Men in Black 3
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Diez años después del estreno de la fallida ‘Men in Black 2’ los hombres de negro ¡regresaron! Y lo hicieron en esta tardía tercera entrega en 3D que nos devuelve a los orígenes de la saga. En esta tercera parte se incide en la relación de los entrañables agentes J y K, personajes que llegaron a calarnos hondo en el ya lejano 1997 con la primera película. Viajes temporales, futuros alternativos, un sólido guión y la incorporación de Josh Brolin nos esperan en ‘Men in Black 3’.

Crítica de Men in Black 3

Existe un dicho que dice «equivocarse es de humanos y rectificar es de sabios». Pues bien, partiendo de la base de que ‘Men in Black 3’ no llega a la altura de Men in Black(Barry Sonnenfeld, 2002), también es cierto que nos encontramos, a todas luces, con una secuela infinitamente más interesante e inteligente en todos los aspectos a su predecesora, la muy light y excéntricaMen in Black 2 (Barry Sonnenfeld, 2002). Y esto es algo que, en parte, se logra recuperando el equilibrio perdido entre el baile de géneros que predomina desde los inicios de la trilogía. Un equilibrio que desapareció en la segunda película y que volvió a recobrar Sonnenfeld en esta tercera película.

En un acto de honradez y sensatez, Barry Sonnenfeld reconoció los muchos errores de ‘MIB 2’. Entre ellos, y como mencionamos en su respectivo artículo, un guión totalmente plano así como un excesivo enfoque hacia la autoparodia y el humor forzado. En esta ocasión, y contra todo pronóstico, fue capaz de subsanarlos y regresar a los orígenes de la saga. De hecho, aquí incluso acentúa una de las mayores cualidades del primer film: la historia, los sentimientos y las relaciones entre personajes.

‘MIB 3’ es un continuo llamamiento a la nostalgia. Una sofisticada y futurista «poesía» sobre el valor de la amistad, el compañerismo y el compromiso. De este modo nos encontramos ante un film mucho más sólido, construido y tragicómico de lo que fue la primera de las secuelas. Por supuesto sin dejar de lado el humor innato y esencial que tanto caracteriza a esta trilogía. Eso sí, sin llegar a caer en la bufonería y absurdo de la insustancial segunda entrega. En ‘MIB 3’ desaparecen personajes ya prescindibles como Jeebs, el perro Frank o los clásicos gusarapos. Estos últimos simplemente se dejan ver a modo de cameo.

Pero que los fans de las anteriores entregas no se alarmen, porque la película es un guiño constante y nostálgico hacía ellas. A lo largo del metraje nos toparemos con algún escenario familiar que nos recordará al primer film (la plaza donde se encuentran las dos torres, que en realidad son los platillos volantes con los que Edgar quería escapar a su planeta). También disfrutaremos con un guiño a un difunto agente Z (ahora sustituido por una Emma Thompson un tanto desaprovechada como la nueva jefa de la organización), o el simpático (y gigantesco) cuadro del perro Frank que el agente J posee en su habitación (supone el primer plano de toda la saga en el que vemos a J sin su traje negro).

La película resulta indudablemente la más adulta de la saga. Ya desde el inicio se enfatiza en la extraña personalidad del agente K (interpretado por un ya avejentado Tommy Lee Jones en un papel más breve, aunque esencial). Así mismo se ahonda en el por qué de su carácter retraído y distante, algo que siempre ha sorprendido a J (un siempre excelente Will Smith lleno de carisma y determinación) y que nunca ha llegado a comprender. De esta manera se resuelve, y de forma brillante, una de las incógnitas más persistentes de la franquicia: ¿Qué merodea por la cabeza del veterano y genial pero también atormentado agente K?

La duda se resolverá en el viaje en el tiempo que emprenderá J para salvar a su joven compañero y a la humanidad de las garras de Boris, «el animal» (Jemaine Clement), un cruel asesino extraterrestre. Poco tiene que ver este personaje con la «Serleena» de ‘MIB 2’. Boris escapa de una prisión Lunar con afán de asesinar al joven agente K, interpretado por un Josh Brolin en estado de gracia. Precisamente, la incorporación de Brolin al reparto es uno de los muchos puntos fuerte de la historia. Amén del nuevo rumbo argumental que los guionistas David Koepp y Etan Cohen dan a la misma. Ambos otorgan un soplo de aire fresco a una saga que, de haber repetido el esquema de las dos anteriores, se habría hecho sumamente monótona.

Ahondando en Josh Brolin como la versión joven del personaje de Tommy Lee Jones en 1969 cabe decir que su actuación es divertida, fiel e inspirada. También resulta tan sorprendente que nos hará recordar constantemente al veterano agente K del futuro. De hecho, y por momentos, resulta imposible distinguir entre un actor y otro. En pantalla no encontraremos diferencia alguna entre las interpretaciones de Brolin y Lee Jones, simplemente vemos al agente K. Esto es una señal irrefutable de que ambos actores se convirtieron, literalmente, en él. En este sentido, se puede decir abiertamente que Josh Brolin resulta el gran triunfador de esta película y su incorporación todo un acierto. Además, resulta imposible no encariñarse con él a tenor de lo que ocurre al final de la cinta… Algo que nos dará la respuesta sobre el por qué del carácter enojado que desarrolló su personaje a raíz de ese momento.

Por otra parte, y hablando del guión, es obvio que la inclusión de la temática de viaje temporal supone un toque original y fresco. Así pues, y dejando de lado las inevitables paradojas temporales (y cierta confusión que dicha temática puede provocar en el espectador más infantil o despistado) el recurso del «viaje en el tiempo» se antoja un factor clave que le da a la historia ese atractivo del que careció ‘MIB 2’. Aunque tampoco se puede afirmar con rotundidad que se trate de un recurso original. No olvidemos que hablamos de una materia explotada hasta la saciedad en el mundo del cine.

Independientemente de lo anterior, el único handicap que se le puede reprochar a esta nueva línea argumental es que juega constantemente con la posibilidad de la existencia de cientos de líneas temporales alternativas que variarán en función del «efecto mariposa». Sin duda, los más pequeños no lo llegarán a captar del todo… En cualquier caso, cabe destacar que se trata de un planteamiento adulto que se echaba en falta desde la segunda entrega. Un planteamiento llevado a la pantalla por Sonnenfeld de forma brillante: los acontecimientos históricos son recreados con gran veracidad y se dispone de una perfecta ambientación y un diseño de producción acorde con la época a la que nos traslada el film.

Mención al margen para el curioso e inteligente proceso de viaje en el tiempo de J. Un «salto temporal» en el que se visualizan fugazmente diferentes épocas que pasan desde el Jurásico hasta los años 50. Por no hablar de las inevitables, pero sutiles, alusiones a la discriminación racial que se vivía en la época en los EEUU. Detalle este último que no se podía pasar por alto en la historia.

No obstante, y pese a que nos encontramos ante una gran secuela, también es cierto que la cinta tiene varios puntos negros. Por ejemplo: la falta de alguna secuencia de acción adicional (se antojan algo escasas para un metraje de 100 minutos). Si acaso, esto es algo perdonable porque queda compensado gracias a un guión más que seductor.

Por otra banda, y esto es lo más grave, a lo largo de determinados momentos se percibe una falta de ritmo que lastra ligeramente el conjunto global. Esto puede estar relacionado estrechamente con la lentitud con la que se rodó el film cuya producción atravesó más de un inesperado contratiempo. Así pues, a lo largo del metraje encontraremos varias secuencias que no aportan nada a la trama y que lastran en cierta medida la narración de la historia. Ejemplo: la larguísima y aburrida secuencia de la pasarela de modelo.

Pese a lo anterior, la película recobra su buen ritmo a lo largo de su último tercio. Una parte final con un sensacional clímax plagado de acción que culmina con el cierre del círculo de forma emotiva. Esta parte nos acercará emocionalmente mucho más a los personajes de J y K, llegándonos muy interiormente y haciendo que sintamos por ellos aún más empatía y cariño.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Men in Black 3, una cinta que supuso un buen broche final para una de las trilogías más originales y divertidas del cine de ciencia ficción reciente. Sólo pedimos que la cosa termine aquí y no se explote la franquicia innecesariamente. No necesitamos más secuelas que puedan desmoronar el buen trabajo realizado en ésta última entrega.

Tráiler de Men in Black 3

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