Sin City: Ciudad del pecado
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“Estas manos están manchadas de sangre. Cuando necesito saber algo… lo que hago es buscar a alguien que sepa más que yo y preguntarle. A veces soy expeditivo. Esta noche he matado a tres tíos. Seré explícito, me muevo en progresión. El tercero le ha acusado a usted, padre. Vale la pena morir, matar e ir al infierno. Amén…”. Bienvenidos al mundo de Frank Miller. Bienvenidos a ‘Sin City: Ciudad del pecado’.

“Existen callejones en Sin City donde todo es posible” (Marv)

Crítica de Sin City: Ciudad del pecado

Pocas experiencias inmersivas calaron de una manera tan profunda como la unión entre cómic y cine surgidas de la mente de Frank Miller y de la tenaz visión de Robert Rodríguez. Ambos se juntaron para trasladar, de forma fidedigna y asombrosa, las viñetas al cine en ‘Sin City: Ciudad del pecado’. La película se filmó con un presupuesto estimado de tan sólo 40 millones de dólares. Y fue rodada por entero en Austin (Texas). Concretamente en los estudios Troublemaker, propiedad del propio Rodríguez. El film vino apadrinado por Miramax y el director invitado, Quentin Tarantino. “El chico del videoclub” tuvo crédito como realizador para la secuencia entre Dwight y Johnny Boy en el coche, también conocida como “la toma larga”. Todos estos elementos hicieron posible el mundo de ‘Sin City’, su moralidad, corrupción, y proyección en blanco y negro… siendo filmada por completo en pantalla verde.

En 2004, Rodríguez se vio totalmente preparado para afrontar la mayor empresa de su carrera. Sobre todo después de haber jugueteado con los efectos especiales, los trucajes por ordenador y la filmación con pantalla verde en el final de sus dos trilogías: ‘Spy Kids 3: Game Over’ (2003) y ‘El mexicano’ (2003). Pero, por su parte, Frank Miller desconfiaba… y con razón. Miller tuvo que ver con sus propios ojos el progreso en la filmación patentado por Rodríguez para volverse un creyente. Y así fue como ambos llegaron a codirigir el evento. El estreno fue el 1 de abril de 2005 en EEUU. La propuesta consiguió amasar 158 millones a nivel mundial en su paso por salas. En España la pudimos disfrutar el 12 de agosto de ese mismo año. Destacar su doblaje al español encabezado por la voz habitual de Willis, un excepcional Ramón Langa.

Toda la película se rodó por entero en digital. Esto posibilitaba al director filmar seguido y sin cortes… para luego poder juntar las piezas y darle sentido en montaje. Algo que solo es posible cuando el montador es el mismo director. Además, Rodríguez usó un sinfín de trucos de aprovechamiento de actores, tiempo y espacio. Siendo gloriosamente notorios los hechos de que Mickey Rourke no interactuó con otros intérpretes con los que compartió escena prolongadamente en pantalla. Me refiero a Brittany Murphy, Elijah Wood o Rutger Hauer. Por otro lado, la fotografía resulta preciosista y revolucionaria. Tan es así que el juego de color en el film es legendario. En la misma encontramos de nuevo a Robert Rodríguez.

Obviamente mucho del mérito de que ‘Sin City’ fuera un material tan potente y rico del que surtirse en historias, personajes, dimensiones y complejidad era de Frank Miller. No en vano, es su creador. Y hablamos de un trabajo que llevó a cabo por iniciativa propia, sin encargo previo, ni tampoco heredando ningún material ya visualizado por otros… Ahora bien, Robert Rodríguez también merece un aplauso hablando como lo estamos haciendo del film. Y ¡por qué no! del relanzamiento a nivel comercial de la obra. Una obra que, con el estreno del film, se volvió aún más conocida para el gran público. Enorme y merecido es decir que Rodríguez abrazó su mayor empresa. Tal y como anteriormente habían hecho cineastas del nivel de William Friedkin, Michael Cimino o Francis Ford Coppola. Rodríguez era quien más arriesgaba, ya que Miller siempre podría volver a las viñetas.

El género en donde más se mueve este largometraje es en el del cine negro. Un cine negro, o film noir, claramente exagerado, hiperpreciosista, violentísimo y al borde del estallido permanente. Un mundo en donde todo se basaba en la moralidad: en los que la tenían y los que carecían de ella. Un mundo en donde a Frank Miller le gustaría vivir… y morir. La película se divide en tres segmentos claros. Aunque, realmente, cuenta cuatro historias del Universo de Sin City: ‘El cliente siempre tiene la razón’, ‘El duro adiós’, ‘La gran masacre’ y ‘Ese bastardo amarillo’. Hasta tres nombres figuran componiendo las diferentes bandas sonoras por segmentos. Estos son John Debney, Graeme Revell y ¡cómo no! el insustituible Rodríguez.

En las cuatro historias mencionadas, los personajes van entrando y saliendo de forma no lineal. Los grandes protagonistas de este inabarcable elenco son los siguientes: Bruce Willis (Hartigan) encarnando al héroe reacio, un policía con honor en una ciudad podrida. Un tipo que no podía retirarse dejando nada sin resolver. La actuación de Willis es tremebunda y, como gran parte del elenco, luce en estado de gracia. Es imposible imaginar a otro actor dando vida a Hartigan. Su protegida es Jessica Alba como Nancy, una joven indefensa a la que tiempo atrás salvo de ser violada por el podrido y pérfido Junior, interpretado por Nick Stahl, hijo del Senador Roark al que encarna Powers Boothe.

También destaca sobradamente Mickey Rourke en un comeback directo del infierno en vida. Mickey clava de forma portentosa a Marv, una especie de Frankenstein con una sola misión: encontrar al asesino de su amada Goldie, interpretada por Jaime King. Para dar con el criminal arrasará con toda la ciudad y se agenciará las mejores chupas de cuero que encuentre. En el tercero segmento toman el protagonismo un más que correcto Clive Owen (Dwight) y un animador de fiestas retorcido como Benicio Del Toro (Jackie Boy) con nariz falsa y voz impostada mediante. Importante peso en dicho relato para la dura e hipnotizante Rosario Dawson como Gail, la cabecilla de las chicas: las guerreras de Sin City.

No podemos dejar de mencionar a un fugaz Rutger Hauer como el Cardenal Roark luciendo la cabeza afeitada a lo Marlon Brando en Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979). Hauer protagoniza una fugaz escena que se alza como de lo mejor del film. También hay que mencionar al silencioso Elijah Wood (Kevin) y al inevitable compañero de fatigas de Hartigan, durante casi treinta años, Bob al que da vida Michael Madsen. Y del lado femenino imperdonable sería no destacar la apabullante aparición de Carla Gugino como Lucille, la psiquiatra encargada de la condicional de Marv, siendo a la vez su principal surtidora de información y medicamentos.

“El viejo muere. La chica vive. Me parece justo” (Hartigan)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Sin City: Ciudad del pecado, una icónica pieza maestra. Hasta el fin de los días será la madre de todas las adaptaciones de novelas gráficas/cómics en la gran pantalla. Atrapante, compleja, soberbia y obra de arte. Magníficamente dirigida y con un casting milimétricamente bien elegido.

Tráiler de Sin City: Ciudad del pecado

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