Los chicos del maíz
En el pequeño pueblo de Gatlin (Nebraska) los niños y adolescentes empiezan a matar a los adultos sin ningún motivo aparente. Tres años después, una pareja de enamorados recalan en el pueblecito quedando allí atrapados y a merced de los niños asesinos. (Cineycine).
Basada en un relato corto de Stephen King, esta película, que ya tiene más de 40 años a sus espaldas, siempre nos hizo mirar a los inofensivos campos de maíz con otros ojos. Unos ojos repletos de terror al contemplar las fechorías de ‘Los chicos del maíz’.
“¿Por qué hay maíz por todas partes?” (Vicky)
Crítica de Los chicos del maíz
Mi afición por esta cinta me vino siendo apenas un niño. Por aquel entonces, año 1984, pasaban su tráiler por TVE y yo quedé impactadísimo por aquellos extraños movimientos de tierra bajo los maizales. En mi mente infantil imaginé algo sumamente terrorífico. Una extrañísima y horrible criatura que haría pedazos a la gente al salir al exterior. Además, los campos de maíz plantados en las tierras del pueblo de mi abuela hicieron el resto. ¡Tenía que ver aquella película como fuera! Sin embargo, no fue hasta la adolescencia cuando, por fin, pude verla. Y desde luego no fue tan impresionante y horrible como yo había imaginado cuando tan sólo contaba con 9 años. Y así fue cómo entré en contacto y posteriormente vi ‘Los chicos del maíz’.
Este film es el enésimo caso de un relato y/o libro de Stephen King adaptado a la gran pantalla. Concretamente me refiero a ‘Children of the Corn’, un relato corto del autor de Maine publicado por primera vez en la revista Penthouse en una de sus ediciones de 1977. Como suele ser habitual, hay varios cambios en el paso del papel al celuloide. No ahondaré en los mismos para evitar spoilers, basta con decir que la película es bastante más “amable” y/o “comercial” que el relato. Un relato que guarda un gran parecido en su planteamiento y estructura con la novela ‘El juego de los niños’ escrita por Juan José Plans en 1976. El libro de Plans fue llevado al cine ese mismo año por Chicho Ibáñez Serrador bajo el título ‘¿Quién puede matar a un niño?’. Eso sí, el film de Chico es muchísimo más tremebundo…
Parecidos razonables al margen, conviene apuntar que ‘Los chicos del maíz’ fue un pequeño éxito de culto. Tan es así que terminó siendo rescatado en los años 90 con varias secuelas a cada cuál peor… terminando por salir directas a video. Y mucho ojo porque así se ha mantenido la franquicia hasta 2018 con ‘Los chicos del maíz: La huida’, la décima cinta de la serie. ¡Ahí es nada! Por el camino, pasaron por la saga actrices del nivel de Naomi Watts, Eva Mendes o Nancy Allen.
El libreto fue obra de George Goldsmith que, como ya anticipé, cambió varios elementos del texto original. Esto lo hizo defendiendo que King no conocía el medio cinematográfico. En cualquier caso, lo que se mantiene en el guión es la presencia de una “deidad” terrorífica que domina los maizales y que induce a los niños a hacer el mal. En esta inducción o sugestión también se mezclan determinados pasajes de la Biblia y, sobre todo, la presencia y palabras de Isaac, un extraño niño erigido como el portavoz de los designios de “El que camina detrás de la fila” (nombre dado a la “presencia” de los maizales). Digamos que toda esta mezcla termina funcionando de manera irregular. De hecho, el propio Burt así se lo echa en cara a los infantes: “Cogéis del libro lo que queréis”. Pues con el guión casi lo mismo.
Para dirigir la propuesta se contrató a Fritz Kiersch, un director que debutaba detrás de las cámaras. Posteriormente tuvo una carrera normalita sin ningún título a destacar mezclando TV Movies, episodios de series y cortos. En ‘Los chicos del maíz’ no hace para nada un mal trabajo e hizo buenos los escasos 800.000 $ de presupuesto. Kiersch destaca, sobre todo, por intentar crear más sugestión que ofrecer horror o terror puro. De hecho, este último se concentra exclusivamente en los minutos finales. Mientras tanto, vamos asistiendo a las correrías de Burt y Vicky por el pueblo. Y es en las mismas dónde entra la sugestión con una buena atmósfera al recrear un pueblecito abandonado con restos de maíz por todas partes y los ominosos maizales. Unos campos que parecen un maldito laberinto del cual es imposible escapar.
La música de Jonathan Elias también ayuda al intento de sugestión del que acabo de hablar. Especialmente esas piezas que contienen coros infantiles que parecen sacados de una cinta dedicada al Anticristo. Y respecto a los efectos y parafernalia visual poco se pudo hacer dado el escaso presupuesto ya comentado. Básicamente quedan limitados al final siendo “animaciones” infernales muy del estilo de los 80. Eso sí, todavía actualmente resulta impactante el efecto práctico conseguido al animar la tierra bajo los maizales.
El reparto bien puedo decir que está dividido en parejas. La primera es la que forman Peter Horton y Linda Hamilton como Burt y Vicky, un alegre matrimonio de enamorados que viajan por carretera al próximo destino de trabajo de él. Tanto Horton como Hamilton cumplen bien para lo que eran este tipo de producciones. Él intentando salvar el día y ella sufriendo lo suyo… Otra pareja que desarrolla una buena labor es la de los infantes Anne Marie McEvoy y Robby Kiger como Sarah y Job, unos tiernos hermanitos que no están de acuerdo con las normas impuestas por “los chicos del maíz”. Ojo a la valentía de Job en los minutos finales.
Párrafo al margen merece la última pareja del film. Me refiero a la formada por John Franklin y Courtney Gains como los malvados Isaac y Malachi. El primero es un misterio crío autoproclamado como el portavoz de “El que camina detrás de la fila”. Su interpretación es decididamente irritante mandando sobre todos los demás. Como curiosidad, sería el único que retornaría a la franquicia interpretando este mismo papel en ‘Los chicos del maíz 666: El regreso de Isaac’ (Kari Skogland, 1999). Y, por su parte, Gains interpreta a Malachi, el brazo ejecutor de Isaac. Malachi es un pelirrojo con mucha mala leche que además se atreve a cuestionar algunas decisiones de Isaac ganándose sus respectivas broncas… Por último, queda una aparición al principio de pocos minutos para el veterano R.G. Armstrong, que está francamente bien encarnando a un asustadizo dueño de una gasolinera.
“Escuchad… un sueño vino a mí durante la noche. Se acerca la prueba final” (Isaac)
En conclusión.
Termino esta crítica de Los chicos del maíz, una película cuyo limitado presupuesto la convierte en cumplidora. No obstante, queda la innegable sensación de haber perdido una oportunidad de haber rodado algo tremebundo. A las secuelas es mejor no acercarse y enterrarlas con una pala. Por último, y aunque no soy nada partidario de los remakes, creo que aquí no estaría de más darle una oportunidad a un “revival”.
Tráiler de Los chicos del maíz
Escucha nuestro podcast