Taps, más allá del honor
La academia militar de Bunker Hill lleva más de 140 años adiestrando a jóvenes para que se conviertan en hombres de honor y soldados pero, lastimosamente, no podrá llegar a los 150 cuando al General Baches le sea comunicado el cierre inmediato de la instalación, ya que los terrenos han sido vendidos para que allí se levante un complejo de apartamentos. Los reclutas rápidamente se sublevarán ante la situación, y decidirán tomar el control de la instalación y las armas. Sin embargo, la súbita desaparición de Baches, y una serie de tristes sucesos, harán que el tema se les escape de las manos. (Cineycine).
“¡¿Quién tiene derecho a decir que esta tierra se vende!? Ha sido comprada y pagada con la sangre de nuestros graduados. Yo soy un veterano de muchas batallas. Pero ninguna batalla es más importante que esta, que esta batalla final que me propongo ganar. Tenemos un año, en menos tiempo se han ganado guerras… Hombres bajo mi mando, mientras nos quede aliento y espíritu, debemos luchar por conservar la Academia, para que las tradiciones que nacieron aquí puedan mantenerse aquí”. Bienvenidos a Bunker Hill. Esto es ‘Taps, más allá del honor’.
Crítica de Taps, más allá del honor
Harold Becker es el artesano detrás de este notable relato entorno a la lealtad, el honor, el paso de niño a hombre, el ejército y la vida dedicada a una meta. Comandado interpretativamente el film tenemos un gigantesco George C. Scott. Y junto a él encontramos a un grupo de jóvenes actores debutantes que luego hicieron carrera como protagonistas de un buen numero de films. Me refiero a futuras súper-estrellas como Sean Penn y Tom Cruise, o a intérpretes como Timothy Hutton. Este último venía de ganar el Oscar al mejor actor de reparto por ‘Gente corriente’ (Robert Redford, 1980).
‘Taps, más allá del honor’ se estrenó a finales de 1981, en plena fiebre antibelicista con films recientes en la memoria que removieron conciencias como: ‘El cazador’ (Michael Cimino, 1978), ‘Apocalipse Now’ (Francis Ford Coppola, 1979), o ‘Acorralado’ (Ted Kotcheff, 1982). Con ‘Taps’, Harold Becker mostró al mundo su propia versión de una guerra interior ante tu propio país, la burocracia y los intereses meramente económicos por encima de palabras tan mayúsculas como el honor, la lealtad y la disciplina. Para su labor detrás de las cámaras se apoyó en un guión magnífico escrito a cuatro manos por Darryl Ponicsan y Robert Mark Kamen. El libreto nos muestra la incomprensión y el odio que aún la ciudadanía sentía hacia los jóvenes que decidían dar su vida por su país (sobre todo por la desastrosa participación americana en Vietnam) o por la noble causa de la armada.
‘Taps’ está plagada de un buen numero de durísimas y aclaratorias peroratas, y cuenta con una ambientación sobresaliente. El film se revela como una cinta imprescindible que redondea lo visto en películas posteriores como: ‘Platoon’ (Oliver Stone, 1986), ‘La chaqueta metálica’ (Stanley Kubrick 1987) o ‘Corazones de hierro’ (Brian De Palma, 1989).
La película, tal y como ya expuse antes, sirvió también como vehículo de lanzamiento para comprobar cómo se desenvolvían imberbes como Sean Penn y un impetuoso Tom Cruise, en un rol que muestra todo lo contrario al tipo de roles que luego le darían fama. Curiosamente el que menos trascendió de todos ellos, Timothy Hutton, es aquí el protagonista. Hutton encarna a un joven Mayor de Cadetes que lleva a cabo una sublevación contra el Sistema. También hace acto de presencia un clásico de los 70 y 80 como Ronny Cox, quien es el militar del exterior encargado de negociar con los cadetes su rendición.
Hay decisiones fácilmente cuestionables que Becker toma en ‘Taps’. La súbita desaparición de un descomunal George C. Scott es una de ellas. Aunque es una decisión loable como director. Esto queda justificado con el último plano de C. Scott dejando bien claro que, a pesar de ser un guerrero toda su vida, acaba de ser derrotado moral y psicológicamente. Precisamente ese plano es el que desencadenará los hechos que luego toman protagonismo en el film. A partir de ahí veremos al grupo de cadetes adoptando unas decisiones precipitadas y suicidas parapetándose en las instalaciones de Bunker Hill.
El protagonismo de los cadetes mostrará al público quienes de verdad están dispuestos a ir a la guerra y quienes, simplemente, no tienen madera de soldados… Al mismo tiempo, Becker muestra a los jóvenes adolescentes en situaciones banales cuando están fuera de servicio. En esos instantes los veremos viendo MASH en la tele, o tomándose la situación a broma en falsas conexiones en directo de TV. Al fin y al cabo aún no eran hombres ni soldados, tan sólo cadetes. Todo ello mientras fuera, los medios de comunicación, los vecinos y los padres, no entienden cómo se ha llegado a tan extrema situación de no retorno.
También es justo reconocerle a Harold Becker innumerables aciertos. Entre ellos estarían los siguientes: el casting, su perfecto tino a la hora de mover la cámara por los rincones de Bunker Hill, el diseño de vestuario y el excepcional e imponente desfile de tropas en entrenamiento. Aquí presenciamos una serie de desfiles que hacen que el espectador acabe mostrando un enorme respeto por esos jóvenes soldados. Por supuesto también ayuda mucho la fanfarria compuesta por Maurice Jarre.
Los guionistas, Darryl Ponicsan y Robert Mark Kamen adaptaron la novela ‘Father Sky’ de Devery Freeman con un descomunal despliegue de frases. «Sentencias» que, en su gran mayoría, son lanzadas por el General Baches, un durísimo hombre de Honor de la vieja escuela. Atención a como contesta a Moreland cuando este acude en busca de explicaciones tras la ceremonia-anuncio del cierre de la Academia: “Esto lo han hecho con un golpe de pluma. Su campo del honor es una mesa. Cargaron la pluma, echaron una firmita y adelante. Eso les aconsejaban las cuentas. Fuera de aquí se piensa que estas instalaciones son anacrónicas y que los lideres como usted y como yo estamos anquilosados… ¿Acaso no es de locos agarrarse al honor en un mundo en donde el honor es despreciado?”.
En el reparto decir que Timothy Hutton (Moreland) aguanta dignamente sobre sus hombros el peso del relato. Atención a como aferra los pies al suelo cuando su padre, también militar de alto grado, acude a disuadirle de seguir con esta situación (una escena decididamente memorable). Junto a Hutton, tenemos a un Sean Penn (Dwyer) demasiado ligero. Penn está lejos de su mejor nivel y sólo acaba endureciéndose en los minutos finales. Ya por último destaca Tom Cruise (Shaw) con algunos ataques de sobreactuación, pero bien en líneas generales. Su Alex Shaw es un tipo que no soporta a las «nenazas» y al que las deserciones lo sacan de sus casillas.
“Tenemos una posición tomada. Ustedes son la razón de mi vida. Son mi familia y no dejaré que me los arrebaten” (General Baches)
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Taps, más allá del honor. Estamos ante un tremebundo drama militar que pone las cartas sobre la mesa, no se anda con ningún tipo de concesiones y además contiene un recital de George C. Scott. No solo eso, sino que también funciona como vehículo de lanzamiento para ver los primeros minutos como protagonistas principales de actores que hoy día son emblemas en vida como Sean Penn y Tom Cruise. Posiblemente sea el trabajo más redondo de Harold Becker.
Tráiler de Taps, más allá del honor
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