Taxi Driver
Travis Bickle es un solitario veterano del Vietnam que padece insomnio crónico y decide buscar trabajo como taxista en el turno de noche. Pronto patrullar por las calles de Nueva York y el Bronx despertará en Travis una ira vengativa que yacía dormida en su interior. Todo al descubrir, de primera mano, el infame punto de no retorno al que ha llegado la ciudad. (Cineycine).
“No está mal. ¡Eh, eh! Je. Más rápido que tú, hijo de perra ¿Qué te has creído? Sí, claro. Te he visto venir, borde. ¡Cagón! Bueno, aquí estoy, venga ¡atrévete! Empieza tú. Atácame. Ni lo intentes cabronazo. ¿Hablas conmigo? ¿Me lo dices a mí? Dime ¿Es a mí? Entonces ¿A quién demonios le hablas si no es a mí? Aquí no hay nadie más que yo. ¿Con quién puñeta crees que estás hablando?”. Robert De Niro es Travis Bickle alias ‘Taxi Driver’.
“Por la noche salen bichos de todas clases. Furcias, macarras, maleantes, maricas, lesbianas, drogadictos, traficantes de drogas. Tipos raros. Algún día llegará una verdadera lluvia que limpiará las calles de esta escoria” (Travis Bickle)
Crítica de Taxi Driver
El desesperanzado cine setentero conoció en 1976 a uno de sus grandes antihéroes: Travis Bickle. Un antihéroe alzado, posteriormente, como figura ineludible del cine americano que sirvió para lanzar la carrera del director Martin Scorsese. El realizador terminaría definitivamente instalado en el star system tras ratificar en ‘Taxi Driver’ el triunfo de ‘Malas calles’ (1973). El otro gran triunfador fue un descomunal Robert De Niro. Tan solo cuatro años después cerraría su década imprescindible, y casi insuperable, con sus protagonismos en ‘El cazador’ (Michael Cimino, 1978) y ‘Toro salvaje’ (Martin Scorsese, 1980).
‘Taxi Driver’ es la absorbente historia de un tipo solitario que va abandonando la realidad a pasos desesperanzados. La impresionante apertura con el icónico taxi neoyorkino saliendo desde una neblina infernal mientras suena la impresionante fanfarria póstuma de Bernard Herrmann, o el montaje del film, son apartados maestros de una película superior. No hay más que ver cómo todo lo que rodea a Travis se va volviendo cada vez más opresivo. Y nosotros, como espectadores, vamos viéndonos cada vez más atrapados en el taxi junto a él.
El libreto estuvo moviéndose fuera del circuito de Hollywood durante más de una década de la mano de Paul Schrader. Finalmente vio la luz gracias a los productores independientes Michael & Julia Philips. Hablamos de dos de los hacedores de ‘El golpe’ (Gregory Roy Hill, 1973). La historia está basada en las vivencias propias de Schrader. Experiencias personales surgidas tras ser despedido de su trabajo en la AFI, divorciarse y romper con su amante. El guionista entró en una espiral depresiva que lo llevó a dormir en su coche, pasar el día en cines porno, portar armas cargadas y tomar toda clase de drogas, especialmente cocaína.
De todo lo anterior, Schrader logró extraer un guion que era demasiado personal para cedérselo a cualquiera. Tan solo la mediación de Brian De Palma en favor de Martin Scorsese hizo posible que el guionista accediera a que el italoamericano lo dirigiera. Todo ello una vez que Schrader se dio cuenta que sería imposible que él mismo pudiera ponerse tras las cámaras. Algo que sí haría años después, y gracias al éxito de este film, con ‘Blue Collar’ (1978) y ‘Hardcore: El mundo oculto’ (1979). Estos títulos fueron los dos primeros peldaños de una carrera como director claramente llena de altibajos.
Por su parte, la dirección de Scorsese sentó catedra y lo elevó al altar de directores del Nuevo Hollywood. Sin duda, ‘Taxi Driver’ es uno de esos films que te posibilitan tener una carrera, y así fue… Tanto Scorsese como cineasta, Schrader como cotizado guionista (y luego director) y De Niro como uno de los actores americanos más versátiles de los setenta y ochenta pueden dar fe de ello.
En ‘Taxi Driver’ se juntaron una serie de factores que hicieron posible dar luz a una obra clave. Una película mayúscula, absorbente, pesadillesca, incómoda y removedora de conciencias. Ojo a cómo nadie hace nada por entender a su protagonista y éste no sabe cómo cambiar su manera de andar por la vida. Para ejemplo está su cita con Betsy o la impresionante secuencia de la cabina, en donde el director juega con la mente del protagonista abandonando la cabina para filmar un pasillo con una puerta abierta que da a la calle.
Por supuesto es imposible pasar por alto toda la preparación mental y física de Travis con una misión que ni él mismo conoce. Una misión que luego verá cristalina al conocer a Iris, una suerte de Lolita que no entiende la fascinación de Travis por rescatarla de la calle. El film funciona como una especie de western urbano y renegado. Una cinta protagonizada por un forajido al que nadie ha pedido ayuda y con una víctima que no quiere ser salvada.
Un film tremebundo como este no sería tal sin una serie de interpretaciones de altura. Aquí se lleva la palma su protagonista. Todo un icónico personaje solitario inmortalizado por un Robert De Niro portentoso en una actuación a tumba abierta. De Niro sentó con esta performance las bases de sus tics interpretativos. Sirva como anécdota que Bob no fue ni mucho menos la primera opción para ser el protagonista. Tan solo fue considerado seriamente tras las negativas oficiales de Burt Reynolds, Al Pacino y Dustin Hoffman. La entrada de Bobby en ‘El padrino II’ (Francis Ford Coppola, 1974) y la preproducción empezada por Brian De Palma con Paul Schrader con De Niro en mente, hizo desistir a Scorsese de su idea inicial de dar a Harvey Keitel el rol principal.
Junto a De Niro resaltar a dos mujeres. Por un lado, una adolescente Jodie Foster como Iris, la prostituta menor de edad. Y, por otro lado, Cybill Shepherd como Betsy, la secretaria de la campaña del senador Palantine interpretado por Leonard Harris en su primera aparición en cines.
Entre los compañeros taxistas destacó un secundario de lujo como Peter Boyle. Por el film también aparecen Joe Spinell y Albert Brooks. Este último encarnando a Tom, un afiliado a la campaña de Palantine solo para intentar ligarse a Betsy. Por último, no pasar por alto el cameo del propio Martin Scorsese como un pasajero del taxi de Travis. Un cornudo que le va contando cómo piensa vengarse de su adultera esposa mientras le obliga a esperar junto al edificio donde le está engañando con otro hombre.
Párrafo al margen merece el anteriormente citado Harvey Keitel que, como “premio de consolación”, se tuvo que conformar con el papel de Sport, el proxeneta de Iris. De manera previa, Keitel había rechazado el papel de Tom con más líneas de diálogo y tiempo en pantalla. Ya fuera directa o indirectamente, el éxito de ‘Taxi Driver’, y los halagos para Scorsese, Schrader y De Niro, terminaron afectando a la carrera de Keitel como posible aspirante a estrella protagonista. Finalmente terminaría por enterrarse con su despido en ‘Apocalypse Now’ (Francis Ford Coppola, 1979). Además de dejar tocada su relación laboral con Scorsese. Ambos habían colaborado consecutivamente en los tres primeros films del director y ya no volverían a trabajar juntos hasta ‘La última tentación de Cristo’ (1988).
“Escuchad, imbéciles de mierda. Aquí hay un hombre que va a cortar por lo sano. Un hombre que va a hacer frente a la chusma, a la prostitución, a las drogas, a la podredumbre, a la basura y que acabará con todo eso” (Travis Bickle)
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Taxi Driver, un largometraje clave del cine setentero. Un film ineludible de una década en donde los fantasmas de unos años sesenta desfasados y la generación de los adolescentes nacidos en los cincuenta, pagando el precio de su ansiada libertad, veían como un director casi desconocido les escupía las verdades a la cara en un retrato demoledor de una sociedad autodestructiva. Aún hoy es toda una experiencia inmersivamente devastadora.
Tráiler de Taxi Driver
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