Toro salvaje
Principios de los años 40 en el Bronx (NY, Estados Unidos). Jake LaMotta es un duro púgil que sueña con alcanzar el título de campeón de los pesos medios. Para lograrlo cuenta siempre con el apoyo de su hermano, Joey. Sin embargo, el violento carácter de LaMotta, dentro y fuera del ring, es un obstáculo hacia el título más poderoso que sus propios rivales. (Cineycine).
“La idea había sido crear esta película tan abiertamente honesta como fuera posible. Hacerlo sin concesiones a la taquilla o a la audiencia. Yo dije: Eso es. Este es el final de mi carrera. Este es el final”. Martin Scorsese presenta… ‘Toro salvaje’.
“¡Esto es espectáculo!” (Jake LaMotta)
Crítica de Toro salvaje
Tras sus colaboraciones anteriores, Martin Scorsese y Robert De Niro volvieron a unirse en ‘Toro salvaje’. Estamos ante una producción sobre la vida del campeón Jake LaMotta (1922-2017) que se saldó con 2 Oscars de sus 8 nominaciones en la gala de 1981. Uno de esos Oscars fue a parar a las manos de De Niro, en la que ha sido, hasta el día de hoy, su segunda y última estatuilla dorada. El galardón sirvió para premiar no sólo su impresionante actuación, sino que también fue su gran recompensa al ser el principal valedor para que esta película viera la luz.
Al margen del éxito de crítica, el film también es todo un icono del mundo del boxeo. Hablamos de una cinta cuanto menos al mismo nivel que la mítica ‘Rocky’ (John G. Avildsen, 1976). No obstante, si la película protagonizada por Sylvester Stallone es la cara amable del boxeo, todo lo contrario sucede con ‘Raging Bull’. El film de Scorsese hace un duro retrato de un campeón violentísimo, tanto dentro como fuera del ring. Y ¡ojo! no sólo el boxeo emparenta a ambas películas. Las dos también están unidas por los mismos productores, los míticos: Irwin Winkler y Robert Chartoff.
A través del guión de Paul Schrader (con revisiones de Scorsese y De Niro) se describe buena parte de la vida de Jake LaMotta adaptando su propia biografía. En la película ya lo vemos formado como boxeador y eterno aspirante al título de los pesos medios. A partir de ahí la narración va avanzando desde principios de los años 40 hasta comienzos de los 60. En todo ese periodo de tiempo destacarán sus legendarios enfrentamientos con Sugar Ray Robinson, sus disparatamientos familiares y, finalmente, su descenso al infierno.
El libreto no es nada amable con LaMotta, quedando retratado como un auténtico maltratador físico y psicológico. Eso sí, también se nos muestra su coraje, infinito aguante y demoledor comportamiento en el cuadrilátero. Un estilo que le valió para ser reconocido como un auténtico toro: el toro del Bronx. Apuntalando lo violento de la personalidad de LaMotta, resaltar que cuando este vio el film, en compañía de su exmujer (Vickie), le preguntó si en realidad él era así de malo… ¡ella le contestó que había sido incluso peor!
La filmación de Martin Scorsese es realmente brillante. En el cuadrilátero destacan los tremebundos combates filmados desde dentro y con poco que envidiar a los de la saga Rocky con sangre, sudor y mucho vapor. Un vapor que casi puedes tocar… Cierto es que estos combates son más breves… pero el nivel de brutalidad resulta indescriptible. Para muestra quedan dos choques infernales: el enfrentamiento en el que LaMotta desfigura al guapo Tony Janiro y la última pelea contra Sugar Ray Robinson. Esta última es tremebunda y contiene ciertas dosis de auténtico gore. En la misma vemos a un LaMotta que se resiste a caer y queda literalmente crucificado en el ring cual Jesucristo. Todo mientras recibe una inmisericorde lluvia de golpes que terminan por regar de sangre al público más cercano.
Fuera del ring Scorsese también plasma la violenta personalidad del púgil en escenas muy desagradables. Me refiero a aquellas en las que maltrata a su mujer y a su hermano de palabra y obra. Particularmente hay unas secuencias que resultan espantosas y que duelen con sólo verlas. Hablo de las escenas que siguen a un frustrado intento de conexión de una televisión recién comprada… Por supuesto, y estando ante un film de Scorsese, no pueden faltar las dosis mafiosas de turno. En este caso representadas por el padrino Tommy y uno de sus principales “siervos”, Salvy.
Siguiendo con la dirección, resaltar que la película está rodada en blanco y negro por una razón muy sencilla. Scorsese quería respetar la visión de aquella época que tenía el propio LaMotta, quien afirmaba que todos sus recuerdos de aquello eran “en blanco y negro”. Tan sólo hay un breve segmento de video casero y familiar rodado en color con grano. Esto también fue un guiño del director al boxeador que, en su época, compró una cámara para grabar momentos familiares. Al final, Martin Scorsese consiguió la nominación al Oscar. Por su parte, Thelma Schoonmaker, la montadora, se llevó el segundo Oscar del film.
Finalmente, en los apartados técnicos también destaca la labor de fotografía realizada por Michael Chapman y la banda sonora. El trabajo de Chapman sobresale por su claridad y nitidez y por sus contrastes entre luz y oscuridad. La luz predomina en gran parte del metraje mientras que la oscuridad se acentúa en el tramo final. Ese tramo en el que LaMotta, ya retirado del boxeo, inicia su descenso al infierno mediante la compra de un local de fiesta. Por su parte, la música (composiciones de Pietro Mascagni) se encarga de dotar de auténtica y triste belleza a determinadas imágenes. El ejemplo más claro es la secuencia de apertura con el campeón moviéndose en el ring a cámara lenta.
“¿Por qué? ¿Por qué?…”. La ley de LaMotta.
En el cast empiezo con Robert De Niro que se entregó física y psicológicamente al rol de Jake LaMotta. Tan es así que tuvo extensas conversaciones con el excampeón, entrenó al máximo y fue capaz de engordar del orden de 25 a 30 Kgs para la parte final. Hay varios aspectos sobresalientes en su actuación. En primer lugar te lo crees totalmente como boxeador subido al ring. Por otro lado, da verdadero miedo cuando está fuera del cuadrilátero y empieza a maquinar ideas persecutorias. Ahí lo ves casi como un enfermizo demente de cine de género llegando a dar miedo. Y, finalmente, para el último tramo, da toda la apariencia de un facineroso acabado que se ve obligado a contar “chistes” en bares de mala muerte frecuentados por desgraciados. Estos tres registros de De Niro son los más sobresalientes ganando un merecidísimo Oscar.
Por su parte, el papel de Joe Pesci como su hermano Joey es un rol de apoyo y polémica. Apoyo porque Joey está con LaMotta dentro y fuera del ring. Dentro ayuda y anima en su esquina… y fuera intenta ser la cabeza del equipo buscando relaciones que lleven a su hermano al título. No obstante, Joey también es punto de polémica por las sospechas que inundan la cabeza de Jake… Esta relación de Pesci y De Niro se siente totalmente natural y Pesci recrea a un hombre subordinado a su violento hermano pero también con personalidad propia y estallidos de furia que hace pagar a los demás, caso de su enganchada con Salvy (Frank Vincent).
Finalmente, Cathy Moriarty tiene el tercer papel importante debutando en cines encarnando a Vickie LaMotta. En principio retrata a una chica rubia, guapa y que no habla mucho. Una joven que se va con el primero que tenga un gran cochazo para darle un paseo y que termina prisionera, física y psicológicamente, de LaMotta. Posteriormente destaca como una actriz primeriza es capaz de dotar de genio y rebeldía para oponer algo de resistencia al dominio de De Niro. Esto último no es algo que te puedas esperar de una debutante.
“Oye, Ray. No he caído. No me derribaste, Ray” (Jake LaMotta)
En conclusión.
Termino esta crítica de Toro salvaje, una de las mejores películas de Martin Scorsese. En pantalla tenemos un film que va más allá del boxeo para hacer un auténtico retrato físico y psicológico de un hombre cuya mentalidad le valió grandes triunfos pero también grandes y severas derrotas como persona, hermano y marido. Estamos ante una de las primeras películas de los años 80 en ser incluida en el Registro Nacional de Cine. No creo que haga falta decir mucho más…
Tráiler de Toro salvaje
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