La sustancia
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Abierta ya la temporada de premios importantes con las nominaciones a los Globos de Oro, la película que comentamos hoy se ha situado en una posición privilegiada. Pero, ¿merece tanto revuelo? En la siguiente reseña ahondamos en ella inyectándonos ‘La sustancia’.

“Las chicas guapas siempre deben sonreír” (Harvey)

Crítica de La sustancia

En 2017, Coralie Fargeat ya sorprendió al público al exhibir sus cualidades detrás de las cámaras conRevenge’. Y ahora vuelve a dar otro golpe sobre la mesa con ‘La sustancia’. Así pues, y por el momento, dos de dos en su cortísima filmografía. Cualquiera que haya visto la citada ‘Revenge’, apreciará claramente el estilo de Fargeat en esta nueva propuesta. Un estilo marcado por el cuidado al máximo de la imagen, el aire de videoclip en no pocos tramos del film, la sexualización de las protagonistas femeninas (especialmente de Margaret Qualley) y el empleo de pocas líneas de diálogo en pos de un lenguaje totalmente visual. Todo eso está en ‘La sustancia’ dando lugar a una dirección que te entra por los ojos.

Ahora bien, si ya en ‘Revenge’ bebía de determinados directores para dar forma a las secuencias del film, esto mismo vuelve a pasar también en ‘La sustancia’. Y esto me lleva a rescatar lo ya expuesto en la review de Alien: Romulus (Fede Álvarez, 2024). Me refiero a esta irritante cuestión: “¿Dónde termina el homenaje y empieza el plagio?”. Y comento esto porque ‘La sustancia’ está repleta de imágenes sacadas de los universos de cineastas del fantástico tan prestigiosos como David Lynch, Stanley Kubrick, Brian Yuzna, Stuart Gordon, John Carpenter y David Cronenberg… por citar algunos de los más importantes. Al hilo de esto, la pregunta que me hago es clara: ¿Cuándo Coralie Fargeat será capaz de presentarnos un film netamente original? Y esta es la mayor crítica que puedo hacerle. Ahora bien, antes de nuevos remakes, reboots o similares… prefiero películas “nuevas” como ‘La sustancia’.

El libreto también es obra de Coralie Fargeat que nuevamente resulta parco en palabras, especialmente teniendo en cuenta que estamos ante un metraje de 140 minutos. Aquí cambia el thriller de venganza por el body horror satírico con mensaje. Un mensaje que nos habla de cómo el mundo del espectáculo impone a las mujeres un canon de belleza y edad fuera del cual quedan olvidadas. Este es el caso de la protagonista, Elisabeth Sparkle, una mujer madura que ya no parece encajar con lo que demanda el público… especialmente el masculino. Y esto último lleva a Fargeat a introducir el ya típico ataque a los hombres blancos quedando retratados como babosos y mirones (atención a los comentarios de Harvey, al vecino de Elisabeth o a los encargados del casting). Realmente, ¿esto era necesario sobre todo cuando la peor enemiga de una mujer es siempre otra mujer?

El body horror queda expuesto en todo lo que tiene que ver con “la sustancia” y la compañía que lo “distribuye”. De esta última nada se puede decir puesto que Fargeat no ahonda nada en la misma quedando como una gran incógnita. En cambio, “la sustancia”, su modo de aplicación y reglas quedan bien explicados (no así sus efectos adversos). Y es aquí de donde surge el el body horror puesto que al dar una serie de reglas, por sencillas que sean, ya sabemos que se van a romper como en toda Serie-B que se precie. Y es su rompimiento lo que provoca que vayamos contemplando numerosas escenas desagradables… así hasta llegar a un clímax donde Fargeat tira la casa por la ventana sin contenerse lo más mínimo. Una orgía roja como hacía años no se veía en una cinta comercial y que termina por resultar grotesca.

Mención aparte merecen los montajes de ‘Pump it Up’, los videos de aerobic protagonizados por Sue que parecen sacados de videoclips como el “Call On Me” de Eric Prydz o incluso el “Destination Calabria” de Alex Gaudino y Crystal Waters. Comento esto porque la sexualización en los mismos (y en casi toda la película) de Margaret Qualley es excesiva. Coralie Fargeat se regodea filmando primeros planos del culo y la pelvis de la actriz y de sus compañeras. Por si fuera poco, también se detiene varias veces en sus labios entreabiertos y en sus pechos “protésicos” y escotes. Sin duda, Bigas Luna le daría Like…

Entrando a comentar el reparto tenemos a Demi Moore interpretando a Elisabeth Sparkle, una antigua estrella de Hollywood venida a menos a la que todos ya han olvidado y, para colmo, al celebrar su cincuenta cumpleaños la despiden de su programa matinal de aerobic… La labor de Demi Moore ha sido muy destacada con total justicia, pero tampoco es algo inigualable. Su trabajo destaca por cómo es capaz de asumir las penurias que le van sucediendo a su personaje. Tampoco tiene reparos en mostrarse desnuda a su edad ni en trabajar con varias prótesis y maquillaje que la envejecen hasta el extremo. Su mejor escena, sin duda, es aquella en la que se maquilla delante del espejo una y otra vez para acudir a una cita.

Por su parte, Margaret Qualley encarna a Sue, una joven que ve en el despido de Elisabeth su gran oportunidad para saltar a la fama. La interpretación de la hija de Andie MacDowell es intencionadamente irresponsable y sexy. En otros tiempos diríamos que sale en la película para “enseñar cacho”. Y es que a eso la limita Coralie Fargeat, tal y como ya expliqué antes. Y a eso se entrega Margaret de manera estupenda. No obstante, hacia el final cambia el registro con un par de escenas dramáticas y brutales en las que saca un odio y una rabia tremebundos.

Harvey es el tercer personaje en importancia siendo interpretado por Dennis Quaid. El tal Harvey es el directivo más importante de la cadena donde trabaja Elisabeth y el que la despide al principio por “vieja y acabada”. La interpretación de Quaid directamente es la risa. El actor se entrega totalmente al disparate y goza tremendamente con cada minuto que tiene en pantalla. Atención a sus botas con adornos metálicos y a cómo devora unas gambas en primer plano. Por no hablar de la conversación telefónica que tiene en el WC cuando decide despedir a Elisabeth… o su irrupción ante Sue diciéndole que sonría rodeado de veteranos accionistas. En fin, bien puedo decir que toda la sátira queda perfectamente personificada en el Harvey de Quaid.

“Recuerda que sólo eres una, no hay dos personas” (Anónimo)

En conclusión.
Termino esta crítica de La sustancia, una película que, sin ser la gran “obra maestra” que muchos defienden, sí que es otra destacada propuesta de Coralie Fargeat. Su capacidad y lenguaje visual siguen siendo increíbles y fascinantes… pero, en cambio, trata de abarcar demasiados temas y no todos están bien resueltos y/o expuestos. Al final la propuesta casi queda reducida «simplemente» a la crítica del culto masculino al cuerpo femenino no permitiéndole envejecer.

Tráiler de La sustancia

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