Road House
Elwood Dalton es un antiguo y olvidado luchador de la UFC. Por cinco mil dólares a la semana es contratado por una joven empresaria para poner orden en un bar de carretera de los Cayos de Florida. Un cacique ambicioso pronto verá en Dalton una amenaza a sus negocios y acabará por contratar a Knox, un solucionador de problemas de métodos demasiado extremos. El coctel ya está servido y promete ser explosivo. (Cineycine).
“¿Sabes? Lo irónico es que pensaba irme. Es curioso. Antes ya me han preguntado si tengo miedo. Y sí que lo tengo. Me asusta lo que puede pasar cuando me presionan demasiado. Tal y como has hecho tú. Porque sé lo que pasará después…”. Amazon Prime Video presenta a Jake Gyllenhaal como Elwood Dalton en ‘Road House. De profesión: duro’.
“En una pelea nadie gana” (Dalton)
Crítica de Road House
Estamos ante un nuevo “revival” a cargo del productor Joel Silver, antiguo estandarte del cine de acción. Silver lleva años viviendo de este tipo de rescates y de algún que otro éxito moderado. Pero muy lejos de la influencia que tenía en su gloriosa época de esplendor: las décadas de los ochenta y noventa.
En este enésimo remake de un clásico altamente venerado que nadie pidió, Jake Gyllenhaal hereda el papel que Patrick Swayze tuvo en la original ‘Road House (De profesión: duro)’ (Rowdy Herrington, 1989). Y ojo, porque este rol estuvo a punto de cambiar de género, hace unos años, cuando Silver quiso aprovechar la fama de Ronda Rousey, allá por 2015. Lo cierto es que todo aquello quedó en el olvido… casi tanto o más que la secuela ‘Road House 2: La última llamada’ (Scott Ziehl, 2005). Una “continuación” estrenada directa a video con un casting diferente y de la que en este remake también podemos apreciar algún leve guiño.
Ha sido ahora, en 2024, coincidiendo con el 35 aniversario de la original cuando, finalmente, los astros se han alineado. Estos astros han resultado ser: MGM, Amazon Prime y el citado Joel Silver. Todos ellos han acabado uniendo sus fuerzas para poner en marcha el definitivo intento por relanzar este remake. Un remake que, por lo menos, honrara mínimamente la memoria del original.
El 21 de marzo de 2024 fue la fecha elegida por Amazon Prime Video para su estreno mundial. Y fue desde ese día cuando pudimos descubrir cómo han cambiado los tiempos. Y, tal y como se suele decir, no para mejor… Cierto es que ‘Road House. De profesión: duro’ no es ni mucho menos una mala película. Habría que calificarla como un óptimo entretenimiento. Pero, a grandes rasgos, su aportación no pasa de ser un espectáculo para ver una vez y ya. Un film muy del estilo de esos que pueda servir de fondo de catálogo para plataformas de streaming. Ojo, esto no implica algo negativo, solamente es el lugar que le da para ocupar. Tema muy distinto es que, con los medios que tiene, el director, la estrella protagonista y el luchador invitado hubiera dado para más…
Como era de esperar, queda lejos del status de cult movie de la cinta protagonizada por Swayze. Una película alzada casi de inmediato como estandarte del mejor cine de serie B y emblema absoluto de los videoclubs. Todavía actualmente le pueden caer encima cientos de visionado y uno sigue en pleno estallido de flipación con ella. Este remake es un claro esclavo de su tiempo, como lo era la cinta ochentera. Pero claro, aunque esto le duela a muchos, los tiempos de la original eran bastante mejores. Más desenfadados y menos encorsetados que los que vivimos hoy en día. Y en esa batalla pierde por goleada la versión de Amazon.
Dejando de lado las comparaciones, ahora toca repasar la película fuera de su influencia. Estamos ante un film que intenta cimentar su propia personalidad. Se aspira al divertimento de otra época, pero queriendo contentar por igual al espectador desconocedor del original y a la concurrencia casual. ‘Road House. De profesión: duro’ es un thriller de acción que, aunque no demuestra los 85 millones estimados de su presupuesto, sí que visualmente luce bien ambientada.
Doug Liman, un director que vivió tiempos mejores, sabe mantener el ritmo con unas escenas de acción que varían entre lo bien filmado (los dos grandes versus entre Dalton y Knox) y lo aparentemente improvisado: el duelo de lanchas con salto imposible, o cierto atropello nocturno. Como film de acción cubre bien el cupo. Como comedia raspa la superficie. Pero lo cierto es que como película dentro del subgénero de bares o zurras le falta alma y, sobre todo, más vena macarra. No les hubiese venido mal a los guionistas verse la filmografía de Walter Hill antes de entregar el script para esta nueva versión. Y es que, nuevamente, volvemos al fantasma de la corrección política frenando cualquier ramalazo políticamente incorrecto (desnudos o chicas de buen ver, por ejemplo). Y esto último le hubiese venido de lujo al film.
Respecto al controvertido CGI decir que, por lo menos, luce al mismo nivel o mejor que muchas producciones de Amazon o Netflix con el doble de presupuesto. Traigamos al recuerdo ‘El agente invisible’ (Los Russo, 2022) con sus descomunales 200 millones de dólares y un CGI infame del cual pocos se quejaron. Casualidad o no, todo este runrún CGI, sobre todo en las peleas, vino de un currante ¿resentido tal vez? del actioner como Scott Adkins. Visto el film, es muy difícil apreciar el CGI del que Adkins se queja sin dar al pause. Por cierto, ese CGI se ha usado para simular los golpes en los combates. Puede que gran parte de culpa tuviera que el film se rodó en 2022 en Florida y la Republica Dominicana. Una filmación cuando aún estábamos saliendo del COVID y las medidas de precaución eran aún restrictivas.
Mucha de la papeleta salvada por la película le viene por sus nada disimulados ecos al western clásico. En este sentido, ojo a varios diálogos de Charlie, la chica encarnada por Hannah Love Lanier. El film también avanza a ratos de forma pausada y otros con tremendas sacudidas provocadas por los estallidos en forma de combates o a la aparición inenarrable de un enloquecido Conor McGregor (Knox). Por no habla de ese excéntrico y bien perfilado Billy Magnussen interpretando a un niñato consentido que quiere todo, pero sin esfuerzo. Un personaje claramente fuera de sitio, pero que funciona en el entorno donde lo ubican.
Todos estos intentos de animadores de fiesta confabulan alrededor de Dalton. Un solitario marcado por un hecho de su pasado que iremos descubriendo con el devenir de la trama. Jake Gyllenhaal le da vida con total solvencia y un gran estado físico. Se confirma definitivamente que el actor está viviendo una madurez volcada al lado más desenfrenado de su filmografía. Gyllenhaal, que afirmó haber homenajeado a Swayze con los tatuajes de su personaje, encara a un Dalton que va entre lo sobrado y el buenazo. Hasta que, como bien dice en cierto momento, se ve presionado más de la cuenta. Y cuando deja de hablar y reparte lo hace con una contundencia que va en aumento hasta su desatado clímax.
El resto del casting transmite lo justo dentro del esbozo. Siempre en segunda fila y conscientes de ser elementos de decoración. Actores y actrices invitados a la fiesta de otro. En este grupo están: Daniela Melchior como Ellie, un intento de corajuda doctora de urgencias. Jessica Williams como Frankie, la propietaria del bar en apuros. Y unos fugaces Beua Knapp (Vince) y Post Malone (Carter). El primero gastando más gomina que minutos en pantalla. Y el segundo sudando y curtiéndose el lomo contra un orondo rival al comienzo de la cinta. Más minutos que estos tienen a su cargo el ascendente JD Pardo (Dell) y Big Dick (Joaquin De Almeida). Un camorrista local que no conoce sus limitaciones y un sheriff corrupto que solo sabe abusar de verborrea y placa.
“Ven. Que te voy a dar un consejo: No dejes que se te acerquen tanto” (Knox)
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Road House, cine de evasión propio de estos tiempos modernos. Y como tal tiene lo bueno y lo malo que esto conlleva. Buenas zurras, localizaciones exóticas, set-pieces con el sello de su director y dos horas aptas para la distracción.
AVISO: Hay una escena adicional al final de los créditos iniciales.
Tráiler de Road House
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