D-Tox (Ojo asesino)
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“Ya estoy harto de todo. Nada es como debería ser. No me haga más preguntas o me veré obligado a hacer el mal. Y si lo hago usted tendrá que asumir la responsabilidad. La selección natural. Nacidos para ganar, para perder y para morir. Yo no creo que la gente sea buena por naturaleza. Hasta que no eliminemos a la autoridad no veréis la vida como Dios hubiera planeado que fuera”. Hoy miramos directamente a los ojos de ‘D-Tox (Ojo asesino)’.

“La va a cagar. Todos lo hacen. Y entonces lo trincaremos” (Jake Malloy)

Crítica de D-Tox (Ojo asesino)

Aunque pueda parecer descolocante, conviene apuntar que el film que hoy nos ocupa fue la siguiente producción protagonizada por Sylvester Stallone tras el impasse que vivió su carrera tras su aparición enCop Land (James Mangold, 1997). Y sí, no nos hemos equivocado con las fechas. Comento esto porque ‘D-Tox (Ojo asesino)’ fue estrenada en cines limitados en 2002, pero su rodaje tuvo lugar principalmente en Canadá a principios de 1999. ¿Y cómo fue esto? Fácil. La cinta sufrió diferentes retrasos motivados por una movida postproducción. Tan es así que su director, Jim Gillespie, fue echado a un lado. Universal Pictures cambió de rumbo viendo la nefasta acogida de ‘D-Tox’ en sus pases de prueba. Pases que incluían variaciones sobre el film que, finalmente, vio la luz con multitud de escenas y subtramas eliminadas.

En relación a lo anterior se tuvieron que volver a rodar varios finales hasta satisfacer a los productores y al propio Stallone. También se optó por dar mayor suspense a la identidad del asesino. En todo ese peregrinaje, ‘D-Tox’ ya había cambiado de título varias veces y arrastrado fama de film problemático. Finalmente, Stallone se desentendió y se fue a filmar ‘Get Carter’ (Stephen McKay, 2000). Este hecho acabó por ser la excusa perfecta para que la propia Universal decidiera mandar casi directamente ‘D-Tox’ al mercado del video. El objetivo del estudio era tener un film emblema para promocionar el creciente auge del DVD. Así las cosas, ‘D-Tox’ solo tuvo un estreno limitado y muy tapado en cines de EEUU el 20 de septiembre de 2002. Seguido de un ya sí, cacareado, lanzamiento al mercado doméstico.

Conviene también apuntar, antes de acabar con este baile de fechas, que en una clara maniobra de poca confianza en las posibilidades del film, ‘D-Tox’ salió a cines en muchos mercados internacionales antes que en USA, incluida España. En nuestro país la pudimos ver pasar por las grandes salas el 25 de enero de ese mismo 2002… Y la gran pregunta es: ¿Merecía esta película correr esa suerte? ¿Es este uno de los grandes bodrios de la carrera de Stallone? Definitivamente, no. Las hay peores en su filmografía. Pero, como se suele decir, hay cintas a las que se les pone la etiqueta de fracaso, malditas o problemáticas… Y cuando ese sucede, la suerte ya está echada y no hay nada más que hacer, solo apechugar con ello.

‘D-Tox (Ojo asesino)’, conocida en un primer momento como ‘Eye See You’, es una ciertamente típica cinta de policía vs serial killer claramente noventera. En su favor cuenta con un interesante reparto, una ambientación inhóspita y un sólido actor protagonista. Además tenía un director que sabía manejarse en el género y un generoso presupuesto. Sin embargo, toda vez que esas buenas piezas debían funcionar como un solo engranaje ¡no lo hicieron!

De un lado, la trama no termina de despegar. Si uno presta la suficiente atención es capaz de adivinar quién es el asesino en el primer barrido circular que hace la cámara una vez están en el bunker. Además, su esqueleto narrativo presenta a una buena serie de actores conocidos por haber encarado a villanos con anterioridad para crear suspense. Se traza así un eco nada disimulado con la claramente superior ‘Dispara a matar’ (Roger Spottiswoode, 1988). Y, de otra banda, toca evaluar cómo es posible que un policía, en caída libre, claudique ante la peregrina idea de un amigo de ir a terapia a un lugar remoto con otros policías enfermos… cuando el comienzo de todas sus desgracias fue toparse con un asesino de policías.

Respecto al montaje, por el film siempre pulula la sensación de que la cinta carece de personalidad. Las escenas se unen unas con otras, algunas bien filmadas y otras de puro relleno o de devenir atropellado. Parece claro que el tema es resolverlo todo en menos de noventa minutos de metraje, sin contar créditos finales, y sin claramente tirar por un género en concreto.

En cuanto a la acción conviene apuntar que la misma está prácticamente ubicada en el tramo inicial y en el final. El resto es relleno para dar el suspense que este tipo de cintas necesita para crear en el espectador la angustia que muestra su protagonista. Algo que ciertamente no logra del todo. Respecto a la violencia y truculencia no esperen tampoco grandes demostraciones. Si acaso ese inenarrable agente muerto y colgado como un cerdo en un matadero del inicio. Y también algunos leves rafagazos en forma de confrontación física y persecuciones.

Para el recuerdo queda ese mal chiste recurrente de una buena serie de personajes cuyo destino final es omitido. Y es omitido en una fallida maniobra para crear suspense (en realidad se eliminaron sus muertes en el montaje final) de cara a la revelación clave, la cual se le entrega en bandeja de plata al protagonista de forma altamente torpe por parte del asesino.

Pero no todo en el film es fallido, por mucho que el conjunto no funcione como uno podría esperar. Pocos peros se le pueden poner a la entrega y esfuerzo de Sylvester Stallone como protagonista. Y todo en una cinta donde se nota que ya daba claros indicios de querer volcarse en el drama más que en la acción física. También, en cierta manera, resulta asfixiante su ambientación en el bunker montado por el personaje de Kris Kristofferson (Doc) para la ocasión. Claramente deudora en sus ambientes helados de la ineludibleLa cosa (John Carpenter, 1982). Y los personajes clichés de algunos secundarios adornan bastante bien la escena. Eso sí, más por curiosidad que por ser grandes actuaciones.

Ojo al “cachitas” Robert Patrick (Noah), al sonado Jeffrey Wright (Jaworski), al borracho cobardica Robert Prosky (McKenzie), o al imposible y paleto responsable del mantenimiento que entrega Tom Berenger (Hank). Estos personajes son, sin duda, dignos de mencionar. Aunque no se aparten en ningún momento de personajes sacados del manual del guionista vago… Otros papeles de relevancia van para: Charles S. Dutton (Hendricks) como el amigo que manda a Jack al “sanatorio”, Stephen Lang como un siniestro bedel y también citar a Christopher Fulford como Slater (el confidente de Jack en la terapia). Del lado femenino mencionar la fugaz aparición de Dina Meyer como Mary (la prometida de Jack) y también de Polly Walker como Jenny (la colaboradora médica de Doc) apoyando y guiando siempre a nuestro protagonista.

“Matar a un hombre es fácil. Pero quítale lo que más quiere y morirá mil veces” (Común denominador)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de D-Tox (Ojo asesino), una obra claramente menor de Stallone. No ayudó a la misma ni el momento de su rodaje y estreno, ni la poca confianza de Universal en sus posibilidades. Tiene cierto interés, y elementos rescatables, pero no es ni de lejos un largometraje a reivindicar. Solo apta para amantes no muy sibaritas del thriller tipo “¿Quién es el asesino?” y para fans completistas de Sly.

Tráiler de D-Tox (Ojo asesino)

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