La cocina del infierno

Cosmo, Lenny y Vincent son los hermanos Carboni y malviven en la Nueva York de los años cuarenta. Los tres son italoamericanos de segunda generación e intentan prosperar en una ciudad que solo deja las migajas para los pobres. Tras una serie de trapiches, Cosmo consigue convencer al gigante Vincent para convertirlo en un gran luchador en combates clandestinos de lucha libre. El propio Cosmo, y Lenny, sin mucho don para el enfrentamiento físico, se convertirán en sus managers. (Cineycine).
“Siempre le digo a Víctor que hay que buscar las oportunidades. Esos músculos que tiene son un don de Dios. ¿Qué ves de malo en ganar pasta honradamente? Es una forma de salir de esta miseria. ¿¡No tienes agallas!? Antes eras el tipo más duro del barrio, si ahora eres un fracasado no vas a conseguir que yo también lo sea… Vete a casa, Lenny. Esta noche pareces un vejestorio. ¡Fíjate bien en mí! ¡Porque voy a subir como la espuma!”. Sylvester Stallone dirige, escribe y protagoniza: ‘La cocina del infierno’.
“Estoy subiendo muy alto y tú tienes vértigo” (Lenny Carboni)
Crítica de La cocina del infierno
Después del enorme éxito de ‘Rocky’ (John G. Avildsen, 1976), Sylvester Stallone pasó de ser un don nadie a uno de los nombres del momento. Así fue como logró sacar adelante ‘La cocina del infierno’ (Paradise Alley). Hablamos de un guión escrito antes de ‘Rocky’ y que nadie le quiso producir cuando era un desconocido. Es importante destacar que ‘Paradise Alley’ tuvo un lanzamiento en forma de novela en 1977. Lógicamente hay diferencias entre el libro y el film (por ejemplo, el epílogo final que consta en la novela y que en la película se omite). Además, el propio Stallone reconoció que tuvo que cortar muchas escenas porque así lo demandaron desde Universal, la productora del film. Sly comentó que, al menos, se eliminaron más de cuarenta escenas. Universal quería aligerar el ritmo y que la acción de los combates no tardará en llegar.
Pero ojo, el trabajo de Stallone con esta producción no acabó siendo “solo” novelista, guionista, director y protagonista… sino que también, y por primera vez en su carrera, Sly se atrevió a cantar. Y no una canción cualquiera, sino la canción principal del film. La misma se puede escuchar en los créditos iniciales y finales. Su título es: “Too Close To Paradise”·y fue orquestada por el maestro Bill Conti. El álbum del film llegaría a venderse años después.
El título de la película durante el rodaje fue ‘Hell’s Kitchen’. La filmación se extendió cerca de tres meses en escenarios de Nueva York desde finales de noviembre a febrero, para coincidir en fechas con el propio film. Al mismo tiempo, se usaron sets de rodaje de la Universal para simular la época de los años cuarenta donde tiene lugar la acción. La película se estrenó el 22 de septiembre de 1978 y consiguió más de 7 millones de $ en su exhibición en salas.
‘La cocina del infierno’ hace referencia a un gueto de inmigrantes real ubicado en Nueva York. Una zona conocida como Clinton y situada en Manhattan. Allí se han ambientado varios films realmente interesantes como, por ejemplo, ‘Sleepers’ (Barry Levinson, 1996). El título, ‘La cocina del infierno’, se perdió para la versión original… pero fue recuperado para nuestra traducción al castellano del film. Y ya, de entrada, es toda una declaración de intenciones. Amén de situar claramente al espectador en un lugar clave. Un lugar que, ya de antemano, se sabe que no será ningún jardín de rosas.
Seamos claros, todos aquellos que esperen un largometraje inspirador y motivador a lo ‘Rocky’, o sus secuelas, no lo van a encontrar. Aquí estamos para ver otra “película”. Una cinta mucho más personal, ambiciosa, dura y con menos concesiones a la galería. Principalmente tenemos un drama sobre los sueños rotos y ambicionados… y el precio a pagar por ellos. Digamos que ‘La cocina del infierno’ avanza con diálogos y entrando en la historia de los personajes protagonistas. No se busca para nada ser amable con el espectador o darle héroes con los que identificarse, sino personas comunes con sus virtudes y defectos.
De entrada, Stallone nos presenta a tres hermanos de clase obrera. Tres hombres que rondan la pobreza absoluta y que malviven en un apartamento diminuto lleno de cucarachas. Lógicamente, sueñan con escapar de su propio infierno y vivir en “casas flotantes”. Todo lo que les rodea dista mucho de ser idílico: mujeres forzadas a bailar con tipos despreciables por unos miseros centavos, prostitutas, matones, borrachos, vagabundos, indeseables intentos de mafiosos, explotadores,… Los personajes descritos por Sly reflejan a la perfección la América de los años 40. Sin duda, una gran labor la de Sly en los lápices con este, posiblemente, su más ambicioso libreto.
En cuanto a la dirección, hay que puntualizar que Sylvester Stallone debutaba tras las cámaras con este film. Esto, si cabe, le da más valor a su trabajo. Si bien, se nota que hay ciertas deficiencias propias de un novel. Por otro lado, se ve claramente su potencial para las historias comunes de personajes de la calle. Esto último, algo que terminaría de pulir con las entregas de ‘Rocky’ que dirigiría posteriormente… El propio Sylvester, años después, y una vez reafirmado el fracaso en taquilla de la cinta, declararía que no debió dirigirla tan temprano y que tampoco estaba preparado para protagonizarla. Pero claro, esto es muy habitual en Sly cuando sus películas fracasan. Digamos que es un defecto suyo bastante reprochable.
A la ambientación pocos “peros” podemos ponerle. Sí que es verdad que en algunas ocasiones es obvio que estamos en un set y que sentimos cierto inmovilismo. Pero en otras notamos claramente que la cinta fue rodada también en gran parte en exteriores. No olvidemos que está ambientada en los años cuarenta, y sentimos el tremendo frio en los cuerpos de los actores y actrices. También digna de mención es la bella partitura de Bill Conti. Incluso, en algunos momentos, tiene ecos de la ya compuesta por el propio Conti para la saga Rocky. Y ¡cómo no! la más que loable canción que se adjudica el bueno de Sly, quien no lo hace nada mal. Desde luego, “da el cante” mucho menos que en la bastante denostada ‘Rhinestone’ (Bob Clark, 1984).
En el casting, casi podemos afirmar que el que más bagaje tenía era el propio Stallone. El resto eran prácticamente un grupo de aspirantes, desconocidos o cercanos a su círculo. Sylvester Stallone da vida a Cosmo Carboni, un auténtico buscavidas. Un tipo incapaz de encontrar un trabajo de verdad, rechazando cortarse el pelo porque es “su personalidad” y luciendo un pendiente en la oreja… Stallone abandona sus roles físicos y heroicos para entregarnos a un pícaro que siempre está planeando negocios ruinosos e inverosímiles. Aquí no hace prácticamente nada por caer bien. Si uno lo piensa fríamente, lo único que busca es usar a los demás para él ganar dinero con el mínimo esfuerzo. Sly entrega un personaje muy bien interpretado. Eso sí, no esperen nada a nivel de peleas por su parte…como mucho en el clímax da un par de empujones y ya.
Para las guantadas está Lee Canalito, un boxeador en la vida real. Canalito medía más de metro noventa y aquí da vida al menor de los Carboni, Victor, un joven que carga bloques de hielo de más de cien kilos por el barrio en una minúscula camioneta. A pesar de su trabajo y aspecto, Victor hace loables intentos por formarse y culturizarse, pero es claro esclavo de su físico. Buena labor la suya, que va creciendo con el paso de los minutos. Por su parte, Armand Assante (en un papel escrito y rechazado por Al Pacino) es Lenny Carboni, un héroe de guerra lisiado y amargado que trabaja en una morgue. Este film supuso su debut en cines y no esconde, con su peinado y trajes, la clara influencia del look de Michael Corleone. Una performance más que interesante la suya con un personaje que tiene varias capas.
Algunos secundarios dignos de mención son el gran Frank McRae como Big Glory, un luchador que vivió tiempos mejores. Impresionantes y desoladoras son las dos secuencias de lucimiento que tiene. Sobre todo, su salida de la película. Kevin Conway disfruta de otro rol de su galería de personajes odiosos. En esta ocasión es Stich, un caricaturesco intento de mafioso local. Teddy Funk se luce como el inenarrable Frankie, un gigante luchador y guardaespaldas. Cada vez que habla suelta perlas tremebundas.
Entre las actrices sobresale Anne Archer como Annie, una prostituta que divide su amor entre los dos hermanos Carboni, Cosmo y Lenny. También está Joyce Ingalls como Bunchie, otra meretriz enamorada de Cosmo. Casi terminando el repaso tenemos a Joe Spinell como el jefe del antro de peleas Paradise Alley. Y además están los cameos de Frank Stallone como un cantante de bar y Tom Waits como un pianista local. Y ya terminando mencionar los innumerables cameos de los wrestlers de la vida real que aparecen toda vez se desencadenan los feroces combates de lucha libre sin apenas reglas. Entre ellos podremos reconocer al inolvidable Ted DiBiase.
“Por 9000 dólares le aplastaría con gusto la cara a mi repugnante, endemoniada, apestosa e ignorante madre del alma” (Frankie, El Rompehuesos)
En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de La cocina del infierno, un tremendamente apreciable film muy lejos del reconocimiento de otras obras de los setenta del propio Stallone. Trata temas muy del catálogo de personajes e historias de Sly. Una película más que reivindicable y a redescubrir en la filmografía de Sylvester Stallone.
Tráiler de La cocina del infierno
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