. En consecuencia, aquí me referiré estrictamente a ‘Venganza bajo cero’ y lo que nos aporta al disfrutable subgénero de venganzas. No obstante, dejo esta frase del productor Michael Shamberg: “Cuando vi ‘Uno tras otro’, lo tenía todo. ‘Venganza bajo cero’ es lo mismo”.
En el guión encontramos a Frank Baldwin, un guionista novato que adapta el libreto original de Kim Fupz Aakeson. Respecto a la trama todo empieza bastante bien y de manera típica en este tipo de películas. Un hombre honrado sufre una gran pérdida y decide tomarse la justicia por su mano. Siguiendo este esquema, vemos como Nels Coxman se las apaña para localizar a los asesinos de su hijo e ir breándolos uno a uno. Hasta aquí todo muy bien y muy disfrutable. El problema surge cuando la venganza de Coxman sacude a otros personajes provocando una guerra. En principio esto podría parecer que enriquece la historia… pero lo único que hace es desviar la atención de la venganza principal sacando a pasear a muchos individuos prescindibles. Tipos que no nos interesan porque lo que nos interesa es el Nels Coxman de Liam Neeson y su vendetta.
En relación a lo anterior, la aparición de todos esos sujetos (el hitman, los indios, los policías,…) es aprovechado para insertar todo tipo de lenguaje subido de tono y humor negro. Esto se traduce en un intento de imitar las trademarks de Quentin Tarantino que no surte el efecto deseado. Además, con toda esta gente paseándose por la película el número de muertos termina siendo elevadísimo. Todo esto juega en contra del film, ya que le resta toda su credibilidad y dureza iniciales. Por si fuera poco, y en un intento de buscar la gracia, cada vez que fallece un desgraciado nos sacan su correspondiente esquela… Así las cosas, lo que empieza como una cruda película de venganza termina convertido en una romería.
La música tampoco ayuda a buscar un aire serio a la propuesta y se une a la romería antes citada. En este caso, el compositor George Fenton imprime un descarado tono burlesco a algunos pasajes que te saca del buen comienzo inicial.
Respecto a las escenas de acción y muertes no hay ninguna queja. Al principio nos encontramos con unas ejecuciones muy toscas y rudimentarias. Ejecuciones llevadas a cabo por Nels Coxman con sus propias manos. Lógicamente hablamos de un hombre normal, en consecuencia no sería de recibo verlo finiquitar a los malosos con una pistola con silenciador, por ejemplo. No obstante, a medida que avanza el film ya va tuneándose algún arma que otra. Posteriormente, y cuando las bandas entran en acción, la pantalla se llena de tiros y muertes como en un western auténtico y con indios incluidos…
En las interpretaciones, el protagonista principal es Liam Neeson encarnando a Nels Coxman. Este personaje no representa ninguna dificultad para Neeson, puesto que más que menos es un rol muy parecido a varios de los caracteres que ha interpretado a lo largo de su filmografía. Nels es un honrado trabajador de presencia destacada y muy firme en sus actos y valores. La presencia de Neeson es tan fuerte que cada vez que no está en pantalla desconectamos del film.
Apoyando su causa vengativa nos encontramos a William Forsythe como su hermano, Brock. Este personaje es un mero suministrador de información para Nels y Forsythe rueda todas sus secuencias sentado o de pie. Forsythe tiene su lado controlándolo a la actriz Elizabeth Thai dando vida a su peculiar esposa, Ahn.
El maloso de turno es interpretado por Tom Bateman como Trevor, “el vikingo”. Aquí tenemos a todo un supuesto caballero de la vida pública que realmente esconde a un mafioso insoportable. La recreación de Bateman es, por momentos, intencionadamente exagerada y déspota haciendo todo lo posible por caer mal al respetable. Su fiel esbirro es interpretado por Domenick Lombardozzi que se limita a plantar su atemorizante presencia delante de la cámara. Otro que se muestra hierático y frío es Tom Jackson como Toro Blanco, el gran jefe de la banda de los indios. Un inexpresivo y tradicional jefe que se contentaba con su pequeña parcela de poder y negocios. Mucho más activa se muestra Julia Jones como Aya, la temperamental exesposa de Trevor.
Por otra parte, los que somos seguidores de Laura Dern nos vamos a llevar un chasco. La gran actriz californiana sólo sale al principio encarnando a Grace, la esposa de Nels. Luego desaparece totalmente de la función. No creo que su participación total llegue si quiera a los 10 minutos en pantalla. Lo mismo sucede con Micheál Richardson, el hijo en la realidad de Liam Neeson y Natasha Richardson. Aquí da vida al desgraciado retoño de Nels que es finiquitado al principio de todo. Micheál tiene una escena o dos con su padre, otra en solitario y ya. Finalmente, de Emmy Rossum y John Doman como los agentes de la Ley de Kehoe poco se puede decir. Si no estuvieran en el film nadie los echaría de menos.
“Los discursos no son lo mío” (Nels Coxman)
En conclusión.
Finalizo esta crítica de Venganza bajo cero, una película de venganzas y de padres e hijos. Todo este plato se sirve sazonado de humor negro y personajes que, de un modo u otro, pagarán las consecuencias de la violencia.
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Tráiler de Venganza bajo cero
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