Kinjite: Prohibido en occidente
El inspector Jack Crowe patrulla las calles de NY junto a su compañero Eddie Rios con la vista puesta en un proxeneta llamado Duke. Para atraparlo no dudará en provocarlo intentando llevarlo al límite para que cometa un error y poder detenerlo y llevarlo ante la Justicia esposado. Paralelamente, la hija de un ejecutivo japonés con “gustos nocturnos” llamado Hiroshi cae en las redes de Duke. Será entonces cuando los caminos de Hiroshi y Crowe se juntarán para intentar recuperar a la joven. (Cineycine).
Charles Bronson encarna en esta película a uno de los inspectores de policía más cabreados que se recuerdan. Un inspector que no dudará en saltarse la ley para hostigar y luego cazar a un proxeneta. Un villano que se dedica a explotar sexualmente a jóvenes menores de edad para su beneficio. Dirige todo un asiduo de los films del bigotudo: J. Lee Thompson. La cinta en cuestión es ‘Kinjite: Prohibido en occidente’.
“Se ha hecho justicia” (Crowe)
Crítica de Kinjite: Prohibido en occidente
Los inolvidables productores israelíes Yoram Globus y Menahem Golan fueron los que, con la buena predisposición de Charles Bronson, cimentaron la leyenda que inmortalizó al actor. La mitología de tipo duro que no se andaba con chiquitas. Un rol recurrente que elevó al “bigotes” a la categoría de actor de culto. ‘Kinjite: Prohibido en occidente’ es una de esas producciones en donde Bronson explotaba de forma perfecta ese tipo de papel. Un papel que encajaba como un guante a su pétreo rostro. Ya lo adivinan: el de inspector de policía de Nueva York con el objetivo moral e inamovible de limpiar las calles de escoria.
Como toda producción de Cannon Films que se precie, sobre todo después de que aquellos decidieran añadir un toque de seriedad a sus films, ‘Kinjite’ mezcla en una coctelera numerosos géneros y tramas de actualidad (en los años en que se filmó la cinta, claro). En este caso son: el peligro de las calles de Nueva York, la necesidad de los vigilantes nocturnos, la inmigración asiática y como su aséptico estilo de vida choca frontalmente con el “way of live” americano. Y, por supuesto, los límites de la ley y la justicia… si uno se ciñe al reglamento policial. Todo ello enclavado dentro de un policíaco que sólo en contadas ocasiones se sale de lo rutinario.
Personalmente visioné este film sin esperar gran cosa. Aun así fue una pequeña decepción. La cinta tan sólo se salva por pequeños detalles. Detalles como la atmósfera decadente que visualiza Thompson. En este sentido, nos encontramos con ese proxeneta llamado Duke. Un miserable que se dedica a buscar jóvenes ingenuas, llevarlas a su ático, sodomizarlas y convertirlas en drogadictas para que sean más manejables… También destaca el retrato que Bronson hace de su eternamente enfadado personaje. Finalmente, y dentro de lo positivo, lucen dos tremendas escenas en las que Crowe pone firme de manera brutal al personal. En la primera de ellas Duke intenta comprarle con un reloj de oro… Y en la otra vemos a un cabreadísimo Crowe abandonar su coche, en mitad de un atasco, para increpar a un grupo de asiáticos que se pasea por Nueva York como si la ciudad fuera suya…
Del resto, el film apenas llama la atención. Así las cosas, acaba siendo una muesca más en la culata de la filmografía de Bronson como tipo duro. Y eso que estamos ante un largometraje firmado por J. Lee Thompson. Esta película marcó la novena y última colaboración conjunta entre este y Bronson. Al mismo tiempo, fue el episodio final en el que el bigotudo se dejaba ver en una producción Cannon. Aunque cabe resaltar que en 1994 recuperaría a su personaje más recordado para la major. Me refiero ¡claro está! al arquitecto vengador Paul Kersey, pero ya Cannon no existía como tal.
El tipo de curiosidades comentadas son las que hacen pasar a ‘Kinjite’ a la historia. Especialmente por todo lo que, colateralmente, significó a nivel cultural. Ya que esta también fue la última película de la extensa filmografía de Thompson. Después de la misma se retiró del cine hasta su muerte a los 88 años en 2002. Conviene recordar que antes había firmado, junto a Bronson, films como: ‘El Temerario Ives’, ‘El desafío del búfalo blanco’, ‘Cabo blanco’, ‘Al filo de la medianoche’, ‘Justicia salvaje’, ‘La ley de Murphy’, ‘Yo soy la justicia 2’ y ‘Mensajero de la muerte’.
El retiro de un artesano como Thompson, unido a otras circunstancias, hizo que Cannon Films cerrara sus puertas en 1991. También influyó aquí la salida de otros ascendentes cineastas y la del propio Bronson. Amén de las negativas de actores como Stallone o Van Damme a seguir protagonizando producciones de perfil modesto para la compañía. Todo esto unido a una serie de fracasos artísticos…
Al margen de Bronson, en el resto del elenco encontramos a una serie de intérpretes secundarios. Actores habituales de producciones de los 70 y 80. Entre ellos tenemos a Perry López dando vida Eddie Rios, el compañero hispano de Crowe. Bill McKinney (todo un asiduo de las pelis de Clint Eastwood) es el cura de la Iglesia que visita Crowe.
Además hay que sumar las primeras apariciones en pantalla de Nicole Eggert y de dos intérpretes hispanos que luego harían carrera dentro del cine de acción y policíaco de serie B. Juan Fernandez como el degenerado Duke. Y el simpar Danny Trejo, en la que fuera la segunda vez que se dejaba ver en una de Bronson tras ‘Yo soy la justicia 2’. La aparición de Trejo es sólo para espectadores muy atentos, ya que sale en los instantes finales y en un plano de unos segundos.
También encontramos a James Pax como Hiroshi, el ejecutivo japonés asiduo de clubes nocturnos. Un sujeto con unos gustos que se acercan a lo enfermizo. Hiroshi recibe de sus superiores, en el país del sol naciente, la buena-nueva de un ascenso con traslado inmediato a USA. Finalmente, citar a Kumiko Hayakawa dando vida a Kumiko, la hija de Hiroshi. Una joven que resultará “apresada” por Duke.
“A partir de hoy, cada vez que quieras saber la hora… vas a tener que mirarte el culo” (Crowe)
En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Kinjite: Prohibido en occidente, un policíaco con las pretensiones muy altas o las ideas poco claras. El film quiere abarcar mucho y acaba dejando a medias muchas sub-tramas. Tampoco atina con el tono y bascula demasiado entre su deber y lo que aspiraba a ser… ‘Kinjite’ quiere ser más… pero, al mismo tiempo, quiere ser lo de siempre, y eso juega en su contra. Aún, y con todo, contiene pequeñas ráfagas disfrutables.
Tráiler de Kinjite: Prohibido en occidente
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