Alfred Hitchcock
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Introvertido, temeroso, inseguro, obsesivo, orondo,… Son sólo algunos de los adjetivos que podríamos aplicar para describir a quien, sin lugar a dudas, ha sido, es y será el único e indiscutible maestro del suspense. Pero quizás la mejor forma de definir su tormentosa personalidad plagada de luces y sombras sea decir que fue un genio. Disfrutar de sus películas provocó que no volviéramos a mirar del mismo modo al pequeño canario que teníamos en el balcón de casa. Hablamos de un director de origen británico con una visión del cine tan insólita como su figura. Con todos ustedes… Alfred Hitchcock.

«Si dirigiera ‘Cenicienta’, la audiencia inmediatamente estaría esperando ver un cadáver en la carroza” (Alfred Hitchcock)

Un niño apocado.
El 13 de agosto de 1899 nacía Alfred Joseph Hitchcock, el segundo hijo de una humilde familia de Leytonstone, una pequeña localidad cercana a Londres. Desde edad muy temprana, el pequeño Alfred sufrió de obesidad. Esto le conllevó una infancia solitaria y enmarcada en la sobreprotección del hogar. De padres religiosos y conservadores, Hitchcock estudió primero en el Colegio Salesiano y más tarde en una escuela jesuita en Stamford Hill.

Esos primeros años se caracterizaron por una educación férrea. Tan es así que, a los cinco años, su padre le mandó a la comisaría con una nota donde solicitaba que encerraran al niño cinco minutos en una celda por haberse portado mal en casa. Fueron ese tipo de experiencias las que forjaron su carácter temeroso. Una mentalidad que se consolidó cuando, a los quince años, perdió a su padre. Fue entonces cuando quedó bajo la tutela de su madre, una mujer autoritaria y posesiva que le marcaría de por vida, llegando a notarse su influencia a lo largo de toda su filmografía. Es esa figura de la madre recelosa y dominante la que Hitchcock plasmó en muchas de sus películas, quizás en un intento de liberar ciertos resentimientos reprimidos hacia la matriarca.

Por aquel entonces comenzó sus estudios de ingeniería, más por curiosidad que por vocación. Al mismo tiempo seguía interesándose de un modo creciente por el cine a medida que iba leyendo revistas profesionales. Siendo diseñador para una compañía telegráfica, trató de alistarse como soldado cuando en 1917 estalló la Gran Guerra. Debido a su sobrepeso fue rechazado. Lejos de desanimarse decidió probar en el regimiento de ingenieros de Su Majestad. No obstante, Alfred no estaba hecho para la disciplina castrense y su aventura no llegó demasiado lejos.

En aquellos años comenzó a desarrollar su talento creativo, escribiendo pequeños artículos e historias cortas para The Henley Telegraph, la publicación de la empresa donde trabajaba. Ya por entonces mostraba una cierta inclinación por las historias sórdidas de crímenes. También durante ese periodo se interesó por la fotografía y por las películas de autores norteamericanos como Chaplin o Griffith. Eso le llevó a conseguir un trabajo de diseñador de títulos para un estudio de rodaje que, años más tarde, se convertiría en la Paramount Pictures. En 1920 consiguió, finalmente, un puesto fijo en los Estudios Islington a cargo de la filial americana Famous Players-Lasky. El destino de Alfred Hitchcock ya estaba escrito.

Sus primeros trabajos.
Precisamente fue en aquellos estudios donde conoció a Alma Reville, la que unos años más tarde se convertiría en su esposa y fiel colaboradora en cada película que haría. De hecho, durante toda su vida se encargó de supervisar los guiones y solventar problemas técnicos que ofuscaban a su marido. Contaba el propio Hitchcock que, durante un viaje en barco, aprovechando que Alma estaba vomitando por la borda, sacó un anillo para pedirle que se casara con él…

En 1924, y gracias a una colaboración con el director Graham Cutts, escribe el guión de la película ‘Die Prinzessin und der Geiger’, producida en unos estudios berlineses de Potsdam. Por aquel entonces se sintió fascinado por la obra del director alemán F. W. Murnau, así como la de Fritz Lang. Ya en 1925 consigue dirigir su primera película muda, El jardín de la alegría’. Alma Reville ejercería como ayudante de dirección.

La afición de Hitchcock por el suspense pronto se hizo notar y un año después dirigía ‘El inquilino’, un thriller basado en los asesinatos de Jack el Destripador. El film logró un notable éxito comercial e incluso de crítica. Con total seguridad es la primera película puramente Hitchcockiana de su filmografía. El éxito cosechado supuso un impulso en su carrera y en 1929 estrenaba su décimo trabajo, Chantaje’, una nueva película en los albores del cine sonoro. Quizás por ello, y como buen previsor que era, decidió contemplar todas las posibilidades: «Como sospechaba que los productores iban a cambiar de opinión y pedirme que la película fuera sonora, trabajé directamente en ese sentido». En efecto, la película terminó siendo sonora, probablemente la primera de producción británica. Además, fue la primera vez que realizó un cameo para la película, algo que se convertiría en su seña de identidad.

En 1930 abordó el rodaje de una cinta interesante, Asesinato’. No obstante, él mismo no era proclive a dirigir películas tipo «whodunit» (quién lo hizo) porque carecían de suspense e interés. Pero en este caso tuvo ocasión de probar cosas nuevas y además era su primera película bilingüe. Así pues, rodó simultáneamente una versión alemana y otra inglesa, todo un reto y por lo tanto una tentación para alguien como él. Ya en 1932 dirigió ‘El número 17’, que para el propio director resultó ser un desastre, lo cual se unió a un par de proyectos poco afortunados que le dejaron en la cuerda floja. Como diría años más tarde «Tras ese período aprendí a ser muy crítico conmigo mismo, a tomar distancias para juzgar el trabajo pasado y, sobre todo, a no volver a embarcarme en un proyecto sin experimentar una sensación interior de comodidad».

A pesar de esa mala racha Hitchcock era un director bien considerado y, con la ayuda del productor Michael Balton, decidió dar el salto definitivo. Fue en 1934 con la película de intriga El hombre que sabía demasiado’. El film resultó un éxito y le proporcionó la seguridad y el apoyo necesarios para escoger por sí mismo su próximo proyecto. Y escogió bien, porque su siguiente cinta sería, sin duda, la mejor de esta primera etapa por tierras inglesas. Me refiero a Los 39 escalones’. Fue por entonces cuando Hitchcock comenzó a sacrificar en sus guiones la verosimilitud en beneficio de la emoción y el suspense. En sus palabras: «Pedir a un hombre que cuenta historias que tomen en consideración la verosimilitud me parece tan ridículo como pedir a un pintor figurativo que represente las cosas con exactitud».

En 1936 dirigió dos películas más que, en mayor o menor medida, fueron consideradas inferiores, El agente secreto’ y Sabotaje’. Pero su siguiente gran éxito llegó en 1938 con ‘Alarma en el expreso’, un magnífico thriller que una vez más le devolvió al lugar que merecía. Por aquellos días su fama ya se había extendido a Estados Unidos y el productor David O. Selznick le ofreció un contrato de siete años. Pero como aún disponía de unos meses decidió rodar su última película inglesa, Posada Jamaica’, con el actor Charles Laughton. A mediados de 1939 se trasladó a Estados Unidos para comenzar una nueva etapa en su vida y hacer realidad un anhelo. Como él mismo solía decir: «No me atraía Hollywood como lugar. Lo que quería era entrar en los estudios y trabajar en ellos».

Al fin en Hollywood.
Su primera etapa con Selznick fue fructífera y duradera, pero también problemática debido, en gran medida, a la frecuente intromisión del productor en el aspecto creativo de las películas. Aunque inicialmente Hitchcock iba a dirigir una producción ambientada en el Titanic, Selznick cambió de idea y le encargó la realización de una cinta novelesca, Rebeca’. En palabras del director: «no era una película de Hitchcock, era una especie de cuento». Sin embargo, esta experiencia le sirvió para enriquecerse y aprender a tratar el suspense como elemento psicológico. Curiosamente su siguiente trabajo fue un film claramente de serie B rodado con actores desconocidos, ‘Enviado especial’. El motivo de que ningún actor de renombre quisiera trabajar en esa película es que se trataba de un thriller, género que por entonces estaba muy infravalorado.

En 1941 dirigió la que ha sido su única incursión en la comedia, Matrimonio original’. Esta rareza en su carrera fue posible únicamente porque la actriz Carole Lombard le preguntó durante una cena si querría dirigirla en una película y Hitchcock se mostró dispuesto. Años más tarde confesaría desconocer por qué aceptó. En cualquier caso, ese mismo año emprendió el rodaje de Sospecha’ con Joan Fontaine y Cary Grant. El resultado fue satisfactorio sólo en parte, ya que Hitchcock consideraba que, por sus elementos, era una película inglesa rodada en América, cuando él hubiera preferido algo mucho más auténtico.

En 1942 comenzaba el rodaje de ‘Sabotaje’, no debemos confundirla con su otra producción inglesa de mismo título. El resultado no fue de su agrado. No le habían dado a un actor principal de renombre, la actriz venía impuesta por la productora y tampoco pudo contratar al actor que él deseaba para interpretar al villano. A eso se sumó el enorme desorden que reinaba en el proyecto. Como él diría: «no basta con tener un montón de ideas para hacer una buena película sino se presentan con el suficiente cuidado y con una conciencia total de la forma». Su siguiente obra fue La sombra de una duda’ con Joseph Cotten y Teresa Wright, un thriller que finalmente permitió al director poder trabajar con un escritor reputado para confeccionar el guión.

Su nueva aventura fue toda una apuesta, todo lo contrario a un thriller. La Segunda Guerra Mundial había irrumpido en escena y eso propició que viera la luz ‘Náufragos’, una película cuya historia transcurría en un bote salvavidas. Con ella se pretendía transmitir algo muy concreto: «Quisimos mostrar que, en aquel momento, estaban presentes en el mundo dos fuerzas: la democracia y el nazismo. Las democracias estaban en pleno desorden mientras que los alemanes sabían dónde querían ir. Se trataba pues de decirle a los demócratas que era necesario unirse y olvidar las diferencias». Obviamente poner a un nazi como personaje superior al resto no sentó muy bien a parte de la crítica, pero técnicamente la película fue muy satisfactoria para él. Durante los dos años siguientes realizó un par de películas en Inglaterra para apoyar la labor de la resistencia francesa.

A su regreso a Estados Unidos comenzó a preparar un nuevo proyecto que contaría con la colaboración de Salvador Dalí. Se trataba de Recuerda’, un thriller psicológico con Ingrid Bergman y un joven Gregory Peck. El motivo para solicitar la colaboración de Dalí era puramente profesional: «Quería la colaboración de Dalí debido al aspecto agudo de su arquitectura, las largas sombras, el infinito de las distancias, las líneas que convergen en la perspectiva, los rostros sin forma…». Una película que, a pesar de su complejidad, fue un éxito de taquilla. En 1946 conseguiría uno de sus mayores logros con Encadenados’, una magnífica historia de espías que contó nuevamente con una espléndida Ingrid Bergman y un soberbio Cary Grant. En ese caso tuvo que lidiar con la censura y con productores que no creían en el proyecto. El tiempo demostró que el maestro del suspense había vuelto a acertar.

En 1947 rueda ‘El proceso Paradine’, un drama judicial con guión del propio Selznick, que impuso a varios de los actores malogrando así una historia que podía haber dado mucho de sí. Al respecto, Hitchcock opinaba que: «hubiera cogido a Laurence Olivier. En cuanto a la mujer, durante algún tiempo esperamos conseguir la participación de Greta Garbo, lo que hubiese significado su vuelta a la pantalla. Pero el peor error del reparto fue la elección de Louis Jourdan para el papel del criado». Llegamos ya a 1948, un año importante para Hitchcock porque iba a convertirse en productor de sus propias películas y, por primera vez, rodaría en color.

Productor y director.
Para su primera película como productor escogió un guión basado en una obra teatral de Patrick Hamilton,La soga’. La película, con James Stewart como estrella principal, se rodó rebajando el nivel de color. A pesar de todo hubo ciertos problemas en los rollos finales y eso obligó a rodarlos de nuevo. Para Hitchcock había un problema obvio con el color: «Surge un problema, el del gusto puramente artístico del operador. ¿Tiene el operador sentido del color? ¿Tiene buen gusto en la elección de colores?». También supuso un desafío a nivel técnico porque decidió filmarla en una sola toma, aprovechando los fundidos en negro para unir los rollos. Sea como fuere, y aunque para él resultó una experiencia absurda, la cinta funcionó muy bien y pasó a formar parte de la historia del cine por lo arriesgado de su planteamiento.

Su segunda producción llegó al año siguiente con el título Bajo el signo de Capricornio’. Debido a su elevado presupuesto la cinta fue un desastre. El film se rodó en Inglaterra y Hitchcock siempre se autoinculpó del fracaso. Estaba obsesionado con conseguir a Ingrid Bergman creyendo que su popularidad era lo más importante y cometió un grave error. Como él mismo reconocería años después: «Cuando bajamos del avión todas las cámaras nos enfocaban a Ingrid Bergman y a mi. Pensaba que, ese momento, era importante y ese, precisamente, fue mi comportamiento infantil y estúpido». Antes de volver a Estados Unidos aún rodaría otra película, Pánico en la escena’, pero tampoco funcionó como se esperaba y regresó a Hollywood de vacío.

Tras su fracaso en suelo británico decidió sacarse un as de la manga que llevaba por título Extraños en un trencon su hija Patricia como actriz de reparto. Se trataba de un thriller de suspense donde dos hombres intercambian víctimas para cometer el asesinato perfecto. Con un trabajo impecable de planos, un montaje exquisito y una manipulación del tiempo que sólo Hitchcock podía lograr, el director británico volvía a estar en el lugar que le correspondía. Si algo falló en cierta medida fue el casting impuesto por la productora: «Ruth Roman era una estrella femenina de la Warner Brothers y no tenía más remedio que tomarla. Pero entre nosotros, tampoco estaba contento con Farley Granger. Es un buen actor pero yo quería a William Holden porque es más fuerte. En una historia como esta, cuanto más fuerte es el hombre, más fuerte es la situación».

Su siguiente película volvió a tratar el tema de la transferencia de culpabilidad. Yo confieso’ estaba protagonizada por Montgomery Clift y Anne Baxter, aunque nuevamente hubo intromisión por parte de la Warner porque Hitchcock había escogido inicialmente a una actriz sueca llamada Anita Bjork. No fue una película satisfactoria para él porque había un error de concepción alrededor del personaje del sacerdote: «Nosotros, los católicos, sabemos que un sacerdote no puede revelar un secreto de confesión, pero los protestantes, los ateos, los agnósticos piensan que es ridículo callarse, que ningún hombre sacrificaría su vida de ese modo». Pero la película funcionó relativamente bien. Así, en 1953 dirigió ‘Crimen perfecto’ adaptando una obra de teatro que había tenido un gran éxito en Broadway.

1954 fue un año importante porque dirigiría una de sus películas más memorables, quizás la que más, La ventana indiscreta’. Protagonizada por James Stewart y Grace Kelly, suponía un desafío técnico y cinematográfico, mostrando un crimen a través de los ojos de un voyeur. Este hecho despertó críticas entre algunos moralistas. Pero en el fondo todos somos un poco voyeurs, como diría Hitchcock: «Apuesto a que nueve de cada diez personas si contemplan al otro lado del patio a una mujer que se desnuda antes de irse a acostar, o simplemente a un hombre que ordena las cosas en su habitación, no podrán evitar mirarlo». La película fue un rotundo éxito y se convirtió en todo un referente para futuros directores.

Tan sólo un año después, el realizador británico volvió a contar con Grace Kelly para que acompañara a un maduro Cary Grant en Atrapa a un ladrón’, una película ligera y amable. Pero sería su siguiente proyecto el que volvería a sorprender. Hablo de una historia de contrastes y un tanto extraña titulada Pero, ¿quién mató a Harry?’. Aunque claro, para Hitchcock no había nada de raro. Era una película con la que pudo disponer de total libertad y que buscaba simplemente romper con los clichés establecidos. Nadie mejor que él para explicarlo: «Es como si presentara un asesinato a orillas de un riachuelo cantarín y soltara una gota de sangre en su agua límpida. De esos contrastes surge un contrapunto y, quizás, una súbita elevación de las cosas corrientes de la vida».

En 1956 decide hacer un remake de una de sus propias películas con el único objetivo de mejorar un trabajo con el que no había quedado del todo satisfecho. Hablamos de El hombre que sabía demasiado’. En esta ocasión los papeles principales recayeron sobre dos actores conocidos como eran James Stewart y Doris Day. Obviamente también contó con un mayor presupuesto y mejores medios. ¿El resultado? Una versión claramente superior a la que realizara en 1934 en Inglaterra. Ese mismo año también dirigió Falso culpable’, donde nuevamente abordaba uno de sus temores favoritos: el personaje acusado erróneamente de un crimen que no ha cometido. No fue una película especialmente de su agrado, a pesar de que la recepción por parte del público fue positiva.

Su siguiente proyecto sería ‘Vértigo’, una de las películas más aclamadas de su filmografía, la favorita para muchos de sus fans y una de sus obras más personales. A pesar de ser una película de suspense con claros tintes sexuales, lo que más importaba a Hitchcock eran: «los esfuerzos que hacía el personaje de James Stewart para recrear una mujer, a partir de la imagen de una muerta». No fue un éxito de taquilla y para el director fue una experiencia un tanto agridulce. Había pensado en Vera Miles para el papel de Madeleine, pero ella abandonó antes de empezar a rodar al quedarse embarazada. Fue algo que disgustó a Hitchcock, que tenía muchas esperanzas puestas en ella: «Lo que ocurrió fue así de sencillo: quedó embarazada poco antes de rodar el papel que la iba a convertir en una estrella. Luego perdí el interés por ella».

En 1959 se estrenaría otro de sus mayores éxitos, un thriller de suspense con Cary Grant y Eva Marie-Saint de protagonistas, y con un espléndido James Mason como villano. El film se tituló Con la muerte en los talones’. La película podría resumir perfectamente la etapa norteamericana de Hitchcock, tanto en forma como en concepto. Pero, sin duda, su proyecto más arriesgado vendría en 1960 bajo el título de Psicosis’. Con Anthony Perkins y Janet Leigh, la película no era sólo un ejercicio maestro de suspense y terror, sino también un hábil ejemplo de cómo anticiparse al público y controlar sus emociones. En palabras de Hitchcock: «La construcción de esta película es muy interesante y mi experiencia más apasionante como juego con el público. Con Psicosis, dirigía a los espectadores exactamente igual que si tocara el órgano». Quizás por ello fue su mayor éxito comercial.

Hacia el ocaso de su carrera.
La edad y los achaques hacían mella en el genial director, sus trabajos comenzaban a espaciarse y habrían de pasar tres años hasta que dirigieraLos pájaros’, nuevamente una película de terror que, en esta ocasión, estaba protagonizada por otra actriz rubia, Tippi Hedren. El principal atractivo para Hitchcock era la idea de que los malos de la historia fueran unos animalitos inocentes. Esto era un claro intento de ofrecer al público lo contrario de lo que podían esperar. Tal como comentó años más tarde: «No hubiera rodado la película si se hubiera tratado de buitres o de pájaros de presa. Lo que me agradó es que se trataba de pájaros corrientes, pájaros de todos los días». Una película que, incluso a día de hoy, sigue siendo un referente para muchos otros directores.

Ya en 1964 dirigió ‘Marnie la ladrona’ con Sean Connery y Grace Kelly, que regresaba a las pantallas. Hitchcock diría a propósito de la película: «Me gustaba, sobre todo, la idea de presentar un amor fetichista. Un hombre quiere acostarse con una ladrona porque es una ladrona precisamente, como hay otros hombres que desean acostarse con una china o con una mujer negra». La película funcionó bien pero no alcanzó el nivel de otras de sus producciones. Tras unos cuantos proyectos que no llegarían a buen puerto, emprendió el rodaje de un film de espionaje titulado Cortina rasgada’, con Paul Newman y Julie Andrews, que acabó siendo otra de sus obras menores.

Por aquel entonces no había ganado todavía ningún Oscar, un ejemplo más de lo absurdos e injustos que son estos premios. Sin embargo, en 1968 la Academia decidió concederle el Oscar Honorífico en memoria de Irving Thalberg a toda su carrera. Un año después, ya en plena fase de declive, Hitchcock emprendió el rodaje de ‘Topaz’, una de sus películas más fallidas e incomprendidas. En su momento fue considerada un desastre, si bien el tiempo ha sabido ponerla en un lugar mejor, ya que a pesar de sus fallos reúne algunos de los mejores momentos fílmicos del director británico. A pesar de este bache, en 1972 se tomó la revancha con una película muy sólida que llevaba por título Frenesí’, donde vertió toda su experiencia y conocimientos de la puesta en escena.

El genial director se sentía agotado. Su última película sería ‘La trama’, protagonizada por Bruce Dern y Karen Black. Corría el año 1976 y su delicado estado de salud le impidió seguir trabajando. Para un hombre como él, incansable y repleto de ideas, aquello era equiparable a morir. En 1979, en una emotiva ceremonia donde acudieron todos sus actores y amigos, el American Film Institute le concedió el premio a la labor de toda una vida. Fue un encuentro inolvidable donde un Hitchcock claramente desgastado y enfermo agradeció públicamente, y por primera vez, a su mujer Alma Reville los años de incansable apoyo y colaboración. Tan sólo un año después, el 29 de abril de 1980, fallecía en su casa de Los Angeles a los 80 años de edad.

Hitchcock: Sus otros trabajos.
Alfred Hitchcock también fue un visionario y, junto a otros productores como Walt Disney, supo ver las ventajas que ofrecía la pequeña pantalla. De 1955 a 1965 fue el productor y presentador de una serie titulada Alfred Hitchcock presenta’. El show, además de darle popularidad, le convirtió en un personaje público muy peculiar debido al posturismo y humor negro con los que presentaba cada episodio. Hitchcock no sólo dirigió personalmente algunos de ellos, sino que también dibujó la famosa silueta de los créditos de entrada. Tal fue el éxito de esta serie que, entrados los ochenta, se estrenó en televisión una nueva versión aprovechando las introducciones de Hitchcock coloreadas. Gracias a esta aventura televisiva el nombre de Hitchcock quedó eternamente unido a la melodía del programa: una pieza para piano compuesta en 1859 por Charles Gounod titulada ‘Marcha fúnebre para una marioneta’.

Su tremenda popularidad como maestro del suspense propició que incluso fuera protagonista de una serie de novelas juveniles. Hablamos de una obra escrita por Robert Arthur que se tituló ‘Alfred Hitchcock y los tres detectives’, y que comprendía 43 libros escritos entre 1964 y 1987. No sería el único caso, Hitchcock fue invitado a introducir una colección de libros que llevaban su nombre. Eran un conjunto de historias cortas de suspense escritas por autores de renombre. Al contrario de lo que se pueda creer, Hitchcock no participó en modo alguno, se limitó a ceder su nombre y cobrar por ello. En realidad la única publicación realmente imprescindible para conocer el genio creativo de este hombre, que prefería contar visualmente sus historias, es la trascripción de la entrevista que le hizo el director francés François Truffaut, un excelente libro que lleva por título ‘El cine según Hitchcock’.

Premios y Nominaciones.

Principales Premios:
1968.-Premio en Memoria de Irving Thalberg.
1968.-Premio BAFTA Honorífico.
1971.-Premio BAFTA Honorífico.
1979.-Premio del American Film Institute a la labor de toda una vida.

Principales Nominaciones:
1940.-Nominado al Oscar al mejor director por ‘Rebeca’.
1944.-Nominado al Oscar al mejor director por ‘Náufragos’.
1945.-Nominado al Oscar al mejor director por ‘Recuerda’.
1954.-Nominado al Oscar al mejor director por ‘La ventana indiscreta’.
1960.-Nominado al Oscar al mejor director por ‘Psicosis’.
1960.-Nominado al BAFTA al mejor director por ‘Psicosis’.

Filmografía completa.
1922.-Número 13.
1925.-El jardín de la alegría.
1926.-El águila de la montaña.
1927.-El inquilino.
1928.-Champagne.
1928.-La esposa del granjero.
1929.-Chantaje.

1930.-Asesinato.
1931.-Ricos y Extraños.
1931.-Juego sucio.
1932.-Número 17.
1934.-El hombre que sabía demasiado.
1935.-Los 39 escalones.
1936.-Sabotaje.
1936.-Agente secreto.
1937.-Inocencia y juventud.
1938.-Alarma en el expreso.
1939.-La posada de Jamaica.

1940.-Rebeca.
1940.-Enviado especial.
1941.-Matrimonio original.
1941.-Sospecha.
1942.-Sabotaje.
1943.-La sombra de una duda.
1944.-Náufragos.
1945.-Recuerda.
1946.-Encadenados.
1947.-El proceso Paradine.
1948.-La soga.
1949.-Bajo el signo de Capricornio.

1950.-Pánico en la escena.
1951.-Extraños en un tren.
1953.-Yo confieso.
1954.-Crimen perfecto.
1954.-La ventana indiscreta.
1955.-Atrapa a un ladrón.
1955.-Pero… ¿quién mató a Harry?
1956.-El hombre que sabía demasiado.
1956.-Falso culpable.
1958.-Vértigo: de entre los muertos.
1959.-Con la muerte en los talones.

1960.-Psicosis.
1963.-Los pájaros.
1964.-Marnie la ladrona.
1966.-Cortina rasgada.
1969.-Topaz.
1972.-Frenesí.
1976.-La trama.

«El diálogo debería ser sólo un sonido más entre otros. Algo que simplemente sale de las bocas de la gente cuyos ojos cuentan la historia en términos visuales» (Alfred Hitchcock)

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